El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) implementó una serie de cambios significativos en los procedimientos de control para la exportación de granos y sus derivados, con el objetivo de hacer más eficiente la operación en los puertos argentinos. La medida, establecida mediante la Resolución 1278/2024, se enfoca en simplificar el sistema de inspección de bodegas de buques y barcazas, y al mismo tiempo reducir la repetición innecesaria de verificaciones.
Una de las novedades clave es que las embarcaciones que transporten productos que no requieren la certificación del Senasa quedarán exentas de ciertos controles, lo que promete agilizar notablemente la operatoria en puertos marítimos y fluviales. Este cambio reduce la carga burocrática para las empresas del sector, evitando la reiteración de trámites, y agiliza el despacho de mercancías al exterior.
Reducción de supervisiones y mayor flexibilidad
La normativa no solo elimina trámites innecesarios, sino que también ajusta los criterios para la selección y supervisión de buques, utilizando una nueva matriz de riesgos que mejora la eficiencia del sistema. Con esta actualización, el porcentaje de buques sometidos a supervisión por parte de Senasa se reduce considerablemente: las inspecciones obligatorias ahora serán entre un 5% y un 10% del total, una disminución significativa respecto del 20% al 30% que se exigía anteriormente. Esto permitirá a las empresas operadoras gestionar sus tiempos de carga de manera más flexible, sin comprometer los estándares de seguridad y calidad que caracterizan a la industria.
Otro avance importante es que la validez del certificado de aptitud de las bodegas se extiende para cubrir múltiples terminales, tanto en las zonas de hidrovía como en las áreas marítimas. Esta medida simplifica considerablemente el proceso de certificación, eliminando la necesidad de trámites adicionales al cambiar de terminal, lo que resulta en una mayor eficiencia operativa.
Inspección inteligente y uso de nuevas tecnologías
Uno de los puntos más destacados de la actualización es la incorporación de herramientas de fiscalización inteligente, que permiten una selección más precisa de los buques a inspeccionar, basándose en el riesgo asociado a cada embarcación. Este enfoque permite un uso más estratégico de los recursos de supervisión, enfocándose en las naves que representan un mayor riesgo y eliminando inspecciones innecesarias en aquellos casos donde no se justifiquen.
Además, se optimizan las condiciones para las entidades certificadoras, con un enfoque más flexible y adaptado a la realidad operativa. Por ejemplo, la obligatoriedad de supervisión externa queda eliminada en casos donde el riesgo no lo justifique, permitiendo una mayor autonomía a las empresas, mientras se mantiene la exigencia de cumplir con los estándares de seguridad y calidad.
Mejoras para las empresas y el sector exportador
Otro de los cambios introducidos es la extensión del plazo para que las empresas puedan conocer los datos de inspección, pasando de las 24 a las 48 horas. Esta ampliación permitirá a los operadores planificar con mayor antelación sus actividades logísticas, brindando un respiro en la compleja cadena de exportación de granos. Asimismo, se amplía el periodo de evaluación de las entidades certificadoras, que ahora será de seis meses, lo que otorga mayor estabilidad y previsibilidad a las empresas.
En línea con las políticas de transparencia, la norma también mantiene la obligación de que todas las entidades certificadoras estén inscriptas en el Registro de Integridad y Transparencia para Empresas y Entidades (RITE), un paso clave para asegurar que el proceso siga cumpliendo con altos estándares éticos y de supervisión.
Impacto positivo para la competitividad
La actualización de estos procedimientos es el resultado de un esfuerzo conjunto entre el sector público y privado, lo que refuerza el compromiso del país con la competitividad en los mercados internacionales. Al reducir la carga burocrática y agilizar los controles, estas nuevas disposiciones permiten a las empresas argentinas responder más rápidamente a las demandas del comercio global, sin perder de vista los aspectos sanitarios y de calidad que exigen los mercados internacionales.
Este nuevo enfoque no solo favorece a los exportadores, sino que también beneficia a todo el ecosistema que participa en el proceso de exportación de granos, desde los productores hasta los operadores logísticos y las terminales portuarias.
En un contexto global cada vez más competitivo, la capacidad de mover productos de manera más rápida y eficiente es un factor clave para mantener la relevancia en los mercados internacionales.
La actualización del sistema de control en bodegas de buques y barcazas representa un paso adelante en la modernización de los procedimientos de exportación en Argentina, reflejando una gestión más ágil, eficiente y alineada con las necesidades del sector.
Fuente: Senasa e Infobae