Opinión

Elecciones Primarias en Argentina: el inicio de un cambio de época

El 13 de agosto no fue un domingo cualquiera en la República Argentina. Tuvieron lugar las Elecciones Primarias que definieron los candidatos presidenciales de cara a las generales del próximo mes de octubre. Las expectativas estaban repartidas entre el oficialismo, que presentó dos precandidatos, la principal oposición en cabeza del partido de Mauricio Macri, también con dos opciones y la gran novedad: el liberal Javier Milei.
El rechazo que han generado los políticos en general se extiende al periodismo y también a los encuestadores. Ese parece ser el motivo principal que aducen los responsables de las mediciones por el cual no se pudo vislumbrar el resultado. Algo de verdad hay: el público está desmoralizado, impaciente, empobrecido y sin expectativas así que, cuando alguien pretendió hacerle preguntas sobre su situación o sus anhelos, el 60% se negó a responder.
Las encuestas se hicieron igual, pero arrojaron resultados notablemente sesgados porque describieron el sentir y las preferencias de sólo el 40% de la gente. Había otra porción del país invisibilizada que se sintió representada en las palabras rudas y el tono altisonante de Javier Milei. Nadie vislumbró tamaña concentración, si bien la disconformidad con el Gobierno kirchnerista era un secreto a voces, se esperaba mejor rendimiento de la oposición tradicional. Que no haya alcanzado el 30% de votos sumando a sus dos precandidatos es, sin duda, un resultado pobre para Juntos por el Cambio.
Tres opciones con un tercio de los votos cada una
La conclusión fue una elección de tres tercios con final abierto. Las incógnitas se acumulan. ¿Se repetirán estas cifras en octubre? ¿Empeorará su performance electoral el oficialismo, cercado por una inflación mensual escandalosa, niveles de pobreza angustiantes y una inseguridad que no da respiro? ¿Podrá Milei retener los votos obtenidos o se dará el escenario de que, en las primarias se vota con el corazón pero que a la hora de la elección nacional, el ciudadano se refugia en el voto más conservador? Hasta aquí y si los porcentajes se mantuvieran, Patricia Bullrich, la ganadora de la interna de Juntos por el Cambio y Javier Milei estarían en condiciones de enfrentarse en segunda vuelta.
Ahora, con los datos sobre la mesa, empiezan las proyecciones y las especulaciones. Algunos analistas atribuyen la aparición y el rotundo éxito de este novedoso jugador al enojo general hacia el sistema político que no ha dado respuestas a las necesidades de la población; dicen que Milei expresa el hartazgo de millones de personas que depositaron en él su confianza porque es un outsider, porque habla un idioma distinto del político tradicional y porque su mensaje es otro. Promete terminar con los privilegios de unos pocos, con la corrupción, con el empresariado prebendario y rescatar al país de la situación paupérrima en la que se encuentra. Es un economista defensor férreo del libre mercado dispuesto a dolarizar el sistema como vehículo para terminar con la inflación. Con ese mensaje convenció al 30% del país que no reparó en su falta de experiencia en la administración del Estado ni en su explícita admiración por Carlos Menem, a quien no duda en sindicar como el mejor Presidente de la historia.
El kirchnerismo, tercero
El kirchnerismo por ahora seguiría reteniendo la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país que concita casi el 40% del padrón electoral, bastión del peronismo al que, sin embargo, la aparición de Milei favoreció electoralmente, al dividir el polo opositor. Por este motivo se especula con que, en una supuesta segunda vuelta, ese votante peronista sería más proclive a inclinarse por Javier Milei que por Patricia Bullrich. Lo cierto que aún falta mucho para ese escenario.
Los próximos meses serán muy difíciles para el actual Gobierno, que hizo una muy mal elección y quedó posicionado tercero. El kirchnerismo, aún en proceso de extinción, deberá administrar la transición casi sin estímulo.
Otro dato que se pone en consideración es que votó el 70% de la población, un número muy razonable aunque los burócratas argentinos se lamentan de lo que llaman "bajo nivel de participación". Sin embargo, es un promedio mundial, de modo tal que la cifra no habla de falta de interés sino de una situación anacrónica que la política argentina tampoco ha resuelto: es uno de los pocos países del mundo en los que el voto es obligatorio. Ese porcentaje demuestra que vota el que está interesado en participar y que la obligatoriedad no es mecanismo suficiente para lograr mayor caudal. Sin embargo, ningún partido político ha planteado hasta el presente, la modificación de la ley para que elegir autoridades sea un derecho del ciudadano y no un deber.
Un giro a la derecha
Más allá de ganadores y perdedores, el deterioro y la fragilidad del sistema político argentino se manifestaron en esta elección primaria. Como en otros países, alguien recién llegado hace temblar todo. Alcanza para preguntarse qué tan mal están los cimientos de la democracia misma.
Argentina giró a la derecha. Tanto Milei como Bullrich representan un ideario opuesto al kirchnerismo que condicionó la escena nacional durante casi dos décadas. Eso sí, quien lo suceda tendrá la ingrata tarea de revertir el profundo daño que significaron sus políticas clientelares, el populismo y la corrupción que fueron sus prácticas habituales. Argentina necesitaba una bocanada de aire puro y la obtuvo. Si eso implica empezar a desterrar al peronismo, definitivamente se verá con el tiempo.
La consolidación de un cambio de época puede haber empezado.

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