La historia regional no abunda en detalles sobre la práctica de deportes entre los primeros habitantes. Se supone que tanta actividad física para el trabajo provocaba más interés en juegos de mesa o actividades menos esforzadas. Sin embargo, tarde o temprano habría de llegar la hora de jugar a la pelota, improvisando la utilería necesaria.
Centrándonos en el fútbol, que levantó vuelo más rápido que otros deportes, se sabe que en el comercio local no había a la venta las pelotas adecuadas para su práctica. Se dice que dos alumnos del Colegio Sala pidieron a unos parientes de Buenos Aires que adquieran y les envíen una pelota de fútbol para poder introducir tal deporte en la escuela. Una vez llegada por encomienda, previa práctica, se organizó el primer partido de que se tenga memoria, entre alumnos del Colegio Sala (por supuesto, nadie osaría quitarles el puesto a los dueños de la pelota) versus alumnos de la escuela de Enrique Carbajo. Según trascendió en el tiempo, vencieron estos últimos 1 a 0.
El entusiasmo por el partido inaugural tropezó con la disponibilidad de alguna pelota adicional, previendo la ausencia o renuencia de los propietarios originales. Tomaron el desafío Federico Bécker y Luis Gadler. El talabartero Volgts les facilitó su taller y los empeñosos muchachos lograron fabricar la primera pelota autóctona, pero les salió ovalada. Evidentemente el entusiasmo fue contagioso porque de inmediato comenzaron a aparecer en el comercio y en los regalos navideños los codiciados esféricos.
Los primeros clubes
Los encuentros y las rivalidades deportivas dieron como resultado la creación del primer club. Fue iniciativa de Federico Bécker, se llamó Club Atlético Rafaelino y reunió a un grupo de amigos integrado por J. Galoppo, R. Farina, L. Dadler, José Dona, P. y J. Marielli, entre otros que se fueron sumando. El lugar de las prácticas fue un baldío en Vélez Sarfield y Dante Alighieri.
Por supuesto que, al aparecer un club, surgió también el grupo rival, que decidió fundar su propio club y lo llamaron 9 de Julio. Sin embargo, a pesar del entusiasmo original, este club desapareció al poco tiempo. En las escuelas el entusiasmo seguía. Una de las anécdotas que circuló con el tiempo ubica a una barra de muchachos que miraba por un tapial el encuentro que realizaban en el campito; cuando la pelota saltó a la calle, el grupo de espectadores del tapial se ocupó de que no la encontraran y pasó así a integrar el patrimonio de una nueva entidad deportiva: el Club Central Norte. Tampoco esta entidad tendría duración como tal, porque don Paulino Rosales les entregó algunos talonarios con membrete del Club 9 de Julio, que había impreso para el que había tenido una permanencia muy efímera. En consecuencia, Luis Gunzinger, Eduardo Tello y Atilio Scarazzini adoptaron para su club el nombre 9 de Julio, que tiene fecha de nacimiento el 9 de julio de 1904 y que aun hoy tiene vida activa.
El 13 de enero de 1907 nace el Club Atlético de Rafaela, el 25 de mayo de 1910 el Club Deportivo Libertad de Sunchales, el 12 de noviembre de 1910 el Centro Cultural Argentino de Vila, el 1° de mayo de 1916 nace un club con el nombre de esa fecha. El 8 de agosto de 1916 se fundó el Club Argentino Quilmes. En una fecha imprecisa, Atilio Farinoli decidió fundar un club en el patio del bar Los Santiagueños; lo llamó Invencible. Los pobres resultados obtenidos convirtieron al nombre del club en una ironía, por lo cual, se dio por terminado. Eso sí, fue el germen para el nacimiento del Club Independiente el 17 de marzo de 1917. Siguieron muchos otros, con una llamativa diversidad de disciplinas deportivas.
Allá quedó, quién sabe dónde, la primera pelota de fútbol, de cuero rústico y sueños de gol.