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El desarrollo de la metalurgia científica argentina y sus resultados


La metalurgia es una actividad con amplitud de aplicaciones prácticas, artísticas y tecnológicas, y uno de los pilares del desarrollo tecnológico mundial. Durante mucho tiempo fue sólo una disciplina empírica, descriptiva y artesanal, que comenzó en Medio Oriente, en la edad de los metales (4.000 años a.C.). En Argentina, un bello vestigio de metalurgia artesanal es la placa arqueológica Lafone Quevedo, datada entre el 600 y 900 d.C. En la segunda mitad del siglo XX, sin perder sus cualidades, la metalurgia llegó a ser una disciplina científica rigurosa y se la llamó Metalurgia Moderna. Con el tiempo, los estudios se extendieron también a los materiales no metálicos, dando nacimiento a la Ciencia de los Materiales. A partir de allí fueron surgiendo descubrimientos, como por ejemplo ¿por qué los metales dúctiles y maleables, al ser deformados se endurecen perdiendo su ductilidad? Estos nuevos conocimientos permitieron mejorar los procesos de producción y realizar desarrollos como los de las aleaciones livianas, los aceros inoxidables, las aleaciones de circonio y de uranio, los nanomateriales, etc.





Desarrollo de la Metalurgia Moderna argentina





Hasta 1955 los conocimientos de esa nueva metalurgia no habían llegado a nuestro país. Si bien existían metalurgistas, algunos de ellos destacados que habían resuelto problemas muy importantes en la industria o como profesores universitarios, carecían de los conocimientos de metalurgia moderna. En 1950 se crea la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) con el objeto de realizar investigaciones y desarrollos exclusivamente con fines pacíficos. Cinco años después, el 15 de diciembre del año 1954, la CNEA contrata al profesor de Física Jorge Sábato, para organizar e instalar un laboratorio dedicado a resolver problemas metalúrgicos referentes a los reactores nucleares. Sábato, quien resultó director del Departamento de Materiales durante 15 años, decidió que el laboratorio a instalar debía ser un laboratorio "creador", capaz de investigar y resolver los problemas metalúrgicos de nuestro país. Cuando el Dr. José Balseiro, en 1955, creó el Instituto de Física de Bariloche (actual Instituto Balseiro), por iniciativa de Sabato se creó la especialidad Física de Metales. Tres años después egresaron los primeros físicos que se dedicaron a la metalurgia en la Argentina. A su vez, Sábato incorporó a su laboratorio a 12 profesionales, que posteriormente recibieron formación en Metalurgia Moderna, en los mejores centros tecnológicos del exterior. Paralelamente la CNEA contrató a varios expertos europeos de renombre para formación interna. Así nace la Metalurgia Moderna en el país, madre de la Ciencia de los Materiales en la Argentina.





Los primeros logros





En 1957 la CNEA decidió construir el primer reactor nuclear de investigaciones del país. El Departamento Metalurgia, con apenas dos años de antigüedad, tuvo que afrontar su primer gran desafío: fabricar sus combustibles. Esta decisión marcó el camino a seguir a futuro por la Institución. El 20 de enero de 1958, fue inaugurado el reactor RA-1 con su núcleo íntegramente compuesto por combustibles fabricados en la Argentina, y en el tiempo récord de nueve meses. Los conocimientos adquiridos sobre Metalurgia Moderna permitieron introducir modificaciones en su fabricación que condujeron a mejorar notoriamente sus propiedades. Una firma alemana terminó adquiriendo dicho desarrollo para un reactor propio similar, a ser construido en Berlín, resultando ser esta la primera exportación de tecnología nuclear argentina. Para consolidar los importantes logros obtenidos y continuar el crecimiento nuclear nacional, se decidió llevar a cabo investigación básica y aplicada de excelencia, análogamente a otros países.


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