Por Guillermo Briggiler- La Inteligencia Artificial (IA) está transformando el mundo laboral de maneras que aún estamos comenzando a comprender. Al igual que los avances tecnológicos del pasado, desde la invención de la maquinaria agrícola hasta la Revolución Industrial, la IA está generando una revolución que promete cambiar las dinámicas del empleo en casi todas las industrias. Así como el tractor reemplazó al buey y la maquinaria textil transformó el trabajo del artesano, la IA tiene el potencial de automatizar tareas repetitivas, mejorar procesos y crear nuevas oportunidades, pero también de hacer que ciertos empleos sean menos necesarios o desaparezcan, pero no se asusten.
La historia nos enseña que las innovaciones suelen traer consigo una mejora en la productividad y, a menudo, en la calidad de vida. En la agricultura, por ejemplo, el paso de la tracción animal a la mecanización significó que una tarea que antes requería jornadas enteras de trabajo pesado y varias personas podía completarse en una fracción de tiempo y con mucho menos esfuerzo. A medida que las máquinas agrícolas se perfeccionaron, el trabajo manual se redujo y la producción aumentó, permitiendo alimentar a una población creciente con menos agricultores. Podemos preguntarles a nuestros abuelos como les mejoró la vida la llegada de la maquinaria agrícola.
La Revolución Industrial nos ofrece otro ejemplo, antes de que existieran las fábricas, las personas producían bienes en pequeños talleres o en sus propios hogares, de forma artesanal y en cantidades limitadas. Con la llegada de la máquina de vapor y el ensamblaje en masa, el trabajo artesanal se fue reemplazando por líneas de producción. Aunque muchos artesanos perdieron su modo de vida tradicional, se crearon puestos de trabajo en fábricas, aunque también se incrementó la dependencia de los obreros respecto de los dueños de capital y generó nuevas revoluciones.
En nuestros días, la IA representa un cambio de proporciones similares. Tareas repetitivas y predecibles, desde el análisis de datos hasta el servicio al cliente, están siendo automatizadas. En los sectores financieros, por ejemplo, algoritmos avanzados procesan grandes volúmenes de datos en tiempo real, permitiendo análisis financieros que antes requerían días de trabajo humano. En el ámbito de la atención al cliente, los chatbots y asistentes virtuales manejan consultas básicas, mientras que los agentes humanos sólo intervienen en casos más complejos.
Sin embargo, la IA no sólo reemplaza tareas, sino que permite realizar funciones que antes eran impensables. En la medicina, los algoritmos de IA pueden analizar imágenes radiológicas para detectar patrones de enfermedades con una precisión que iguala o supera a la de un médico. Esto libera a los profesionales para que se centren en tareas más complejas y en la toma de decisiones críticas. No obstante, esto también plantea preguntas sobre la dependencia tecnológica y la pérdida potencial de habilidades fundamentales.
El impacto de la IA se sentirá con más fuerza en las tareas rutinarias, pero su avance no se limitará a ellas. Con el desarrollo de modelos de IA creativos, se están abriendo nuevas posibilidades en campos como el arte y el diseño, generando contenidos visuales y musicales que ya compiten en el mercado. Esto plantea un desafío para profesionales creativos y de servicios, cuya labor antes se consideraba irreemplazable.
Pero, como en las revoluciones tecnológicas previas, la IA también creará nuevos tipos de empleo. La demanda de habilidades en ciencia de datos, ética de la IA y desarrollo de algoritmos se ha disparado, y muchas de estas tareas requieren habilidades que aún no se enseñan de manera generalizada. Esta transición podría ser menos traumática si invertimos en educación y en la reconversión laboral de trabajadores que podrían quedar desplazados, al igual que en las revoluciones anteriores.
Para aprovechar el potencial de la IA sin provocar un choque social, es fundamental que tanto gobiernos como empresas nos preparemos para estos cambios. La IA, como cualquier avance disruptivo, es una herramienta poderosa que puede mejorar la vida de millones si se utiliza de forma ética y responsable. Así como la mecanización permitió a los agricultores producir más y la industria generó empleo para masas, la IA puede liberar a las personas de trabajos repetitivos y peligrosos, permitiéndoles enfocarse en áreas de mayor creatividad y valor agregado.
El futuro del trabajo está en constante evolución, y la IA es un paso más en una larga serie de transformaciones tecnológicas. Como en el pasado, enfrentaremos la necesidad de adaptarnos, pero con la oportunidad de construir un mundo laboral más productivo y flexible, en el que la tecnología complemente, en lugar de reemplazar, al ser humano.
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