Aunque hasta ahora el papa Francisco no ha hablado públicamente -quizás podría hacerlo el domingo, después de la oración mariana del Angelus-, el Vaticano está siguiendo con atención y preocupación lo que está sucediendo en Venezuela. Por ahora, los obispos locales llamaron a una verificación del proceso electoral y a respetar la voluntad popular expresada en las urnas, y lo hicieron con el firme respaldo de la Santa Sede, tal como dejó en claro su representante ante la Organización de los Estados Americanos (OEA).
“La Santa Sede se suma a cuanto ha sido expresado por la Conferencia Episcopal Venezolana en su comunicado, en el que se constata la vocación democrática del pueblo venezolano, demostrada en la masiva, activa y cívica participación de todos los venezolanos en el proceso electoral”, dijo monseñor Juan Antonio Cruz Serrano al intervenir este jueves en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, en Washington, según consignó Vatican News.
Serrano consideró “que la manifestación de las distintas posiciones y reclamos se deben realizar con las actitudes pacíficas, de respeto y tolerancia, que han reinado hasta ahora”. Y aseguró que la Santa Sede considera que “solamente el diálogo y la participación activa y plena de todos los actores políticos implicados en este proceso podría llevar a superar la situación presente y dar testimonio de la convivencia democrática en el país”.
El lunes, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en un comunicado había destacado “la masiva, activa y cívica participación de todos los venezolanos en el proceso electoral” y se había sumado a quienes reclaman un proceso de control de los resultados. “Unimos nuestras voces a las de todos aquellos que dentro y fuera de Venezuela exigen un proceso de verificación de las actas de escrutinio, en el que participen activa y plenamente todos los actores políticos implicados”, dijeron.
Este jueves, la CEV insistió en su reclamo: “Reiteramos nuestro llamado a hacer relucir la voluntad popular expresada en las urnas. Esta es no sólo una exigencia de la legislación venezolana, sino también ética. Solo así se impondrá la verdad de los hechos sobre cualquier posible manipulación de los mismos, y reinará la paz y la confianza entre todos los venezolanos”.
El episcopado venezolano, alarmado por la situación cada vez más explosiva en las calles, condenó “toda manifestación de violencia, venga de donde venga”. “Lamentamos las muertes y heridos que se han dado, tanto entre los manifestantes como en los miembros de los cuerpos de seguridad. Nos solidarizamos con sus familiares y allegados”, indicó. “Pedimos a los órganos del Estado, y en especial las fuerzas policiales y militares, que cumplan su misión de garantizar el orden público, conforme a lo establecido en las leyes, evitando cualquier posible abuso”, agregó.
El Centro Gumilla, que es el Centro de Investigación y Acción Social de la Compañía de Jesús en Venezuela, se expidió en términos similares. “El Consejo Nacional Electoral, con transparencia, debe garantizar a los Partidos Políticos, y al país todo, el acceso al 100% de las actas electorales, por Estados, municipios y mesas, para verificar y convalidar resultados electorales si corresponden con lo proclamado. Hasta que esto no se aclare no es justo reconocer al que ha sido proclamado ganador”, dijo, en un comunicado en el que, además, rechazó cualquier tipo de incitación a la violencia y persecuciones políticas.
El Centro Gumilla llamó, además, a la comunidad internacional a seguir mediando “para que el proceso electoral esté apegado a la Constitución, se aclaren las dudas razonables sobre los resultados y prevalezca la verdad, mediante auditorías independientes”. La institución fue dirigida en el pasado por el actual superior de los jesuitas, el padre venezolano Arturo Sosa, quien en una entrevista con LA NACION en 2021 no dudó en admitir que Maduro encabezaba “un régimen dictatorial”.
El actual número dos del papa Francisco, el cardenal Pietro Parolin, antes de ser llamado a ser secretario de Estado de la Santa Sede, fue nuncio en Caracas y conoce bien la situación, al igual que su segundo, el sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo Edgar Peña Parra, que es venezolano.
Un antecedente incómodo
A principios de 2019, cuando Maduro asumió su segundo mandato, la crisis de Venezuela se convirtió en una de las más incómodas para el papa Francisco, que, en ese momento, a diferencia de los obispos venezolanos y de muchos países del continente y europeos, no salió a respaldar al joven titular del Parlamento y líder opositor Juan Guaidó como “presidente encargado” del país para una transición que lleve a elecciones libres.
Entonces el Papa explicó que respaldar un bando u otro “sería una imprudencia pastoral” de su parte, que podría hacer más daño y que temía un derramamiento de sangre. Pero muchos en América Latina interpretaron esa postura como un virtual respaldo del “papa comunista” al régimen de Nicolás Maduro.
El cardenal Parolin intentó explicar en ese momento la postura de la Santa Sede hablando de “neutralidad positiva”. “El enfoque de la Santa Sede es de neutralidad positiva, no del que se asoma a la ventana para ver qué sucede casi indiferente. Es el enfoque del que busca estar por encima de las partes para superar la conflictividad”, dijo.
Todos recuerdan que en 2016 y pese a las enormes dificultades, el Papa se arriesgó e intentó una mediación para facilitar un diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición, que terminó fracasando.
Más allá de todo, se cree que desde hace tiempo que la diplomacia del Vaticano, aunque nunca lo admitirá públicamente, viene trabajando silenciosamente y detrás de bambalinas, con mucha prudencia y cautela, para una salida “elegante” de Maduro, no traumática. Fuente: La Nación