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La aguda estrategia de Borges para escapar de su destino de escritor marginal


Por Daniel Mecca - Dedicás páginas a analizar el cuento "Pierre Menard, autor del Quijote", que es un escritor francés imaginario pero no parisino, lo cual es todo un hecho programático que Borges le dé el estatuto de "reiventar la literatura" (haciendo juego con el título de tu libro) a un escritor de los márgenes. Borges crea su literatura enciclopédica desde un país como Argentina, como si también se reformulara el gran debate del siglo XIX de la identidad nacional tras la independencia de España.
-Borges era totalmente ajeno al esnobismo por París (aunque no ajeno a todo esnobismo) y mantuvo una relación ambivalente con la literatura francesa. Evidentemente, inventar a un escritor francés de las "orillas" es a su manera un gesto irrespetuoso. El tema de la "identidad" que mencionás es, en él, fundamental. Considera que la única manera de no ser un escritor con "identidad" argentina, y por lo tanto menor o periférico, es reivindicar, como lo hace, una herencia universal, adelantándose a la globalización actual. Pero la definición de la tradición argentina como heredera de la tradición universal no es un cosmopolitismo trasnochado (como la de algunos escritores decimonónicos argentinos), sino una manera de insertar Argentina al lado, si no en el centro, de las más nobles tradiciones occidentales. Desdeña el debate de la identidad para propugnar una libertad, que es la libertad de estar a la altura de los grandes escritores europeos o estadounidenses.





En ese sentido, ¿"Pierre Menard…" podría leerse -entre las muchas lecturas que hay del cuento- como una cifra no solo de la literatura de Borges, sino un planteo programático de hacer universal la literatura nacional?
-Totalmente. Lo de Borges no es redefinir lo argentino para confrontarse a lo universal, sino operar con lo universal para darle un lugar a lo argentino. Por eso los tan curiosos cuentos que mezclan la tradición gauchesca o el espacio pampeano decimonónico con problemáticas y personajes salidos de las más grandes tradiciones europeas ("Funes el memorioso", por ejemplo, o "Historia del guerrero y la cautiva"). Hacer una especie de autorretrato paródico bajo la forma de un escritor menor francés que intenta reescribir el Quijote va, como lo sugerís, en ese sentido: redefine lo nacional incorporándolo a lo europeo.





-Comentabas que hay matices de cómo se lee a Borges según los países: ¿cómo se lo está leyendo ahora en París? ¿Notás cambios respecto a las primeras lecturas que se hicieron allí de él, tomando en cuenta que fue en Francia donde se hizo la primera gran traducción europea suya en 1951?
-Borges ha sido, de alguna manera, integrado a la percepción de la literatura que tienen los franceses (y hay pocos escritores en esa situación). Muchos escritores lo citan como referencias evidentes, o sea que forma parte del horizonte de escritura contemporánea aquí, y hay muchos lectores de él. La especulación también forma parte de la tradición francesa.





-En otro de los tramos del ensayo destacás "la modificación de su juventud (de Borges) para volverse compatible con el proyecto literario del escritor y con el relato", sobre la base de elegir por ejemplo no reeditar ensayos de la juventud o bien modificar poemas. ¿Cuál sería a tu entender una buena forma de aproximar a Borges a las nuevas generaciones de lectores?
-Como siempre, y para cada generación, me parece importante bajar del pedestal y sacar del mármol a los grandes escritores que las instituciones tienden a fosilizar y de alguna medida a volver ilegibles, si leer implica una puesta en duda de certezas y una experiencia íntima de apropiación. Hay que ver al gran sabio enciclopédico como una construcción y acentuar la mirada original, iconoclasta, sobre el mundo que tuvo. Lo enseño a menudo a estudiantes franceses y funciona muy bien a condición de ritualizar el saber y la referencia erudita, no como valores opresivos sino como juegos subversivos. Por eso me gustó la tapa que imaginó la gente de Paidós, con su leve ironía y su aspecto colorinche (casi psicodélico o queer).





-En 2021 publicaste "¿Qué será la vanguardia? Utopías y nostalgias en la literatura contemporánea", editado por Beatriz Viterbo. ¿De qué manera Borges es vanguardia en esta literatura contemporánea? ¿Sigue siendo correcto hablar de vanguardia en Borges?
-Sin duda, varios aspectos de la obra de Borges tienen que ver con posturas vanguardistas: la idea de la polémica, la ambición fundadora, la irreverencia por las categorías establecidas, el interés por la forma que linda con el que se puede tener por el procedimiento. Su uso irrespetuoso del pasado coincide hoy con ciertas posiciones de autores que retoman ecos vanguardistas. Esos escritores tienden, por otro lado, a leer a Borges como vanguardista, por ejemplo Pablo Katchadjian y su célebre Aleph engordado.





-Pienso en Aira publicando más de 100 novelas y esquivo a las entrevistas y Borges, "el cuentista", autor clásico sin novela, gestor de sí mismo en la comunicación masiva en los medios. Y, sin embargo, lo duchampiano está en Aira y Borges, produciendo ambos un programa conceptual. ¿Qué rastros de Borges encontrás en Aira?
-Me parece que las marcas borgeanas en Aira son muchas, a pesar de las diferencias, lo mismo sucede por otro lado con Borges/Saer (N. de la R.: Premat fue coordinador de Borradores inéditos, cuatro tomos de manuscritos de Juan José Saer). El primer texto escrito de Aira es una parodia del uso de la filosofía por Borges en el marco pampeano (Las ovejas). También, en sus comienzos, pasa por la escritura de un diccionario enciclopédico, obsesionado por la totalidad y el juicio (Diccionario de autores latinoamericanos), pero sobre todo es marcante, creo, la importancia de su figura de autor, entre modesto y dudoso, tanto como su concepción del sentido, el uso de la paradoja, el rechazo constante por el sentido unívoco, el gusto por la ambigüedad. Además de cierta atracción por lo que podríamos llamar, no muy rigurosamente, la literatura de imaginación, derivada de lo fantástico.





-Cerramos acá: ¿qué libro recomendás para empezar a leer a Borges?
-Más que el primer libro, de lo que se trataría es del primer texto, hasta tal punto cada cuento o cada ensayo es un mundo en sí mismo. La experiencia pedagógica me confirma que "Las ruinas circulares", "El Sur", "Tema del traidor y del héroe" de Ficciones, "Historia del guerrero y la cautiva" de El Aleph y "La muralla y los libros" de Otras inquisiciones funcionan bien. Otro consejo de lectura, pero ya en términos más exigentes, es alternar cuentos de Ficciones y El Aleph con los ensayos de Otras inquisiciones.









Acerca de Julio Premat





Nació en Buenos Aires en 1958. Es doctor en Literatura por la Université de Paris III - Sorbonne Nouvelle y es catedrático de literatura hispanoamericana en París, donde vive desde 1976. Dirige el grupo de investigación Literaturas Contemporáneas del Río de la Plata. Ha publicado ensayos sobre las obras de autores como Haroldo Conti, Antonio Di Benedetto, Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti y Leopoldo Lugones, entre otros. Es autor de La dicha de Saturno. Escritura y melancolía en la obra de Juan José Saer, Héroes sin atributos. Figuras de autor en la literatura argentina, Érase esta vez. Relatos de comienzo, ¿Qué será la vanguardia? Utopías y nostalgias en la literatura contemporánea y Borges: la reinvención de la literatura.


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