Luego de dos años sin presencialidad, volvió a celebrarse en la Catedral Metropolitana la Misa por la Educación, con la presencia de los colegios católicos de la ciudad de Buenos Aires.
Organizada por la Vicaría de Educación de la arquidiócesis de Buenos Aires, con el lema "Juntos educamos para la paz y la esperanza", en la mañana del 6 de abril, se celebró en la Catedral Metropolitana la Misa por la Educación.
La Eucaristía estuvo presidida por el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, y concelebrada por el presbítero Pablo Corbillon, delegado episcopal para la Vicaría de Educación, el presbítero Gastón Lorenzo, director pastoral de la Vicaría, y una veintena de sacerdotes. Asistieron abanderados y escoltas de los niveles primario y secundario de las instituciones católicas de la ciudad.
En el comienzo de la misa, agradecieron especialmente por las comunidades educativas, tanto los alumnos como el personal docente y no docente, y recordaron que la escuela "es el lugar donde vamos formando vínculos, donde vamos formando nuestra mente y nuestro corazón para ser instrumentos de Dios".
En su homilía, el cardenal Poli destacó que en el Evangelio, "Jesús se dirige a los que creyeron en Él y los invita a permanecer fieles a su enseñanza, que tiene como mensaje central la revelación del amor de Dios hacia los hombres".
En ese sentido, animó: "Si queremos ser discípulos de Jesús, que fuimos llamados por nuestro nombre, estamos invitados a adherirnos a su persona, a su forma de amar, de perdonar". Y consideró que en esa intimidad que se da entre Jesús y sus discípulos, Él nos da a conocer a su Padre, nuestro Padre, y esa es la verdad que nos da la libertad de los hijos de Dios.
"La verdad que Dios nos concede nos hace experimentar la misión salvadora de Jesús", señaló más adelante el purpurado, y aseguró que "el que persevera en la amistad de Jesús, conoce un camino de verdad que nos hace libres para amar al prójimo".
Refiriéndose a las escuelas, el cardenal afirmó que su misión es "hacer todo lo posible para que niños, adolescentes y jóvenes tengan un encuentro personal con Jesús, y conociendo la verdad que Él revela, permanezcan en la libertad de los hijos del Padre".
"La Iglesia, como madre, está obligada a dar a sus hijos una educación que llene su vida del Espíritu de Cristo. La educación, en cualquier ámbito, es un acto de amor al prójimo, y para el cristiano, enseñar al que no sabe, es también una obra de misericordia".
A través de la educación, consideró el arzobispo, "las nuevas generaciones encontrarán el alimento para fortalecer el movimiento pacificador que nos llena de alegría y de paz".
Finalmente, destacó la necesidad de un Pacto Educativo Global, tal como convoca el Papa Francisco, que no excluya a nadie. Y tomando las palabras del Santo Padre, aseguró que "la educación es una cuestión de amor", amor que debe traducirse en una opción por los últimos.
En el mismo sentido, convocó a una ecología central que ponga en primer lugar a los pobres, y la aspiración de tender puentes solidarios, sin lo cual no hay base sólida para la amistad social.
"En Fratelli tutti, Francisco nos recuerda: Para los cristianos, el manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo: de ahí surgen nuestras acciones y compromisos", y se da en el encuentro con el misterio sagrado del otro.
Finalmente, recordando el lema propuesto por el Papa para la Jornada Mundial de la Paz: "Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera". Al respecto, consideró que estos tres elementos son esenciales para un pacto social, sin el cual los proyectos de paz son insostenibles.
Un país crece, afirmó el cardenal, cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constitutiva. Por eso, llamó a un pacto que promueva ese diálogo entre la cultura popular, la política, la tecnología, la económica, la familia y los medios de educación. Un pacto que promueva la educación a la ecología integral según un modelo de desarrollo y sostenibilidad centrado en la paz, restituyendo a la persona en el centro de los acontecimientos y buscando otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso.
Estos, aseguró, son los desafíos de la educación urbana, que invitó a los colegios a asumir como propios, pidiendo la intercesión de Nuestra Madre y de San José, porque, como dice el Evangelio, "la verdad nos hace libres".