Opinión

Los límites de Milei y de los dialoguistas

Puede que exista una dosis -por momentos peligrosa- de improvisación en el Gobierno libertario, pero que Javier Milei sabe dónde detenerse y es capaz de frenar su marcha antes de que sea tarde, es algo que acabamos de ver. Quienes imaginaban al Presidente recién instalado como un ideólogo poco amigo de aceptar la realidad cuando ésta se daba de patadas con sus ideas, deberán reconocer cuán equivocados estaban. Mas allá de determinar con alguna precisión si hubo una rendición de su parte y si terminó haciendo flamear la bandera blanca ante sus opositores, lo cierto es que el Jefe del Estado no tuvo empacho en retroceder al momento de darse cuenta de que la ley ómnibus -tal cual estaba planteada- llevaba un claro rumbo de colisión. Y si por capricho o por convicción doctrinaria insistía en no modificarla, sería rechazada y el oficialismo cosecharía, a poco de empezar a andar, una derrota contundente. Milei puso en evidencia que no es un kamikaze.
Resistido por los gobernadores amigos y los diputados dialoguistas de la Unión Cívica Radical, Haciendo Cambio e Innovación Federal, el titular de la cartera económica anunció que se excluiría del texto original cuanto se refería a las jubilaciones, Retenciones, Impuesto a las Ganancias y a los Bienes Personales. Analizada la cuestión del derecho y del revés, salta a la vista que la administración mileista prescindió del núcleo duro de la ley ómnibus. No se requiere ser un experto en la materia para darse cuenta que el capítulo fiscal es, de lejos, el de mayor trascendencia. Quitados de la agenda los puntos antes mencionados, se hace menester ahora tomar otras medidas para lograr el déficit cero, meta que Milei no está dispuesto a discutir.
En efecto, quitar del proyecto el apartado fiscal no significó una retirada a cuarteles de invierno para lamer las heridas y planificar más adelante una contraofensiva. Milei no fue vencido. Esquivó la pulseada -en la cual llevaba las de perder- con el propósito de alcanzar su objetivo por un camino distinto. Dicho de manera diferente: cambió las armas. Ahora las provincias recibirán con cuentagotas transferencias discrecionales por fuera de la coparticipación; se incrementará el impuesto a los Combustibles; los sueldos de los empleados públicos sufrirán un ajuste considerable y algo similar sucederá con los planes sociales. Por otra parte, el Estado se beneficiará, de una forma peculiar, en punto al gasto previsional. En un principio, el oficialismo propuso cambiar la fórmula actual de movilidad en abril y luego ajustarla por inflación. Sin embargo, como la fórmula ahora se mantendrá, la alta inflación jugará en favor del Gobierno y en contra de los jubilados.
En Balcarce 50 percibieron que, si seguían haciendo concesiones, las demandas de sus opositores dialoguistas -como ha pasado a ser moda calificarlos- no tendría fin. Es más, no está escrito en ningún lado que vayan a convalidar las facultades delegadas y distintos artículos del paquete que siguen en discusión. No hay que equivocarse respecto de la voluntad conciliadora de Pichetto, Randazo, De Loredo, Monzó y tantos otros. No cabe duda de que dicen la verdad cuando sostienen que su deseo es no ponerle palos en la rueda al oficialismo. No puede dudarse de su sinceridad ni tampoco de su buena voluntad. Pero ninguno de todos ellos -con excepción de Ricardo López Murphy- hubiese siquiera pensado en una reforma estructural de estas características. No comulgan con los postulados libertarios y no están de acuerdo con el espíritu revolucionario que a su gestión le ha impuesto el presidente.
Una cosa es estar más cerca de Milei que del kirchnerismo; otra, muy distinta, es convalidar el componente revulsivo del plan libertario. Los políticos antes mencionados -salvo honrosas excepciones- son, en el fondo, componedores por naturaleza. Además de tibios. No es un demérito. Ése es su ADN. Si hubiese ganado Sergio Massa en el balotaje, harían cola para sumarle adhesiones y ayudarlo en su mandato. Están dispuestos a prestarle apoyo a cualquiera, reservándose el derecho de disentir y de oponerse a sus medidas cuando lo juzgasen conveniente. Sin ir más lejos, Emilio Monzó dijo que él lo votaría a Massa en la segunda vuelta, lo cual no constituye un pecado. Ilustra -eso sí, y su caso no es el único- los límites insalvables que a priori tienen los opositores dialoguistas.
¿Cómo sigue la historia? Por lo pronto, sigue. Los análisis catastrofistas que se han echado a correr, como si Milei estuviese al borde del precipicio, son tan antojadizos como inconsistentes. Es claro que la situación -al menos durante el primer semestre del año o inclusive hasta el final- no va a mejorar demasiado en cuanto se refiere al poder adquisitivo y al crecimiento de la economía. El desafío que enfrentan el Presidente y su Ministro de Hacienda es la baja sostenida de la inflación y la reducción de la brecha cambiaria. Las probabilidades de que el malhumor de la población aumente en los meses por venir y que, por lógica consecuencia, decrezca el apoyo que todavía tiene el oficialismo, resultan altas. Nada que sorprenda demasiado. Los ajustes de este calado nunca son populares hasta que comienzan a notarse los resultados. Algo que -en el mejor de los casos- no sucederá mañana ni pasado mañana.
Es en este contexto que cobra relevancia lo que sin duda representa el principal déficit de la administración libertaria: la improvisación y la falta de experiencia política. Lo menos que tendría que haber hecho Luis Caputo en un momento de tamaña trascendencia, era dar la cara en el Congreso. Se quedó en su despacho y ofreció una razón inconsistente para explicar su ausencia. En cuanto a Santiago Caputo, el que haya acreditado dotes notables como armador de una campaña electoral no lo convierte en negociador parlamentario. Nicolás Posse debería salir, en los momentos difíciles, de esa suerte de anonimato que ha elegido. Quedarse encerrado en Balcarce 50 es no entender la responsabilidad que ha asumido. Milei, a su vez, debería hablar menos y no enredarse en discusiones estériles. Muchas veces el silencio es salud.

Autor: 288042|
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