Cultura

FTR 2022. Recorrido III


Por Juan Carlos Ceja (especial para CASTELLANOS) - El martes 12 fue un día de buena cosecha teatral, los tres espectáculos vistos tienen hechura firme y fueron bien recibidos por el público.
Por la tarde continuaba la segunda parte del seminario de 5 horas El arte del Agite, pero desistí, me di cuenta que no era viable el objetivo propuesto de formación en recomendadores culturales.
El espectáculo denominado Un poco más del laboratorio de Circo dirigido por Ana Gurbanov se llevó a cabo en el Cine Teatro Municipal Belgrano.
La primera presentación circense la vi en el festival anterior, desde aquel momento al actual la evolución artística del grupo es profunda y el acople de los artistas con sus diferentes destrezas nos muestra un equipo colaborativo y afianzado en el uso del espacio, el virtuosismo y en establecer una corriente de empatía entre el escenario y los espectadores. La sala iluminada por muchísimos celulares, movidos con ritmo a mano alzada por los espectadores, vale como ejemplo.
Los recursos escénicos han sido potenciados. El vestuario está bien personalizado y en todos los casos es llamativo como el maquillaje. La música tiene protagonismo, es variada y acompaña con pertinencia las escenas. Adrián Alassia sabe con la iluminación como fortalecer la puesta en escena.
Los artistas se desplazan con soltura y simpatía, disponen esquemas coreográficos muy dinámicos y entretenidos. Se produce magia y clima de circo con la ejecución de lira (aro), acrobacia aérea en tela, magia, "clown" y payaso, conjunto musical, caño y malabares, danza y acrobacia de piso.









Hay una o dos situaciones que sacan de tono al espectáculo y eso se vivencia como exótico, por caso el de "la muerte", pero ello no limita el aplauso rotundo, largo y los vítores finales que el público -muchas personas de pie- brinda a "nuestro circo rafaelino".
La obra mendocina titulada Un hueco que vimos en un pequeño vestuario del Club Atlético nos comunica con lo mejor de la escena dramática nacional, demuestra que el teatro de la representación tiene por estos lares mucho para decir del ser y estar del argentino.
Los actores realizan un trabajo impecable, caminan por cuerdas distintas, pero aportan con solidez al fondo común de una historia de soledades, abandono y mediocridad. Los tres hombres arrinconados y separados del salón donde ocurre el velatorio dan cuenta de sus vidas, de toda una comunidad pueblerina y un poco más allá.
Los momentos fuera de escena por los vericuetos del pequeño vestuario o parte de él, con sus ruidos y silencios, el uso de algunos elementos propios del lugar (baño, espejo, trapo, placard, puertas, etc) anulan la famosa cuarta pared y ayudan a producir tensiones y un ambiente claustrofóbico inherente a las vivencias de los personajes tan frágiles que estamos observando. Mendocinos: ¡cuánta polenta teatral! Gracias.
Los rionegrinos de El Bolsón presentaron la comedia Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual, cuya dramaturgia pertenece a Carla Zúniga y se define como una "comedia negra con metamorfosis kafkiana, farsa de género y banda musical en vivo incluida".
Víví la representación como símil de un vodevil endemoniadamente embrollado, que asume con énfasis el carácter de denuncia y anhelo de libertad frente al atropello y la violación cuando lo que está en juego es la elección de la sexualidad y una vida de decisiones autónomas, donde la elección sea el pasaporte a una vida más plena y feliz, es decir, más sana.


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