Antes que nada, vaya un pedido para el presidente Milei. Esta semana repitió algo que ya había dicho varias veces: “Si seguimos en este rumbo, dentro de 35 años vamos a ser un país próspero como Irlanda”. Con todo cariño y humildad: ¿no podría ser un poquito antes? Mis amigos y yo vamos a tener casi 100 años, mis primos casi 110 y el querido Tío Tito, que tanto militó durante la campaña, va a andar por los 123 años. Si Dios quiere, alguno va a llegar, pero no es justo alcanzar la tan soñada prosperidad usando pañales para adultos.
Al final va a tener razón el archienemigo Keynes cuando dijo que “el largo plazo no existe porque en el largo plazo vamos a estar todos muertos”. Dale Javi, fijate si podés adelantar la fecha de entrega, sino te vas a terminar pareciendo a mi herrero.
Otro asunto que merece ser aclarado es la catarata de insultos que Juan Grabois le propinó a la secretaria legal del Ministerio de Capital Humano, Leila Gianni, cuando se cruzaron en el juzgado. El tipo la prepoteó al grito de “¡kuka ladrona, berreta, chanchín!”, y después se cruzó con otro y le dijo “sos un cerdo, sos una mierda”. Desde acá queremos llevar tranquilidad a la señora Gianni y su gente. No se preocupen, Juan es así. Ya se le va a pasar.
La mejor prueba de esto es que el 22 de abril del año pasado lo vimos por televisión gritando como un loco desencajado textualmente:“¡¡¡Cristina, yo te digo que ni en pedo vamos a votar a este sinvergüenza, vendepatria y cagador de Massa, no hay forma… no hay forma de que nos volvamos a comer un Scioli, un Alberto o un Massaaaa!!!!” ¿Y al final que pasó? Se ve que encontró la forma porque se terminó comiendo a Massa, poniendo cara de “qué rico” y yendo a votarlo con el upite cerrado.
Recordar este episodio también sirve para los que imaginan un peronismo conducido por alguien que no sea Cristina. Olvídense. A menos que Ella decida activar el Plan Greta Garbo, llegado el momento, lo que Cristina diga será obedecido por todos los dirigentes peronistas, Grabois y Kicillof incluidos. Es cuestión de darle tiempo, ya va a aparecer el dedito que mece la cuna.
Dicho todo esto, vamos a lo importante.
En agosto de 2019, pocos días antes de las elecciones PASO en las que el tándem Macri-Pichetto enfrentó al dúo Alberto-Cristina, el Gato venía siendo asesorado por unos tipos que le hablaban de la nueva política, de las redes sociales y todo eso. Sin hablar de casta, ellos también pensaban que representaban lo nuevo, el cambio y que la comunicación política no era lo que había sido. “Las audiencias no están más en los medios sino que están en la redes”, le soplaban al oído una banda de genios que, al poco tiempo, se demostraría que no lo eran tanto.
Tres días antes de aquellas PASO, Macri estaba muy confiado porque su entorno le decía que estaban empatados, a los sumo uno o dos puntitos abajo, nada que no se pudiera remontar después, en las elecciones generales de octubre. El viernes previo, o sea el 9 de agosto de 2019, los cráneos de Juntos por el Cambio dejaron trascender que ya estaban un par de puntos arriba. Sin embargo, cuando el domingo abrieron las urnas, descubrieron que habían perdido por 17 puntos a nivel nacional y por 20 puntos la provincia de Buenos Aires. Un papelón de los genios de la imagen y la comunicación, con sus focus groups, sus encuestadores y sus filósofos del cambio.
Moraleja: todo bien con los tuiteros, los trolls, la nueva política, el pibe Caputo y toda esta idea de que Milei y LLA son otra cosa. A Macri le decían lo mismo. No te engañes, Javi. La política no es así. Si no te avivás a tiempo podés terminar igual que el Gato.
Tal vez habría que aprovechar este momento para cambiar el criterio e incorporar dos o tres dirigentes políticos que sepan algo. Siempre eligiendo con mucho cuidado.
Al respecto, recordemos las dos reglas de oro que vienen dominando la política de los últimos años:
1. Máxima del gobierno kirchnerista 2019/2023: Todo funcionario kirchnerista que sea rajado del gobierno siempre será reemplazado por algo peor. Esta ley se cumplió siempre y explica buena parte del fracaso, el resto se debió al talento de Cristina, Alberto y Massa.
2. Máxima del gobierno de Milei 2023 a la fecha: todo funcionario nombrado por Milei, por inútil que sea, siempre será mejor que su antecesor kirchnerista. Esto explica, por ahora, las razones del apoyo popular. Tampoco es para andar abusando.
Estos enunciados se verifican aún en los casos más raros. Ejemplo: si comparamos al Daniel Scioli que estaba en el gobierno del “expresidente” Alberto con el Daniel Scioli del actual gobierno, es obvio que este Scioli es una joyita. Se cumple el teorema.
¿Viene bien Javi? Por ahora, genial. Divertido, ingenioso, explosivo, original como pocos, un fenómeno global con el que todo el mundo quiere sacarse una selfie. Mejor imposible, para conductor de la ceremonia del Oscar. Para presidente de un país en crisis ya es un poquito más discutible.
La situación podría resumirse así. Escena en el piso 80 de una torre en Nueva York. El CEO de una multinacional mira YouTube en su Smart TV de 98” con varios amigos. Están viendo la última conferencia de Javi y el reportaje que le hizo la periodista norteamericana Bari Weiss. Todos lo miran con admiración, se divierten, comentan que es un tipo genial, que nunca vieron algo así. Ven a Milei gritando (textual): “¡son una casta inmunda, degenerados fiscales! ¡Merecés cagarte de hambre por hijo de puta! ¡¡Soy un Topo, soy el que destruye el Estado desde adentro!! ¡Odio al Estado!". Todos festejan estas ocurrencias de Javi, dichas el jueves pasado. De hecho este grupete de millos se junta todos los viernes para ver el compilado semanal de lo mejor de Milei.
De repente, entra el Gerente de Negocios Latinoamericanos. Interrumpe. “Disculpen muchachos, estoy cerrando el día y tengo que decidir si invertimos algo en la región”. “Obvio que sí -le dice el CEO- dale con fe… pongamos guita en Uruguay, Paraguay, Chile y Brasil”. "Argentina me encanta… para entretenernos, pero para poner guita ahí hay que estar más loco que Milei”. Y siguen mirando los videos.
Javi aparece en la pantalla. “Yo vengo del futuro, soy Terminator”. El CEO mira fascinado, “¡qué copado es este tipo… hasta la vista, Baby; ja!!”. Vuelve a entrar el Gerente de Negocios Latinoamericanos: ¡están bajando las acciones argentinas y los bonos, compro?”. “¡¡¡Nooo!!” dicen todos a la vez.
Es obvio que puertas afuera, las cosas que dice Javi, le restan. Puertas adentro le suman frente a la hinchada pero pone nerviosos a los que deben invertir.
Por suerte, cada vez que Javi dice alguna barbaridad, al toque aparece Alberto Fernández diciendo alguna de sus pelotudeces y nos vuelve el alma al cuerpo.
Y cuando lo del “expresidente” no alcanza, las Fuerzas del Cielo sacan a pasear a Pablo Moyano, Moreno, Máximo o Grabois y santo remedio.
Así pasan los días. Durante meses Javi nos contó que él nos estaba sacando de la esclavitud y nos iba a guiar por el desierto hacia la libertad. Esta semana dijo que viene del futuro para destruir el Estado y que va a estar todo bien.
Vamos de Moisés a Terminator.
Cuando la pasen por Netflix va a estar buenísima.