Cuando allá por el '96 florecía el hermanamiento Rafaela-Fossano, se volvía familiar la figura de Carlo Mondino, Ottavio Olivero, Beppe Manfredi, Tista Sonza, Francesco Balocco y tantos más, veíamos circular a Luca Bosio. Aunque a veces permanecía inmóvil detrás de los palcos y los gestos solemnes, la mirada de Luca atravesaba cada rincón, cada presencia. Atildado y formal, respondía a todo, conocía a todos, recordaba todo.
Es raro nombrarlo en tiempo pasado, pero Luca dejó caer la vida con sólo 68 años, de un modo lento y doloroso, hasta golpear con la noticia a la comunidad fosanense y a la hermandad rafaelina.
Luca era el que llevaba la gestión a sus espaldas. Todo lo sabía, todo lo ejecutaba, a media distancia entre la política y el ciudadano, lo suficiente para moverse entre el pasado documental y el presente lleno de horizontes; estos horizontes que contribuyó a construir con intercambios estudiantiles y laborales, recibiendo al que llegaba y dando la imagen de seguridad que todo extranjero necesita en la nueva tierra.
Estuvo entre nosotros cada vez que fue oportuno estar. Vestido de ocasión, carpeta bajo el brazo o ataviado con “i costumi storici” junto a su esposa y su hija en el desfile de los “sbandieratori”. Sabiendo las dificultades que muchos rafaelinos tenían para conseguir documentos de los antepasados, buscó y encontró resultados positivos, sin cansancio, con pocas palabras, con gestos concretos.
El hermanamiento Rafaela-Fossano no hubiera sido lo mismo en ausencia de Luca, pero estuvo en su momento y siguió estando, aquí y allá. La comunidad rafaelina le extiende hoy un GRACIAS que permanecerá más allá de todo recuerdo sin lugar para el olvido.