En estos últimos años muchas han sido las acciones tendientes a encontrar soluciones respecto al tema de los lavacoches en el centro de la ciudad de Rafaela. Una numerosa cantidad de proyectos nacieron con las mejores intenciones del mundo, pero el abismo entre la planificación y la realidad hicieron que no dieran sus frutos. Otros por la discontinuidad y la falta de acciones para sostener estas iniciativas. Desde Diario CASTELLANOS hemos sido realmente críticos respecto a la falta de políticas concretas para abordar de lleno este tema y que no sólo sea una foto para la prensa y que luego Dios realice su magia.
Esta vez, en lugar de caer con los clásicos discursos sobre mejorar las posibilidades, dotarlos de oportunidades, capacitarlos y demás, decidimos dialogar con aquellos que todos los días se dirigen hasta el centro de la ciudad para llevar adelante esta práctica, la cual para ellos es considerada como un trabajo, significándoles el sustento diario y la posibilidad de llevar el pan a la mesa. Allí narraron la otra cara de una Rafaela, que desde el Estado y los organismos de seguridad se encargan de que siga oculta.
Trato con la Policía
Una de las conclusiones que obtuvimos después del relato de Marcos y Diego, que todos los días se dirigen a la Plaza "25 de Mayo" a lavar autos, es el pedido sincero respecto a trabajar en paz.
En parte de su charla con Diario CASTELLANOS, los lavacoches reconocieron que el gran objetivo de ellos es "poder trabajar tranquilos o que haya oportunidades".
En este sentido, los jóvenes fueron explícitamente críticos sobre el trato despectivo, altanero y autoritario por parte del personal policial. "Cuando llega un patrullero, lo que los agentes nos dicen es que recibieron un reclamo o denuncia de un vecino ya que estamos molestando, con lo cual nos piden que nos retiremos. Sinceramente yo no veo que la gente se queje de esto, son inventos de ellos para sacarnos. Es como que quieren tapar la necesidad que hay acá en Rafaela", detalló Marcos.
A partir de esta realidad, reconocieron que la situación llega a un punto donde se vuelve realmente frustrante ya que "nosotros vemos que por ahí la gente tiene un trabajo fijo, su auto, sus cositas, obviamente que tienen sus reniegues como cualquier persona, pero los vemos más tranquilos. Nosotros acá tenemos que luchar con la Policía, con el maltrato de la gente, el clima, un montón de cosas", sin contar obviamente lo que significa tener la obligación de todos los días juntar el dinero necesario para poder sostener a sus familias.
Sustento diario
Al momento de referirse respecto a la cantidad de dinero que pueden llegar a juntar en un día, los muchachos admitieron que "esforzándonos y estando todo el día acá podemos llegar a hacer entre 5 y 6 mil pesos. Pero que estos son los 'días buenos', mientras que hay jornadas donde la suma puede ser de 1.000 o 1.500 pesos", aunque inclusive hay otras veces donde no se llevan dinero.
Más allá de la información concreta respecto a cuánto pueden llegar a ganar diariamente un lavacoches, los entrevistados reconocieron que realizando esta actividad, mensualmente les significa poder pagar las cuentas y hacerle frente a los gastos alimenticios. "Nosotros a esta actividad la consideramos un trabajo".
Trato con los rafaelinos
Por su parte, Diego admitió que en trato con los vecinos "nosotros no podemos decir nada, ya que vivimos de lo que nos da la gente. Obvio que algunas personas se ponen de nuestro lado, otras que no y también entendemos a quienes no están conformes. Sabemos que hay pibes que vienen a lavar autos, faltan el respeto o se alteran. Nosotros nos ponemos del lado de esa gente, pero hay muchos que no se ponen de nuestro lado. Nosotros venimos acá con la mejor onda. Está bien, yo sé que no todos tienen 20 o 30 pesos. Tratamos de encararlo así, siendo buenas personas. Creo que nadie acá tiene problema con nosotros, podés preguntar a los que pasan todos los días. Son las 8:00 de la mañana y estamos acá. Es casualidad que la gente se queje, hay dos o tres que por ahí nos dicen 'che vago, vayan a trabajar', a lo que nosotros amablemente le decimos que a esto nosotros lo consideramos como un trabajo. Tiene una rutina y es parte de nuestras vidas".
Diego fue claro al señalar que más allá de cualquier situación, ellos se encuentran en estos lugares para trabajar y no tener que recurrir al robo como método para obtener su sustento diario. "Estamos acá buscándonos el pan de todos los días".
Un registro que no trajo resultados favorables
Los jóvenes también fueron consultados respecto a lo que significó el programa municipal que apuntó al registro de los lavacoches en la ciudad de Rafaela, que al parecer fue un fracaso y que en definitiva "no sirvió para nada". Inclusive reconocieron que en su momento los trabajos que les ofrecían para dejar de lavar coches significaban salarios de entre $ 10 mil o $ 20 mil, lo cual no termina siendo suficiente para sostener una familia, y que "no nos servía para nada, ya que esa plata no arranca para nada".
En una parte de la nota, se les consultó respecto a la veracidad sobre la sectorización y la subdivisión del territorio para llevar adelante este tipo de labor, lo cual tranquilamente podríamos calificarlo como un dicho popular, ya que no hay nada que garantice que esto haya funcionado de esta manera o de otra. En su relato, los lavacoches aseguraron a CASTELLANOS que esta forma de dividir por sectores, era "incitado por el propio Estado local".
"Te ponían un sector o un horario, eso nació cuando nos dieron los chalecos, incitaban a eso. En ese momento el Estado había fijado un horario, por ejemplo de las 8:00 de la mañana hasta las 13:00 hs. En ese momento podías venir a lavar, pero era una medida que ellos mismos habían fijado", señaló Marcos.
La mirada del ciudadano
Cuando se estaba dando la charla con los lavacoches, un vecino que justo se encontraba de paso por este sector fue consultado por este medio respecto al trato que tenía él con los jóvenes que se encontraban lavando los autos y su respuesta sorprendió, no por ser inesperada, sino por el respaldo. Allí destacó el trato de estas personas y su amabilidad, lo cual le llamaba la atención, ya que no todos terminan teniendo un trato cordial con quienes habitan en esas zonas.
En este caso en particular, a la persona le sorprendió que últimamente el trato y su forma de proceder haya cambiado, sobre todo en "cómo te hablan, te piden permiso, por favor, gracias".
Respecto a lo que es esta práctica en la ciudad, se encargó de señalar una cruda verdad sobre estos jóvenes quienes "hacen lo que pueden, buscan trabajar. Los chicos quieren trabajar", finalizó.