Después de un amplio estudio estadístico de la evolución del comercio entre los cuatro países miembros desde la creación del Mercosur hasta la actualidad (1990-2022) , llegamos a las siguientes conclusiones:
- El Mercosur no ha sido un factor de generación de comercio importante para los países miembros. Los intercambios intra-Mercosur han crecido ligeramente por encima del comercio total de sus miembros: representaban el 10,63% del comercio total de los cuatro países en 1990 y hoy llegan al 11,25%. Hubo un fuerte aumento del comercio en los primeros ocho años de vida del acuerdo, llegando el comercio intra a representar el 23,23% del total, para sufrir un fuerte descenso posterior que se acentuó a partir de 2010. Recordemos que en 1998 se produjo la crisis financiera en Brasil y la devaluación del real que luego afectó al resto de los países miembros y que en 2010 la crisis financiera fue global y afectó en forma considerable la marcha del comercio internacional.
- Esta falta de dinamismo del Mercosur se ha dado en un contexto de reducción arancelaria global, en paralelo con la
instrumentación de los acuerdos de Marrakech (los aranceles promedio n.m.f. aplicados por Argentina al inicio de los años
noventa eran del orden del 33%, mientras que actualmente llegan al 12,29%) y a pesar de la ampliación de los márgenes
preferenciales entre los países miembros, que eran cercanos al 7% y hoy no superan el 0,3%.
- Contrariamente a las tesis basadas en las teorías de la integración regional bajo un régimen de equilibrio general, el
caso del Mercosur ha demostrado una vez más, gracias al análisis empírico de las corrientes comerciales que, como todaliberalización del comercio ha tendido a “fijar” las “ventajas comerciales reveladas”. De este modo las ventajas relativas previas se han hecho más evidentes.
- El resultado ha sido que han aumentado el comercio de productos primarios y las manufacturas basadas en tecnología
media, en desmedro de los bienes basados en recursos naturales y las manufacturas basadas en baja tecnología, que
han perdido participación en el comercio total. Mientras que aquellas manufacturas basadas en alta tecnología parecieran también estar perdiendo relevancia en el comercio intra-Mercosur.
- El gran factor detrás de este resultado es la Tarifa Externa Común (TEC), que reserva un mercado para los sectores más dinámicos de Brasil y es neutro para los productos provenientes de los restantes, cuyos productos de exportación tienen fuerte vinculación al mercado mundial (sus transacciones no son, generalmente, afectadas por los márgenes preferenciales).
- Otro factor que ha tenido relevancia en este proceso es la evolución del tipo de cambio real. En el caso de Argentina hemos observado una fuerte vinculación entre la evolución de sus exportaciones e importaciones al Mercosur y la evolución previa del Tipo de Cambio Bilateral con Brasil. El mismo fenómeno lo observamos con relación a las exportaciones e importaciones totales de Argentina (es decir a todos los mercados) y la evolución del Índice del Tipo de Cambio Multilateral: la fuerte devaluación del 2001/2002 generó un fuerte aumento de las exportaciones y de las importaciones totales en los años siguientes (casi una década), que volvieron a bajar en la medida en que la moneda se revaluaba. El aumento del índice entre 2015 y 2019, también explica en alguna medida la recuperación del comercio a partir de 2020. Mientras que la revaluación que observamos a partir de 2019, quizás esté preanunciando una nueva caída del comercio en el 2023/2024.
Cuando el tipo de cambio fue alto ha jugado en contra de Argentina:
- Generó un pobre comportamiento de las exportaciones (por ejemplo entre 2001 y 2007 las exportaciones argentinas crecieron menos que las de cualquier otro país sudamericano)
- Encareció el equipamiento y atrasó el desarrollo tecnológico.
- Favoreció la desnacionalización de sectores claves de la economía (los activos argentinos eran muy baratos y las empresas brasileras compraron grandes empresas (Acindar, Alpargatas, Loma Negra, Quilmes y varios frigoríficos) a precios a veces irrisorios y sin que hubiera ninguna intervención del Estado para evitar la creación de situaciones monopólicas sectoriales o que sectores importantes de la economía quedaran en manos de nuestros competidores.
Si observamos ahora con detalle la evolución del comercio de Argentina con el Mercosur a partir de 1995 (es decir cuando el acuerdo ya estaba totalmente en marcha) podemos observar:
Que la participación de las exportaciones al Mercosur en el total de exportaciones del país, llegó a un máximo del 35,65% en 1998, que cayeron bruscamente hasta el 2003 (consecuencia de la crisis de aquellos años y a pesar de la devaluación) para recuperarse en los años siguientes, hasta llegar a un nuevo máximo en 2013 (25,17%) y de allí en más caer hasta el mínimo actual del 17,41%. En otras palabras, hoy el Mercosur es mucho menos importante para las exportaciones argentinas de lo que fue al inicio de su existencia.
En el caso de las importaciones el recorrido es semejante en la primera etapa: de un 22,87% de participación en las importaciones totales en 1995 se llega a un máximo del 38,03% en 2005, para asistir de allí en más a una lenta declinación y llegar al mínimo actual del 23,59% (menos de un punto más de lo que era al inicio del Acuerdo).
Como resultado de esta evolución de las exportaciones y de las importaciones, Argentina ha conocido 15 años con déficit comercial con sus socios del Mercosur en lo 28 años computados. Acumulando en ese período déficits por algo más de 26 mil millones de dólares (contra un superávit de más de 182 mil millones en el comercio con todo el mundo).
En el plano bilateral podemos señar que:
El comercio de Argentina desde el 2002 al 2022 ha sido siempre deficitario con Brasil, excepto en 2022 y 2019.
En cambio, fue superavitario con Paraguay, excepto en 2007 y 2008 y hasta 2018, de allí en más, ha vuelto a ser deficitario.
Con Uruguay siempre fue superavitario.
Detrás de estos resultados está la composición del comercio. Lamentablemente solo contamos con una adecuada desagregación del comercio intra-Mercosur por grupo de productos para el período 2002/2014, pero los resultados son reveladores:
Con Paraguay, en dicho período acumulamos un déficit en “commodities” (alimentos, bebidas, materias primas agrícolas, minerales y metales y combustibles) , de casi 2.000 millones de dólares y un superávit de 5,2 mil millones en manufacturas.
Con Uruguay el superávit fue en ambos sectores: 4,7 y 5,8 mil millones de dólares a favor.
En cambio con Brasil, acumulamos un superávit de 43 mil millones en “commodities” y un déficit de 64,6 mil millones en manufacturas.
Como consecuencia de todos estos factores, hay desequilibrios estructurales entre los países miembros (obviamente con excepciones en algunos años):
- Uruguay es deficitarios frente a los otros tres miembros
- Paraguay también lo era hasta 2015 (solo tenía superávit frente a Uruguay) pero a partir de ese año siguió siendo deficitario con Brasil y pasó a tener el superávit ya comentado con Argentina (en el que posiblemente tenga un rol importante la provisión de granos de soja para moler en las plantas argentinas).
- Argentina es superavitario frente a Uruguay y ya vimos la evolución con Paraguay y es deficitario frente a Brasil
- Brasil es superavitario frente a los tres restantes
El Mercosur se ha convertido en un “corsette” para la política comercial, no tenemos acuerdos de comercio preferencial con quienes nos interesa y el Mercosur nos obliga, vía el Acuerdo y la TEC a mantenernos dentro de un esquema con objetivos hoy divergentes a los nuestro. Uruguay (el país más perjudicado por este esquema), en cambio, está tratando de salir de esta situación proponiéndose ir adelante con acuerdos independientes con China, Turquía y con el Acuerdo del Pacífico. Algunos acuerdos bilaterales podrían brindar un fuerte crecimiento a nuestras exportaciones pero no podemos concretarlos porque estamos atados a las decisiones de política comercial del Mercosur. El ejemplo de Chile es un claro ejemplo en la materia. El proyecto de Acuerdo Mercosur-Unión Europea, pudo haber sido un camino para salir de ese “estrangulamiento”, pero las recientes posiciones de Francia y Brasil sobre el mismo, hacen difícil imaginar que pueda concretarse en el futuro próximo.
Independientemente de estas consideraciones estrictamente comerciales, también debemos mirar al Mercosur como un instrumento de “disciplinamiento” de nuestras relaciones con Brasil. Le dio un marco institucional a una relación compleja, llena de intereses contradictorios y de algunas posibilidades de coincidencias y de construcción común importante. De todas formas la realidad siempre se impone: el Mercosur tiene intereses distintos para sus miembros y aquellos temas que para algunos sectores en Argentina parecen como algo central, en Brasil no son más que un tema, si no marginal, al menos no tan importante. Es una transcripción de cómo nos vemos uno a otro pero dentro de un marco convencional.
Obviamente los problemas de Argentina van más allá del Mercosur: sufrimos ante todo la ausencia de políticas de inserción en el mundo coherentes con nuestros intereses (la política comercial es el mejor ejemplo) y vivimos afectados por políticas macroeconómicas fundamentalmente equivocadas. La mejor demostración de ello es que las exportaciones de Argentina han crecido menos en la última década que las de cualquier otro país sudamericano.
No hay que “matar” al Mercosur, pero hay que repensarlo. Más allá del marco político, nos servirá como un acuerdo de libre comercio, nunca como un mercado común (que por otra parte no ha conseguido ser) en un marco de entendimiento (nada fácil por diferencias de objetivos naturales) con Brasil. Y mantenerlo como una posibilidad para la expansión comercial de PyMes y empresas medianas que no tienen capacidad para entrar en otros mercados.
De todos modos la relación de Argentina con Brasil no se limita al Mercosur. Hay otros grandes temas de la relación bilateral de gran importancia. Algunos nos encuentra enfrentados, particularmente los de carácter político y algunos geopolíticos. Mirando hacia adelante, sin embargo, tenemos hoy una nueva oportunidad. Esta incluye algunos elementos nuevos. Primero la posibilidad de generar políticas comerciales comunes que nos pongan al margen de la competencia Estados Unidos-China. Es posible que los intereses de Argentina y Brasil sean convergentes en más de un terreno frente a las dos grandes potencias ¿Seremos capaces de articular políticas comunes y llevar con nosotros a los otros miembros del Mercosur? Segundo, los nuevos recursos en materia de gas de Argentina podrían ser una fuente de abastecimiento importante para Brasil ante la declinación de la provisión de gas de Bolivia y el elevado costo del “presalt” brasilero. Esto solo se puede concretar en el marco de un acuerdo de largo plazo que comprometería a nuestro país como abastecedor confiable y a Brasil como comprador solvente.
*Juan C. Sánchez Arnau (con la colaboración de Tadeo Quintela): “Argentina y el Mercosur. Balance de Treinta años de comercio”, en cuarenta cuadros y gráficos estadísticos sobre el comercio de sus miembros y el comercio intra-regional. Fundación Encuentro Federal, junio de 2022.
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