Los 27 países analizan sanciones individuales y medidas contra el carbón y el petróleo que deben ser tomadas por unanimidad, siendo la decisión más dura hasta ahora y que cortará prácticamente el comercio entre la UE y Moscú.
Las imágenes de las masacres perpetradas por las tropas rusas antes de su retirada de varias localidades al norte y oeste de Kiev redoblaron la presión para que la Unión Europea endurezca las sanciones contra Moscú.
Los diplomáticos de los 27 Estados miembros ante las instituciones comunitarias habían preparado desde hace unos días un paquete de medidas que debía aprobarse este miércoles y que buscaban cerrar los agujeros por los que se escapaban a las sanciones empresas y oligarcas rusos.
La noche del domingo empezaron a llegar los primeros mensajes de jefes de Estado y de Gobierno europeos. Si los del este eran más duros y hablaban directamente de “genocidio” y “crímenes contra la humanidad”, en algunos casos los del oeste europeo condenaban las masacres, pedían que se hiciera justicia pero no calificaban los crímenes. La Comisión Europea y la OTAN hablaban del crimen más probable a la vista de los asesinatos: crímenes de guerra.
La reacción oficial, del ‘canciller’ europeo Josep Borrell, asegura que “la Unión Europea seguirá apoyando firmemente a Ucrania y avanzará, con carácter de urgencia, en el trabajo sobre nuevas sanciones contra Rusia”. Borrell dijo que las imágenes que llegan de Ucrania “muestran el verdadero rostro de la brutal guerra de agresión que Rusia está librando contra Ucrania y su pueblo”.
"Atrocidades"
Borrell añadió: “Las autoridades rusas son responsables de estas atrocidades, cometidas mientras tenían el control efectivo de la zona. Están sujetos al derecho internacional de la ocupación. Los autores de crímenes de guerra y otras violaciones graves, así como los funcionarios gubernamentales y líderes militares responsables, rendirán cuentas”.
Habrá más sanciones pero vendrán con bronca europea. La presión para que el paquete de sanciones en negociación sea el más duro hasta ahora y corte casi prácticamente el comercio entre la Unión Europea y Rusia viene sobre todo de países como Polonia o los bálticos.
Lituania será el primer país que a finales de este mes dejará de comprar gas, petróleo y carbón rusos. Los lituanos también expulsaron al embajador ruso y llamaron de vuelta a casa a su embajador en Moscú. Polonia quiere tomar la misma medida pero quiere que se haga a nivel europeo y para eso ya pidió una cumbre europea extraordinaria.
La sanción de dejar de comprar hidrocarburos rusos sería la más dura. Los 27 países de la Unión Europea pagan cada día a Moscú cerca de 1.000 millones de euros por gas, petróleo y carbón. Al año suman más de 300.000 millones de euros, más de un tercio del gasto público ruso.
El gobierno ruso juega con la idea de que los europeos no dejarán de comprar hidrocarburos porque sus economías entrarían en recesión y la inflación crecería aún más. Putin cree que entre sus intereses electorales y acabar con la guerra muchos gobiernos europeos preferirán defender sus intereses electorales.
El gas
Puede que tenga razón si mira a Berlín. El ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, dijo que es imposible dejar de comprar gas ruso “de momento”. Berlín sí quiere más sanciones (nadie se niega ahora mismo a eso) pero no quiere tocar el gas. Rusia asegura más de la mitad de las necesidades de gas de Alemania.
Aunque en el gobierno alemán hay división: la ministra de Defensa, Christine Lambrecht, dijo que la Unión Europea sí debería “debatir” la prohibición de importar gas ruso.
El gobierno austríaco sigue la misma política. Su canciller Alexander Schallenberg dijo este lunes a la radiotelevisión pública que su país prefiere “otras opciones”. El 80% del suministro de gas austríaco es ruso.
La Comisión Europea anunció la creación de un equipo de juristas e investigadores que se encargará de “recoger evidencias sobre crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad”. Bruselas propone a Kiev enviar equipos de sus servicios y coordinación judicial y de Europol (la Interpol europea) y ya negocia cómo podría coordinar sus trabajos con la Corte Penal Internacional. Clarín.