Las diócesis argentinas celebraron este fin de semana la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, con procesiones y misas multitudinarias, luego de dos años sin presencialidad. En sus mensajes, los obispos destacaron la importancia del amor, la entrega y el compartir con los más necesitados para acabar con la indiferencia y con la desigualdad que se refleja en la mesa de los argentinos.
Mar del Plata
En Mar del Plata, se realizó la tradicional procesión donde Jesús Eucaristía salió a las calles de la ciudad. Miles de fieles acompañaron al Santísimo Sacramento junto a los sinodales que finalizaron una nueva sesión del Sínodo.
La misa fue presidida por el obispo, monseñor Gabriel Mestre, y concelebrada por el clero local. En su homilía, centró la reflexión en el misterio de la presencia real del Señor como Pan Vivo bajado del Cielo.
A la luz de la Palabra de Dios y de la rica liturgia de este día, monseñor Mestre propuso tres puntos de meditación sintetizados en tres palabras tomadas de los mismos textos bíblicos: desierto, memoria y comer".
Rafaela
Numerosos fieles participaron de la misa por la solemnidad del Corpus Christi que se llevó a cabo frente al templo de la parroquia Santa Rosa Lima, del barrio Villa Rosas. La celebración eucarística fue presidida por el presbítero Oscar Sara y a cargo del presbítero Ariel Botto, vicario de la catedral San Rafael.
El obispo de Rafaela, monseñor Luis Alberto Fernández, no participó de la misa porque haber sido sometido a una intervención quirúrgica, pero envió un mensaje que fue leído antes de la procesión con el Santísimo Sacramento alrededor de la plaza Padre Normando Corti.
"El pueblo y la ciudad vuelven una vez más a reconocer en Jesucristo a Dios hecho hombre, presente en este humilde pequeño trozo de pan, pero un pan consagrado por la Iglesia, capaz de dar la vida nueva a la humanidad, que hoy sigue tan necesitada, hambrienta y sedienta de la presencia del amor de Dios en el mundo", destacó.
El prelado rafaelino animó a caminar "con esperanza y confianza, que en el mismo desierto de la vida de ayer y de hoy también el Señor hará milagros, y nos acompañará dándonos fuerzas para este momento de la historia". "Vamos con el Señor, presencia resucitada, y junto con la Virgen; no nos olvidemos nunca ¡viva la Virgen!", concluyó.
San Isidro
En la celebración de Corpus Christi, la comunidad diocesana de San Isidro participó de la celebración de la Eucaristía celebrada por el obispo, monseñor Oscar Vicente Ojea, y concelebrada por los obispos auxiliares, monseñor Guillermo Caride y Raúl Pizarro, junto con el obispo emérito, monseñor Jorge Pedro Casaretto, y sacerdotes en el colegio Marín.
En la homilía, monseñor Ojea invitó a valorar la Eucaristía describiéndola como "el modo sencillo, despojado y humilde con que Jesús quiso quedarse con nosotros", afirmando que "la Eucaristía nos hace miembros de un cuerpo, todos comemos del mismo pan".
Asimismo, el obispo de San Isidro manifestó: "Vamos a pedir en esta Eucaristía, para seguir trabajando juntos de verdad, para que estas palabras que el mismo Pueblo de Dios ha ido poniendo en el corazón de la diócesis, podamos vivirlas de verdad: una Iglesia abierta, una Iglesia que escuche y una Iglesia que incluya".
Avellaneda-Lanús
La diócesis de Avellaneda-Lanús celebró en la catedral Nuestra Señora de la Asunción la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo con la celebración presidida por el obispo, monseñor Marcelo Julián Margni, quien a la luz de la narrativa Evangélica que relata la multiplicación de los panes, rememoró que "en las palabras y los gestos de Jesús, que revivimos en cada Eucaristía y celebramos de un modo especial en esta fiesta, todo habla de don abundante, de generosidad que se desborda, de entrega sin medidas: cuerpo entregado, sangre derramada, vida ofrecida, don de sí para que el mundo tenga vida".
En ese sentido, además, señaló que "a quienes recibimos a Cristo en nuestras vidas, comiendo juntos este pan que es Él mismo, se nos llama a un cambio fundamental en el modo de gestionar los bienes y de vivir nuestros vínculos. Se nos pide, sencillamente, aprender de nuevo el gesto simple de partir y compartir un mismo pan".
En la Eucaristía, continuó, "Jesús nos ha dado no sólo el sacramento de su presencia, sino también el anticipo, el signo que ya desde ahora hace presente el Reino. Ese Reino que Él anunciaba no sólo con palabras, sino también con gestos. Ese Reino en el que la humanidad, esta humanidad necesitada de ser sanada y en búsqueda imperiosa de techo y de pan, reencuentra la vida. De ese Reino su Eucaristía nos pide convertirnos en mensajeros y testigos".