Arranquemos llevándole tranquilidad a los muchachos de la concesionaria en la que trabajaba Alberto cuando en 2019 fue designado candidato e inició ese milagroso periplo que lo llevó del 08 a la Primera Magistratura (“Del 08 a la Primera Magistratura” es un buen título para su autobiografía, se lo regalamos). Sabemos cuánto lo extrañan y la ansiedad que deben sentir, pero tengan paciencia. Falta menos. Un esfuercito más y ya lo tendrán de vuelta entre ustedes, rodeado de usados y oportunidades. Luchen y vuelve.
Dicho esto vamos a lo importante.
Contrariamente a lo que mucha gente cree, tener solo 6,6% de inflación mensual en un país que tiene como ministro de economía a un abogado, en lugar de tener a un economista como Dios manda, es un milagro. Dada la situación, todo podría ser peor. Es como si Scaloni, en vez de poner a Romero y a Otamendi como centrales, hubiera puesto a Máximo persiguiendo a Mbappé y a Kicillof despejando de cabeza los centros a Giroud. Por ahí ganábamos igual, pero no era lo más recomendable. Si no sirven para los puestos que ocupan ahora, mucho menos hubieran servido como zagueros.
Por lo tanto, valoremos el esfuerzo que está haciendo Sergio Massa jugando en un puesto para el que no está preparado ni tiene la menor idea, como podemos comprobarlo día a día en el bolsillo.
Sin embargo el tipo resiste, con el apoyo de todos, pese a la firme sospecha de que en unos meses más vamos a extrañar el 102% anual de hoy. Al fin y al cabo, ahora que tenemos el 6,6% de Massa nos damos cuenta lo bien que estábamos cuando estábamos mal con el 3% de Guzmán.
Con esta sencilla reflexión iniciamos la temporada N°16 de columnas domingueras sabiendo que nos espera un año insoportable al que habrá que ponerle onda y tratar de mirar la realidad desde otro ángulo.
Una mirada oblicua de los problemas sirve para neutralizar a los que viven quejándose del país sin valorar que, pese a la crisis, hay sectores que no paran de crecer. Por ejemplo, el narcotráfico.
En 2003, cuando llegó Néstor y fundó la democracia, la Argentina era un país de tránsito donde, si un fumón andaba necesitado, a lo sumo podía conseguir algo de faso paraguayo. Veinte años después, gracias al kirchnerismo, tenemos cocaína, pasta base, éxtasis, metanfetaminas y drogas sintéticas suficientes como para garantizar la mesa de los argentinos y darnos el lujo de exportar el excedente. De hecho, no sé que espera el gobierno popular para ponerle retenciones a esta próspera actividad y empezar a redistribuir tanta riqueza.
Lástima que el kirchnerismo no actuó con la misma convicción en el área de la energía. Si el gobierno le hubiera puesto al tema energético la misma onda que le puso al de la droga no estaríamos festejando 20 años ininterrumpidos de apagones.
Tal vez por eso haya llegado el momento de ir aggiornando algunos viejos apotegmas peronistas. Por ejemplo, la famosa frase “allí donde hay una necesidad hay un derecho”, viendo los resultados de la política tarifaria de Cristina, ya podríamos reemplazarla por “allí donde hay una necesidad hay un corte de luz”. Suena más apropiada.
En cualquier caso, lo importante es que en 2023 estaremos dedicados a elegir al genio o la genia que nos va a gobernar durante los próximos años. Por suerte hay candidatos para todos los gustos. Están todos, salvo Cristina que está proscripta. Como José López, pobre.
En realidad, Ella no está proscripta sino que se autopercibe proscripta. Y además es una autopercepción flojita. Bastaría que le lleven una encuesta que le dé chances de ganar para que la autopercepción se le termine en un minuto. El problema es que esa encuesta no aparece.
El kirchnerismo está desesperado porque Ella es la única que tracciona votos. Lo tienen a Máximo, que también es un Kirchner, pero se ve que no lo quieren arriesgar. Lo estarán guardando para la Libertadores o no le tienen fe o algo raro pasa con este gran estadista.
De ahí que La Cámpora haya lanzado un operativo clamor, algo así como un movimiento popular para que Cristina llegue a la Rosada bajo el famoso lema “Luche y Vuelve”.
El problema es que esta militancia actual no tiene la fuerza de aquella militancia que inventó el verdadero “Luche y Vuelve”. Si a estos de La Cámpora les sacás el cargo, el chofer y los gastos reservados, salen con una bandera blanca, se entregan con las manos en alto y confiesan todo. Llevan 20 años rompiendo las pelotas con la revolución y todavía no consiguieron ni los borcegos.
Este nuevo “Luche y Vuelve” es muy raro porque para volver primero debería irse. Y todos sabemos que Ella nunca se fue. Ella está. Es la Vicepresidenta de un gobierno que hizo exactamente todo lo que Ella ordenó, incluido rajar a todos los que quiso rajar, nombrar a todos lo que quiso nombrar, manejar todas las cajas de Estado, fue la responsable de bloquear la Pfizer, traer la Sputnik, apoyó los acuerdos con los bonistas y el FMI y todas esas cosas que Ella misma critica de su propio gobierno como si no fuera suyo. Genial.
Descartada Cristina, reservado Máximo para la coronación y con Massa haciendo el CBC de Economía, al Frente de Todos no le quedan muchos candidatos. Está Scioli que siempre garpa (dicho esto en el buen sentido) o un muchacho llamado Wado De Pedro que ya es muy popular en el Instituto Patria y en dos o tres manzanas aledañas. En el resto del país no lo juna ni el loro.
De ahí que las mayores chances estén en la oposición, un amplio abanico que incluye a la izquierda, a Milei y al gran favorito: Juntos por el Cambio.
En el caso de la izquierda, ojalá que el candidato vuelva a ser Nico Del Caño por tercera vez consecutiva (2015/2019/2023). Ganar no va a ganar nunca pero algún día le van a dar el Martín Fierro a la Mejor Labor en Debates Presidenciales.
Lo de Milei es más raro. Quizá en la intimidad de su casa sea un dulce de leche, pero en televisión es todo el Clan Manson metido en una sola persona. Va a tener que calmarse, mostrar que es hincha de la Constitución y después vemos.
Obviamente, el favorito es Juntos por el Cambio y si hablamos de esta coalición hay que empezar por Macri. Digámoslo bien clarito: ojalá el Gato se decida y vuelva a ser presidente. Boca lo necesita.
Mientras tanto, para el cargo en la Rosada, picaron en punta Bullrich y Larreta seguidos por Morales y Manes. Dios dirá.
Bullrich será una gran candidata pero no tenemos ni idea de quiénes conforman sus equipos y quiénes son los 500 funcionarios que la van a acompañar desde el primer día. Por ahora, es ella solita con el dorima. Faltan 498 ñatos más.
En cambio Larreta tiene todo su equipo listo, mucha experiencia en gestión y un discurso antigrieta. La única precaución que deberíamos tomar, si llegara a ganar, es pedirle que todas las tardes, cuando salga de la Rosada, abra el bolso para que se lo revisen, pase la mochila por el scanner, extienda brazos y piernas y se deje palpar. Así nos quedamos todos tranquilos.
Si hubiéramos hecho lo mismo con Néstor desde el primer día nos ahorrábamos todos los disgustos de los últimos diez años, incluido el pedido del juicio político a la Corte.
Finalmente, están Morales y Manes que, por ahora, son una dupla que rima. Como Gath y Chavez, Gelly y Obes, López y Planes, Morales y Manes. Curiosidades radicales.
Candidato más, candidato menos, ese es el panorama para el año que arranca.
Usted dirá amigo lector ¿Y el “presidente” no tiene futuro? Claro que sí. Como dijimos al principio, la concesionaria lo espera con los brazos abiertos. Muy pronto Alberto estará otra vez vendiendo oportunidades únicas y seguramente consagrará su vida a relatar historias, alrededor de la maquina de café o de la fotocopiadora, sobre su insólito paso por la Rosada, exagerando datos, inventando situaciones, fabulando diálogos y modelando a piacere una historia cuya moraleja ya es contundente y fehaciente: en la Argentina, cualquier gil puede llegar a ser presidente. Por eso uno tampoco debe perder las esperanzas.
Es un placer estar de vuelta. Comenzó la temporada.