Hay una comparación inevitable para el momento. Omar Perotti, cuatro años atrás, decidió decretar un receso para la administración pública de Santa Fe durante todo enero. Cerró las puertas de la Casa Gris durante 20 días después de haber asumido la gobernación. Maximiliano Pullaro, en cambio, entró al gobierno como una tromba, anunciando medidas de fondo, logrando ya la aprobación de leyes troncales sobre seguridad y avisando que no hay vacaciones para nadie por un año. La postal desborda de potencia.
En sus primeros gestos y acciones de conductor puede verse a un Pullaro que sabe delegar, que da juego a todo su equipo. “Confía, pero los controla y puede llamarte en cualquier horario para chequear la marcha de lo planeado”, aporta un mesa chica del pullarismo. Lo que se vio en esta semana inicial es el carácter presente y futuro del gobierno y el gobernador. “Acción planificada y firmeza”.
Pullaro tiene decidido, si los horarios se lo permiten, manejarse en avión de línea en clase turista, hotel tres estrellas, control sobre el uso de autos y reducción de gastos donde sea posible. Lo del alojamiento corre para todo el gabinete ampliado. Nadie debe abusar para el radical.
El tenor del arranque acaparó rápidamente la atención de los medios nacionales. Primero por la reacción a las balaceras y amenazas que sufrió Pullaro provenientes de bandas narco. También por identificar al radical referente de Juntos por el Cambio en el mapa de la oposición y actor central del vínculo del presidente Javier Milei con las provincias. El paseador de perros Guillermo Seita hace su trabajo con prolijidad, pero hay un interés genuino por el santafesino producto de sus primeros movimientos.
Este sábado, Pullaro –también en un medio nacional– le marcó la cancha a Milei en la antesala de la reunión quirúrgica del martes próximo entre el presidente y los 24 gobernadores. Promete defender “con uñas y dientes” a las regiones en el marco de ajuste feroz que aplica la Casa Rosada. En su entorno remarcan que todos los movimientos del mandatario provincial tienen como objetivo defender los intereses de Santa Fe, pero se convirtió indefectiblemente en un protagonista mayúsculo de la arena política nacional.
Estilos
El estilo de Pullaro no es nuevo. Desde su banca de diputado provincial y jefe de bloque de la UCR procuró –en un plan minuciosamente pensado– marcar agenda con denuncias y acusaciones de alto voltaje, sobre todo a Perotti. Mientras ganaba en la escena pública, presionaba para la creación de Unidos, el frente de frentes por entonces. Correligionarios y ahora aliados en la coalición le bajaban el precio por sus formas. Curioso, no obstante, que el dardeo no haya alcanzado al gobernador saliente en el discurso inaugural.
Pullaro demuestra en esta primera semana, o al menos eso intenta, que conoce las principales urgencias de la provincia y no da vueltas en aplicar revisiones. La batería de leyes de contenido estructural que ya se aprobó y las que se van a aprobar en la Legislatura son prueba cabal de ello.
El gobernador lo logra porque recibió un respaldo rotundo en las elecciones: fue el primer mandatario electo en superar el millón de votos. A la vez, goza de un tiempo glorioso, en el cual capitanea un frente con amplia mayoría en Diputados y Senadores. Todo ganador tiene su luna de miel, pero el radical en particular no eligió disfrutarla panza arriba en la arena. Arriesgó y se metió de lleno en temas ríspidos, pero de necesaria discusión en la provincia.
Perotti, en cambio, en su arranque, prefirió entrar en una disputa estéril con el socialismo que lo antecedió y con los sectores peronistas aliados que lo llevaron a la victoria. Perdió dos años de gestión en una pelea que le dilapidó tiempo, relaciones, músculo político y salud mental. En el medio, sufrió una pandemia y la debacle toda del peronismo. Su experiencia terminó en fracaso al caer ante el mismo PS al que doblegó cuatro años atrás. Fuente: Letra P