El caso del militar Argentino del Valle Larrabure sobresale como uno de los hechos más alevosos de la violencia de los años '70. Las circunstancias de su muerte lo acercan al martirio y hoy la Iglesia analiza testimonios y documentos para evaluar si su figura constituye un modelo de santidad. Séptimo hijo de un matrimonio de clase media, Larrabure nació en San Miguel de Tucumán, en 1932. Se formó en el Colegio Militar y, con el grado de mayor, fue nombrado en diciembre de 1969 subdirector de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María, en Córdoba, un blanco ideal para las organizaciones guerrilleras que en ese tiempo de enfrentamientos violentos procuraban hacerse de armas. Larrabure fue secuestrado el 12 de agosto de 1974, durante la ejecución de un plan para ocupar la fábrica militar, en busca de armas. Permaneció 372 días en manos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), primero en Córdoba y luego, desde noviembre de ese año, en una "cárcel del pueblo", en las afueras de Rosario. Fue asesinado el 19 de agosto de 1975 y su cuerpo fue arrojado a una zanja. Su esposa, María Susana de San Martín, sufrió el cautiverio del militar y su fatal desenlace compartiendo el dolor con sus hijos María Susana (18 años) y Arturo Cirio Larrabure (15). Poco antes del secuestro, en febrero de 1974, la Justicia le otorgó al matrimonio la guardia del menor Jorge Alberto, de 9 años, quien creció con la familia.
En un hecho infrecuente, el militar ascendió a teniente coronel estando en cautiverio y se le concedió post mórtem el grado de coronel.
El actual obispo castrense, monseñor Santiago Olivera reunió testimonios y documentos, entre los que se destacan cartas que el militar escribía a su familia y a compañeros de las Fuerzas Armadas desde su lugar de encierro. La iniciativa que busca que la Iglesia lo declare mártir fue presentada al obispo castrense por un grupo de laicos, civiles y militares retirados, empeñados en lograr el reconocimiento del militar que ofrendó su vida y pidió a su familia no odiar a los secuestradores y perdonarlos.
Las cartas del militar En una carta a la familia desde su cautiverio, fechada el 22 de octubre de 1974, cuando el secuestro llevaba dos meses, Larrabure presentía el destino final y les decía: "A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: aun suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla". La familia recibió siete cartas de su padre durante el secuestro. "Algunas llegaban por correo y otras las debíamos ir a buscar a lugares que nos señalaban", contó a La Nación su hijo Arturo. El militar las escribía en hojas que le daban sus captores, con símbolos de la organización guerrillera.
Larrabure pedía a su esposa e hijos que respondieran las cartas a través de solicitadas publicadas en La Nación. Era esa la única vía de comunicación que tenían. Larrabure llevaba un diario en su cautiverio, que apareció dos años después en la revista Gente, y allí se reflejaban las condiciones deplorables del encierro. Les contaba, por ejemplo, cómo debía "mantener limpia la ratonera", contó su hijo. En un momento surgió la posibilidad de salvar su vida mediante un canje de prisioneros, cuyas libertades exigían los captores, pero la presidenta Martínez de Perón se negó. Incluso, suspendió una audiencia con la esposa del militar secuestrado por atender otro compromiso.
Aporte para un acercamiento "Su ejemplo puede ayudar a deponer sentimientos de enemistad y odio", expresó el obispo Olivera, al anunciar la puesta en marcha del proceso que podría concluir con la proclamación de santidad de Larrabure. En diciembre de 2007, el grito de "¡Larrabure!" se escuhó en el patio de honor del Colegio Militar. La señora Mónica Liberatori, esposa del capitán de fragata.
Marcelo Toluemonde, alzó la voz en un acto oficial para que la entonces presidente Cristina Kirchner escuchar el reclamo por el relato oficial que "ninguneaba" a las víctimas de la guerrilla. En represalia, el Gobierno kirchnerista pasó a retiro al marino y le cortó su carrera en la Armada. No fue gratis. En 2019, la Justicia ordenó indemnizar al marino Toulemonde, al hacer lugar a una demanda por daño moral.
En octubre de 2022, el Papa Francisco recibió a Arturo Larrabure en el Vaticano, en lo que constituyó la primera audiencia que el pontífice argentino concedió a familiares de víctimas de organizaciones guerrilleras. El hijo del militar concurrió con Aníbal Guevara, cuyo padre también es militar y cumple una condena por delitos de lesa humanidad. "El Papa se mostró muy afectuoso, cariñoso y comprensivo", relató en ese momento el hijo de Larrabure, al describir el encuentro que tuvieron en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. La figura del militar remite a "muy tristes y difíciles momentos en tiempos de democracia", dijo Olivera. Y definió esos trágicos momentos como "tiempos marcados por la violencia, atentados, sin respeto a los derechos humanos y muertes. Lejos de albergar sentimientos de odio o venganza, invitó al perdón y al amor", señaló monseñor Olivera, en un mensaje dirigido a la comunidad del obispado castrense. En referencia a las divisiones y grietas que dominan hoy el paisaje político y social, el obispo castrense llamó a "escuchar también en el hoy de nuestra historia que no anide odio en nuestro corazón". "Es providencial y nos toca a nosotros aprovechar la vida del siervo de Dios Argentino del Valle Larrabure para sumarnos a su pedido a deponer sentimientos de 'enfrentamiento, de enemistad y de odio'; queremos seguir los consejos que hoy con mucha fuerza volvemos a recordar", reflexionó monseñor Olivera. La Corte Suprema de Justicia tiene en estudio un recurso para que el crimen de Larrabure sea considerado de lesa humanidad, luego de que la petición fuera rechazada por la Cámara Federal de Casación Penal.