Opinión

Las idas y vueltas del FMI y Massa

La falta de seriedad está a la vista y paciencia de todos, y no se crea que resulta patrimonio exclusivo de estas tierras. Es cierto que nuestros políticos no se caracterizan -salvo excepciones- por su consistencia intelectual, pero tampoco lo es menos que los funcionarios del Fondo Monetario Internacional y los representantes de los países que integran su directorio, o son unos improvisados o, lisa y llanamente, comparten con Groucho Marx su más célebre aforismo: Tengo mis principios; claro que, si no son de su agrado, confieso que tengo otros. Comencemos por los burócratas de aquel organismo de crédito que, como si fuera la cosa más normal del mundo, asisten a un incumplimiento serial de la carta de intención firmada por la Argentina, sin que ninguno de ellos siquiera atine a levantar la voz y pedir las explicaciones del caso. Por el contrario, de tanto en tanto dan a conocer sus opiniones y recetas que representan un monumento al lugar común. Nos dicen que esta república rioplatense les preocupa y que se hallan abocados para encontrarle una salida. Chocolate por la noticia.
Como quiera que sea ,y más allá de que en el primer trimestre de este año el gobierno kirchnerista incumplió dos de las tres metas prefijadas en el acuerdo (la que se cumplió, fue gracias a un truco tolerado por el staff del organismo) y en el segundo trimestre no honró ninguna -ni la acumulación de reservas, ni la reducción del déficit fiscal ni una menor dependencia del financiamiento monetario del BCRA- es probable que Sergio Massa obtenga el waiver (perdón) que le ha solicitado al FMI y pueda seguir a flote, hasta completar las PASO. Y, si Dios lo permite, llegar a octubre sin devaluar. En ese caso -si pudiese evitar una modificación drástica del tipo de cambio- lo que implementará es un nuevo desdoblamiento cambiario, de final incierto.
Lo que nos dejan saber algunas fuentes cercanas a las negociaciones con el Fondo es la existencia de un cierto hartazgo -principalmente, de Japón y de Alemania- con nuestro bendito país, que se suma al del staff que secunda a Kristalina Giorgieva. Aun cuando eso sea así -cosa que nadie está en condiciones de determinar-, de cualquier manera no cambia en nada el fondo de la cuestión. No se necesita poseer dotes de adivino para darse cuenta de que habrá un nuevo desembolso del FMI en las próximas semanas. El compromiso contraído en su oportunidad por la Argentina se firmó para no ser cumplido, y de eso fueron conscientes -aunque, por supuesto, lo nieguen- tanto los de allá como los de acá. Lo que no está claro es a cuánto ascenderá el auxilio.
En lo que respecta al kirchnerismo, su relación con el Fondo tiene, por partes iguales, una cuota de vocinglería ideológica, otra de realismo, y una última de viveza. Están los que en cuanta oportunidad se les presenta enderezan en contra de aquel organismo un interminable rosario de insultos. Son los que han puesto desde antiguo el grito en el cielo y piden que se renegocie el acuerdo en su totalidad. Dicho sea en honor de la verdad, Cristina Fernández y su hijo varón saben bien que eso resultaría imposible. Pero, para salvaguardar el discurso antiimperialista y consolidar su núcleo duro de votantes, no se molestan en salvar la contradicción flagrante de respaldar a Massa y denostar al FMI, al mismo tiempo. Como ambos, para sus seguidores, están más allá del bien y del mal, pueden sostener dos posiciones incompatibles sin que alguien se los haga notar.
Hay un segundo grupo que se olvida de la grita callejera y de las posturas máximalistas con el objeto de sentarse a negociar civilizadamente, con base en el intercambio de pareceres racionales. Si hubiese que dar un nombre que encarna como ningún otro esta postura, el primero que salta es el Gabriel Rubinstein. Algo que, por supuesto, no sorprende, en atención a los pergaminos técnicos del nombrado y al pensamiento económico de corte ortodoxo -por definirlo de alguna manera- que sostiene y del cual, que se sepa, no ha abdicado. Este es un conjunto silencioso, ajeno a las estridencias y a los argumentos de naturaleza ideológica. Discuten números, no tópicos pasados de moda. Están en condiciones de intercambiar ideas respecto del desenvolvímiento de las principales variables que le preocupan al Fondo sin levantar la voz ni cargar de agravios al que está sentado enfrente suyo.
El pope de la tercera capilla es el actual candidato a Presidente de Unión por la Patria. Massa ha percibido, mejor que sus antecesores, la falta de firmeza del FMI y la situación en extremo complicada en la que se ha metido. En una palabra, les ha tomado el tiempo a quienes deben negociar el caso argentino desde el otro lado de la mesa. Por lo tanto, lo que ha logrado, con buenos resultados desde el momento en que se hizo cargo de la cartera de Hacienda, ha sido correr al Fondo con la vaina. La fragilidad de la economía argentina es lo que le permite jugar a las escondidas con unos burócratas que no saben a qué atenerse. Como no pueden sacrificar al gobierno kirchnerista por sus reiterados incumplimientos, le dan largas al asunto.
Massa es, básicamente, un jugador audaz, capaz de redoblar la apuesta con un cuatro de copas en la mano. A eso le suma una viveza natural que le permite sacarle alguna ventaja táctica a los fríos burócratas que responden a la búlgara Kristalina Giorgieva. No es que esté en condiciones de doblarles el brazo en la pulseada que ha entablado con ellos. Mientras el FMI no le dé el visto bueno a la Argentina, el Ministerio de Economía utilizará dólares de los encajes para financiarse como pueda. Pero todo tiene un límite. Antes de que se substancien las primarias abiertas, el 13 de agosto, vencen casi USD 3.500 MM. Si para ese momento el waiver no le hubiera sido otorgado, Sergio Massa debería contar con la autorización del gobierno chino para echar mano al segundo tramo de yuanes y así cumplir los compromisos contraídos. En la estrategia del paso a paso implementada por el candidato oficialista, por ahora ha logrado lo que se proponía. Sin embargo, el tinglado que ha construido en los meses que lleva en la cartera de Hacienda es frágil por donde se lo mire. Bastaría que el FMI dilatase su respuesta y China hiciese otro tanto para que los mercados llevaran el dólar a las nubes.

Autor: 288042|
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