De acuerdo con el más reciente Informe de Actualidad Industrial, elaborado por la Unión Industrial Argentina (UIA), “en el mes de diciembre la actividad industrial registró una caída de -8,3% i.a. y de -6,4% s.e. mensual respecto a noviembre. En ambas mediciones, se evidenció una aceleración de la caída respecto de los meses previos de forma que el cuarto trimestre del año fue el de peor desempeño, con una contracción de -4,2% i.a. por la intensificación de las restricciones en materia de acceso de insumos importados y la coyuntura macroeconómica.
Con estos datos, el año cerró con una variación cercana a 0% (+0,3%) y se interrumpió el proceso de recuperación”.
El informe explica que “el desempeño del año estuvo marcado por la heterogeneidad a nivel sectorial. Hubo fuerte impacto de la sequía en las actividades vinculadas a la agroindustria (alimentos y bebidas, fertilizantes, biocombustibles y maquinaria agrícola) mientras que hubo ciertos sectores que presentaron dinámicas positivas a partir de la maduración de inversiones y la búsqueda de nuevos mercados como los vinculados al sector automotor, a la energía y a la minería.
Más allá de esta heterogeneidad, todos los sectores estuvieron atravesados por la dinámica macroeconómica de falta de divisas y la elevada brecha cambiaria. El BCRA administró la escasez de divisas frenando los pagos a las importaciones, incrementando el stock de deuda comercial de las empresas. A lo largo del año, las empresas manifestaron grandes dificultades con la gestión de SIRA y SIRASE, así como con la imposibilidad de cursar pagos al exterior. Esta situación fue relevada en las encuestas trimestrales del CEU. Tanto el segundo como el tercer relevamiento indicaron mayores dificultades en la importación de bienes y servicios necesarios para la producción, con un empeoramiento en los tiempos de aprobación y los plazos de pago. Finalmente, en el cuarto relevamiento de octubre, a pesar de mantenerse las dificultades en la aprobación e importación de bienes y servicios, hubo mayores dificultades en los plazos de pago a proveedores. Esto desembocó en grandes tensiones en la relación con dichos proveedores y mayor deuda comercial, tanto en montos como en porcentaje de empresas endeudadas. El 81% de las empresas que importan bienes e insumos indicaron tener deuda comercial, en contraste con el 35% registrado a finales de 2021. Esta tendencia fue aún más pronunciada en el caso de las pymes, donde el 79% reportó tener deuda comercial, frente al 26% registrado a fines del 2021.
En este contexto de inflación alta y de elevada brecha cambiaria se deterioró la competitividad y desalentaron las exportaciones. Se buscó compensar esta situación con el programa de incremento exportador que otorgaba tipos de cambios más altos por un tiempo determinado. Sin embargo, las exportaciones cerraron con una fuerte caída de 24%; unos USD -22.000 M menos que el año anterior. La baja obedeció principalmente al complejo de oleaginosas y cereales pero también alcanzó a las exportaciones industriales, que retrocedieron -13%. Aún así, las exportaciones industriales tuvieron un mejor desempeño que las totales y permitieron compensar parcialmente la pérdida de divisas, reforzando la importancia de diversificar la canasta de exportaciones. En este sentido, se destaca la suba de las exportaciones del sector automotor, que incrementó sus ventas por tercer año consecutivo y alcanzó el volumen más alto desde 2014. También compensó el sector de metales (con exportaciones de aluminio y tubos), el de electrodomésticos y se registraron subas en algunas manufacturas de origen agropecuario (como papas congeladas, productos de maní, chocolates y cerveza). Otros segmentos, aunque tuvieron subas de las cantidades exportadas (como el caso de la carne), se vieron afectados por la caída de precios.
Si bien se evitó la devaluación en la primera parte del año, a mediados de agosto el tipo de cambio oficial subió +22% en una sola rueda. La medida también se acompañó de una significativa suba de la tasa de política monetaria de 97% a 118% (TNA). Sin embargo, la devaluación se trasladó a precios en menos de 2 meses, sin una ganancia de competitividad duradera y con aumento de costos para la producción.
Durante el 2023, el BCRA subió en 6 ocasiones distintas la tasa de política monetaria. La tasa llegó al 133% a mediados de octubre de 2023, después de comenzar el año en 75% (TNA). Esta política contractiva impactó directamente sobre las tasas de interés de mercado, encareciendo el crédito y dificultando el financiamiento de las empresas, en particular de las pymes. De este modo, el crédito al sector privado cayó 1 p.p. hasta 6,1% del PIB, un valor en torno a mínimos históricos.
En materia de precios, en 2023 se registró una suba anual de 211,4%, la cifra más alta desde 1990 (1.344%) y se ubicó significativamente por encima del valor esperado para el año (95% de acuerdo al REM de diciembre de 2022). La dinámica estuvo diferenciada por semestres: el primero con tasas mensuales de 7,1% promedio (128% anualizado) y el segundo semestre con tasas promedio de 13,0% (334% anualizado) por el impacto de la devaluación de agosto (22%) y de diciembre (118%). Particularmente la inflación de diciembre fue de 25,5%, la mayor desde enero de 1991 (27,0%).
Esta situación impactó en forma ambigua sobre el consumo. Afectó al consumo masivo al tiempo que favoreció la adquisición de bienes durables y el adelanto de compras como refugio de valor ante la falta de instrumentos de ahorro. Los salarios registrados del sector privado fueron acompañando la dinámica de la inflación de forma que el poder adquisitivo se mantuvo ciertos en ciertos segmentos, también impulsados por anuncios de medidas en el contexto de las elecciones. Las paritarias del sector registrado (con contratos cada vez más cortos y condicionados a la inflación) permitieron sostener el poder de compra. El salario total registrado creció +0,3% i.a. (excluyendo dic-23). Como resultado, el consumo privado creció +1,9% i.a. en los primeros 3 trimestres del año (último dato disponible) y ayudó a mantener el nivel de la actividad económica, compensando parcialmente la caída de la exportaciones -6,8% i.a. (bienes y servicios a precios constantes) y el estancamiento de la inversión (-0,4% i.a.).
En este contexto, la evolución de la actividad industrial fue dispar a lo largo del año, con mejor desempeño en la primera parte (+2,1% s.e. semestral y +3,6% interanual) que en la segunda (-4,5% s.e. semestral y -2,5% interanual). Esto se vio reflejado en el Monitor de Desempeño Industrial (MDI) del CEU, que surge a partir de relevamientos trimestrales a empresas y que anticipa la dinámica de la actividad industrial. Se trata de un índice que toma valores entre 0 y 100: por encima de 50 indica expansión y por debajo contracción de la actividad. El MDI se ubicó por debajo de 50 a lo largo de todo el año, situación que se fue agudizando a lo largo de las ediciones. En el último relevamiento de octubre se ubicó en 34,7, el valor más bajo de la serie y los 12 sectores relevados presentaron un indicador inferior a 50.
Por tamaño de empresa, las pymes se vieron afectadas a lo largo del año por las mencionadas restricciones a las importaciones, así como por el cambio de rumbo en la política monetaria y la suba de las tasas de interés y la menor oferta de crédito. Según la Fundación Observatorio Pyme (FOP) en el primer semestre del 2023 (últimos datos disponibles), las ventas deflactadas de las pequeñas y medianas empresas (pymes) mostraron una caída respecto del mismo período del año anterior (-4,8% i.a.).
Respecto del mercado laboral, durante los primeros diez meses del año, el empleo asalariado registrado en el sector industrial registró un incremento interanual de +3,6% (+40.979 trabajadores), superando los niveles de 2019 y ubicándose levemente por encima de 2018. Sin embargo, el ritmo de crecimiento se desaceleró en la segunda parte del año con un menor dinamismo en la serie sin estacionalidad. Mientras que la suba promedio entre enero y agosto fue de 2.400 asalariados mensuales, en septiembre la tendencia se detuvo con una caída mensual de -386 puestos. En octubre (último dato disponible) se retomó el crecimiento, pero con subas menores que las de la primera parte del año.
Pese a las dificultades del entramado industrial, durante los primeros nueve meses del año la cantidad de empresas industriales, continuó con la recuperación y se incrementaron en +2,3% i.a. (+1.163 empresas). Sin embargo, al igual que en los datos de empleo, hubo un menor dinamismo desde el mes de septiembre. En perspectiva, tanto los indicadores de empleo como de empresas se ubican todavía considerablemente por debajo de sus máximos: el empleo industrial se ubicaba todavía 68 mil trabajadores por debajo del máximo de 2013 (-5,4%) y la cantidad de empresas industriales 4.900 por debajo del máximo de 2011 (-8,4%).
Desde la asunción del nuevo Gobierno hubo cambios en el manejo de la macroeconomía. En principio, se anunció un ajuste fiscal de más del 5% del PBI para alcanzar el equilibrio financiero en 2024. El tipo de cambio mayorista fue llevado a $/USD 800 (+118%, seguido de un crawling peg mensual del 2%). Asimismo, el permiso de liquidación en los mercados financieros se redujo de 50% a 20% del valor exportado, y se aumentó la alícuota del impuesto PAIS (de 7,5% a 17,5%). Por su parte, la política monetaria se centró en achicar el stock de pasivos remunerados, con el objetivo de reducir la emisión por el pago de sus intereses. Para ello, la tasa de pases se redujo del 126% al 100% TNA (y se convirtió en la nueva tasa de política monetaria) y se decidió finalizar las licitaciones de LELIQ. De esta forma, se incentivaron las colocaciones de deuda del Tesoro (toda colocación que exceda a los vencimientos será destinada a cancelar deuda del Tesoro en manos del BCRA, contribuyendo así a reducir la base monetaria). Asimismo, se creó el instrumento BOPREAL que, además de resolver el problema de la deuda comercial, permite absorber liquidez y reducir el stock de pases.
En este contexto, el año 2024 se ve desafiante en términos de precios y actividad. La suba del tipo de cambio permitió al BCRA mejorar su posición en el MULC, acumulando USD +5.900 M de reservas internacionales brutas y reduciendo la brecha cambiaria del 160% (primeros 10 días de dic-23) al 40% en lo que va del 2024 (datos al 19-feb-24). Sin embargo, se está manifestando un aumento de la inflación, la suba en el impuesto PAIS y la corrección de precios anteriormente regulados, que repercutirán de manera negativa sobre el consumo en el corto plazo. También se espera una caída de la inversión por el freno del gasto de capital y la incertidumbre macroeconómica general. Frente a este panorama, las exportaciones serán necesarias para compensar la caída del mercado interno. Será importante contar con medidas que sustenten el entramado industrial pyme a la vez que promuevan la exportación de productos con valor agregado”.
Fuente: UIA y CCIRR.