Un ataque a tiros contra un edificio de Echesortu conmocionó a los vecinos de la zona de Castellanos al 1500. El incidente se desencadenó la tarde del sábado y en principio los investigadores lo desvincularon de la saga de balaceras enmarcadas en el enfrentamiento que mantienen el gobierno provincial de Maximiliano Pullaro con organizaciones narcocriminales que reclaman por el endurecimiento de las condiciones de detención de los denominados "presos de alto perfil". Entre los datos que contribuyen a esa determinación está una nota que dejaron en la escena que daría cuenta más de un problema personal que no tendría nada que ver con esa disputa que en los últimos días ocasionó, entre otras cosas, cuatro asesinatos de trabajadores que fueron atribuidos a lo que las autoridades denominaron "narcoterrorismo".
El sábado, minutos después de las 19:00 hs, cuando la ciudad llevaba cuatro o cinco horas sin lluvia, una ráfaga de disparos estremeció a los habitantes de un edificio de Castellanos casi esquina Zeballos y también a los vecinos de la zona. Algunos vecinos escucharon entre ocho y diez detonaciones, algunas balas atravesaron la puerta de blíndex de la puerta de ingreso y se incrustaron en una pared y una puerta interior.
Según la información preliminar, el ataque fue obra de una o dos personas que llegaron en una moto de alta cilindrada hasta la puerta del edificio de Castellanos 1518, al parecer uno bajó del vehículo, efectuó los disparos y luego ambos se dieron a la fuga. Antes dejaron una nota envuelta en cinta de la cual trascendió que estaba dirigida a una mujer que supuestamente vive en ese sitio. Y aunque no se dio a conocer el contenido del escrito, en principio no tendría nada en común con las notas dejadas en los ataques con amenazas al gobernador y a otros funcionarios provinciales.
En ese contexto, fuentes del Comando Radioeléctrico precisaron que se constataron nueve impactos de bala en el blindex del ingreso al edificio y confirmaron que no hubo heridos.
Saga
Como suele suceder con estos ataques a tiros que en los últimos años se naturalizaron como una forma de apretar y amedrentar a personas ya sea por negocios delictivos como por cuestiones personales, gran parte del mensaje no radica sólo en los móviles que hayan tenido sus autores sino también con el contexto en el que se desencadenan y cómo son percibidos en los vecindarios o en la comunidad en general. Es por eso una balacera contra un edificio del macrocentro, como la del sábado, fue recibida por muchos rosarinos así como los medios de prensa porteños ávidos de noticias domingueras que puedan contener las palabras "narco" y Rosario como un nuevo capítulo de la saga por la cual la semana pasada se anunció el undécimo desembarco de fuerzas federales en la ciudad para paliar esta nueva gran crisis de seguridad pública.
Sin embargo, los primeros indicios recolectados en la escena de este nuevo ataque no marcaron un rumbo en ese sentido. En principio el hecho no será investigado por el equipo de la Fiscalía Regional 2 que indaga en conjunto sobre los crímenes de dos taxistas, un colectivero y un playero de estación de servicio que se vinculan al conflicto entre el Gobierno santafesino y una presunta entelequia conformada por presos de alto perfil que habrían dejado de lado sus sangrientas e históricas diferencias para hacerle frente al plan del Gobierno que aspira a terminar con el gerenciamiento del delito violento que desde hace tiempo se ejerce en penales tanto provinciales como federales.
En este marco, si bien no fue confirmado, se presume que el esclarecimiento de este ataque a tiros que en principio sería uno más de los que en algún momento se contabilizaron como diez por día quedará en manos de los fiscales de la unidad que investiga balaceras.
Fuente: La Capital