Hace 40 años, cuando el país vivía la marea electoral alfonsinista, José “Tati” Vernet surfeó la oleada radical y obtuvo el gran triunfo peronista en Santa Fe. Con tan solo 39 años, se convirtió en el gobernador más joven de la historia de la provincia. Pese a haber triunfado en las elecciones, no olvida aquella dura jornada en la que el peronismo fue derrotado a nivel nacional. El 30 de octubre de ese año, Raúl Alfonsín se convirtió en el nuevo presidente de los argentinos. “Habíamos ganado, pero llorábamos porque habíamos perdido la elección presidencial”, recuerda.
Familia peronista y joven militante
José María Vernet nació en Rosario, en 1944, en el seno de una familia justicialista. Desde muy chico abrazó la doctrina peronista, compromiso que luego lo llevó a convertirse en candidato a la gobernación de Santa Fe, en 1983. “Mi padre era peronista y me pasó toda la experiencia”, cuenta. “Vivía en un ambiente de total criterio y pensamiento peronista”. Por eso, su familia vivió con dolor y miedo la caída del gobierno del general Juan Domingo Perón en 1955. Ya en la década del 60, durante su juventud, Vernet comenzó a militar en la JP de Santa Fe, años en los que se recibió de contador en la Universidad de Rosario. Con la llegada de los convulsionados años 70, empezó a trabajar políticamente junto a su padre en las mutuales sindicales de Rosario, donde conoció a varios gremialistas, entre ellos a José Ignacio Rucci, de quien recuerda que “tenía un gran carácter”.
En 1972, luego del retorno de Perón, se abrió el proceso electoral para las elecciones de marzo de 1973. El justicialismo santafesino atravesaba un fuerte conflicto interno porque, por un lado, se encontraban los peronistas ortodoxos, que candidatean a Antonio Campos y a Alberto Bonino para gobernador y vicegobernador, respectivamente. Por el otro, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) que formaba parte del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) presentó la fórmula de Carlos Sylvestre Begnis junto a Eduardo Cuello. Vernet optó por jugar políticamente para el primero, que luego, en las elecciones de marzo, fue derrotado por el candidato del MID.
El “Tati” Vernet militó activamente en el peronismo ortodoxo, pero sintió alegría con la llegada de Héctor Cámpora a la Casa Rosada, el 25 de mayo de 1973. El 20 de junio de ese año, Perón regresó definitivamente a la Argentina y Vernet se acercó como un militante más a Ezeiza para recibir con alegría al ex Presidente, en una jornada que marcó al peronismo. También el dirigente se hizo presente en la Plaza de Mayo el histórico 1° de mayo de 1974. Aquel día, Perón echó a Montoneros de la plaza. Vernet aún recuerda el encendido discurso del ex Presidente, a quien se quedó apoyando en la plaza aquel memorable Día del Trabajador.
El 24 de marzo se produjo el golpe con el que comenzó un largo período de gobierno militar. “Sabíamos lo que se venía, no éramos estúpidos”, asegura. Su familia sufrió las consecuencias por militar activamente en el justicialismo. Su hermano fue perseguido y esa etapa atroz la llevaron “de la manera que se pudo”, según él mismo cuenta. Durante aquellos años, Vernet trabajó como contador, pero también dio clases de comercio nacional e internacional en la Organización de los Estados Americanos (OEA), donde había estado becado. Eso lo llevó a estar un poco alejado de la Argentina y viajar a países de América Latina; regresó al país, junto a su familia, cuando el período más duro de la dictadura había pasado.
El camino a la gobernación
Corría 1983, estaba llegando el ocaso de la dictadura y el joven Vernet, de 39 años, no había ocupado ningún cargo público hasta el momento. Sin embargo, la relación que había cultivado años anteriores con el sector gremial peronista le valió el apoyo definitorio de las 62 Organizaciones gremiales peronistas, hecho que lo llevó a ser el candidato justicialista para la gobernación de Santa Fe. “En épocas difíciles, cultivé una gran amistad con Miguel Ángel Gómez, un gran gestor de mi candidatura junto al movimiento obrero”. Con la apertura democrática a la vista, el peronismo santafecino buscó rearmarse y emprendió una fuerte campaña, en medio de una avalancha alfonsinista. “Les dije a mis compañeros, ‘muchachos, no podemos vivir de los restos de Perón. Tenemos que representarlo y superarlo’”, les admitió Vernet.
Comprometido con la candidatura, el “Tati” recorrió pueblos y radios locales. “La campaña uno la hacía contra su adversario provincial”. La sociedad estaba cansada del miedo y el candidato radical a nivel nacional, Raúl Alfonsín, se mostró como un símbolo de paz y unidad. Un mes antes de las elecciones, las encuestas daban ganador al dirigente de la UCR. “Empecé a estudiarlo más. Alfonsín visitaba un pueblo e iba a la estación de ferrocarril, al hospital, a la comisaría, a todos los lugares que estuvieran abiertos. Saludaba a todos y seguía”. El santafecino entendió la manera en que el radical buscaba acercarse a la gente. “Si Alfonsín estaba hablando de la unidad, yo no podía seguir con el discurso insulso de Luder”. En el 83, los radicales traccionaban los votos de Alfonsín, pero Vernet tenía que encontrar el método para ganar la provincia. Hacer un discurso progresista sin contradecir a Alfonsín, pero sin seguir sus mismas ideas. “Cuando llegó la elección, nosotros estábamos con un partido que tenía una conducción nacional muy cuestionada. Entonces, ¿quién me conducía a mi? Nadie”.
El candidato presidencial del justicialismo era Ítalo Luder, el peronista que aparecida como más complaciente con la dictadura. Vernet no estaba de acuerdo y asegura que fue un gravísimo error de la cúpula nacional peronista nominar como candidato presidencial a Luder, en lugar de Antonio Cafiero. “Luego, pasó lo que pasó y nadie se quería hacer responsable”. El dirigente santafecino también desmiente el mito de que el PJ perdiera las elecciones por el ataúd, que Iglesias nunca llegó a quemar. “Muchos inventaron la excusa del cajón de Herminio y el principal responsable de que perdiéramos las elecciones fue Ítalo. Era un candidato sin oratoria, sin carisma, que no le gustaba que lo toquen los humildes y que veraneaba en Punta del Este”, sentencia. 40 años después, Vernet señala a Luder como el mariscal de la derrota peronista de 1983 y no a los hechos ocurridos en el cierre electoral del PJ en la avenida 9 de Julio. “Son mitos que quedaron instalados, la elección nacional ya estaba perdida”.
La jornada electoral
Finalmente, el 30 de octubre, se realizaron las elecciones tanto en Santa Fe como a nivel nacional. “Tati” Vernet llegó a la gobernación con el 41,41% contra el 40,32% de Aníbal Reinaldo de la UCR. En tanto, Alfonsín llegó a la presidencia con el 51,75% contra el 40,16% de Luder. En las primeras horas del 31 de octubre, el peronismo de Santa Fe festejaba con bombos, murgas y toda la liturgia justicialista el triunfo a nivel provincial. Miles de justicialistas respaldaron al nuevo gobernador electo pero, a su vez, sentían un dolor imborrable porque el peronismo perdía la oportunidad para regresar al poder a nivel nacional, después de haber luchado durante años contra la dictadura. “Habíamos ganado, pero llorábamos porque habíamos perdido a nivel nacional”.
El justicialismo retuvo de todos modos varias provincias, todo el norte y noroeste, de La Rioja hacia arriba siguió pintado de celeste, más San Luis, La Pampa y Santa Cruz. En total, 12 provincias, pero la de mayor peso electoral era Santa Fe.
Vernet asumió el 10 de diciembre y decidió hacer un gobierno peronista en Santa Fe, aggiornado a los nuevos tiempos de concordia democrática.
A 40 años del regreso de la democracia y a partir de los errores cometidos en el pasado, “Tati” Vernet reflexiona sobre el futuro del PJ. “Hay que escucharlo a Perón, que en su alianza con Balbín dijo que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”, dice, a modo de mensaje para los jóvenes peronistas. (Infobae)