Culto Católico

Informe revela efectos de la pandemia en la dinámica del trabajo





La vulnerabilidad global de los trabajadores se expresa en que el 46,4% del total de los ocupados carece de aportes sociales. La desocupación llega casi al 14%, la tasa más alta de la década.




La tasa de desocupación se incrementó, entre 2019 y 2020, del 11,3% al 13,9% de la población económicamente activa, resultando ser el valor más elevado de la década, advirtió el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA UCA).
El informe "Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del trabajo en la Argentina urbana. Una mirada crítica sobre el impacto heterogéneo del actual escenario tras una década de estancamiento económico (2010-2020)", revela las consecuencias de la pandemia en los trabajadores de la Argentina urbana.
El estudio fue presentado formalmente hoy en el marco del seminario académico sobre "La crisis del empleo en la Argentina más allá del Covid-19. Soluciones posibles. Políticas necesarias". Participaron los investigadores ODSA-UCA-Conicet Eduardo Donza, Santiago Poy y Agustín Salvia. También contribuyeron al debate la doctora Marta Novick, el doctor Eduardo Levy Yeyati y el doctor Alexandre Roig.
Según los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina de la UCA, referidos a la población de 18 años y más, entre 2019 y 2020 disminuyó del 64,8% al 63,1% la propensión de las personas a participar del mercado de trabajo, en gran parte por el efecto de la pandemia y de la crisis económico-sanitaria.
Este extraño comportamiento se explica porque en la fuerte pérdida de empleo observada, la tasa de empleo disminuyó del 57,9% al 54,1%. Este efecto de desaliento en la búsqueda de empleo se dio ya sea por la imposibilidad de circular libremente por las disposiciones del ASPO (Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio) o del DISPO (Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio) o por la creencia de que no se va a conseguir trabajo.
Los resultados de la Encuesta muestran que, en 2020, sólo el 43,7% de la población económica activa de 18 años y más, logró acceder a un empleo pleno de derechos. Mientras que el 13,9% de esta población se encontraba abiertamente desempleada y el 14,5% sometida a un subempleo inestable (realizando changas, trabajos temporarios o no remunerados, o siendo beneficiarios de programas de empleo con contraprestación).
Al mismo tiempo, el 27,9% contaba con un empleo regular pero precario (con niveles de ingresos superiores a los de subsistencia, pero sin afiliación alguna al Sistema de Seguridad Social).
Por otra parte, en el último año aumentó la proporción de ocupados en el sector micro-informal de la estructura productiva (actividades laborales autónomas no profesionales o llevadas a cabo en pequeñas unidades productivas de baja productividad, alta rotación y baja o nula vinculación con el mercado formal). En 2020, este sector reunía al 51,1% de los ocupados.
En el mismo año, los ocupados en el sector público representaban el 15,2% (se incluye tanto a los empleados que cubren las necesidades operativas del Estado como a los trabajadores que realizan contraprestación en los programas de empleo directo), y solamente el 33,7% de los ocupados realizaban actividades en el sector privado formal (actividades laborales profesionales o en unidades económicas de media o alta productividad e integradas a los mercados formales).
El estado de vulnerabilidad global de los trabajadores se expresa en que el 46,4% del total de los ocupados carece de aportes al Sistema de Seguridad Social (no le realizan los aportes jubilatorios al 27,6% de los asalariados y el 70,4% de los trabajadores por cuenta propia no realiza el pago de sus aportes jubilatorios) y el 32,4% de los ocupados no contaban con cobertura de salud de obra social, mutual o prepaga.
El ingreso medio mensual de los trabajadores del sector micro-informal fue un 35,4% menor que el ingreso del total de ocupados.
La incidencia del trabajo doméstico intensivo no remunerado se incrementó, entre 2010 y 2020, del 56,5% al 65,8% de la población de 18 años y más. La distribución de estas tareas es marcadamente desigual con respecto al sexo. En 2020, el trabajo doméstico intensivo no remunerado fue realizado por el 89,6% de las mujeres mayores de 18 años y solamente por el 38,9% de los varones de ese grupo de edad.
El déficit en los recursos psicológicos de los trabajadores es elevado y muestra un agravamiento en los trabajadores afectados laboralmente en el escenario covid-19, especialmente en aquellos que perdieron su trabajo en la emergencia económico sanitaria.


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