Opinión

El asesinato de "Pillín" Bracamonte y los deseos del retorno de la muerte

Al Jefe de la Barra Brava de Rosario Central lo mataron a la salida de la cancha, después del partido con San Lorenzo, en plena avenida Avellaneda y mientras circulaba con su camioneta. Era, por lo menos, el vigésimo intento de asesinato que sufría. El último, según la justicia, había ocurrido en agosto pasado, el día del clásico con Newells. 24 horas antes del crimen, había sido condenado por violencia de género.
Enseguida se alzaron voces que anticipan el "retorno de la violencia" y el "final del pacto con el crimen", sin que existan todavía detalles del homicidio. No faltaron dirigentes políticos que señalaron desde los medios, una presunta "liberación de zona" por parte de la policía, sin ningún elemento probatorio y sin haberlo denunciado ante el fiscal actuante.
-"A 'Pillín' se la tenían jurada. Desde adentro y desde afuera. Andaba repartiendo la recaudación, muy desprotegido. Todo es muy raro. Justo no había luz, no andaba calzado, sus compañeros demoraron en reaccionar. Si ves el video, te das cuenta. Por lo menos cuatro minutos tardaron en poner en marcha la chata". El que habla es un testigo del crimen. Y se refiere a los videos que circulan y muestran al "Pillin" muerto sobre la Calzada, mientras sus colaboradores no se apuran en reaccionar.
El testigo estaba en la zona del homicidio. Y conoce casi de memoria los rituales de la hinchada canalla antes y después de los partidos. La muerte del líder indiscutido de la barra de Rosario Central, dejó shockeados a todos, pero a la vez, todas la esperaban.
El fiscal de Homicidios Dolosos Alejandro Ferlazzo ordenó a la División de Homicidios de la Policía de Investigaciones la declaración testimonial de quienes estaban presentes, el relevamiento de todo material el balístico que quedó en la zona y la recolección de todas las cámaras de videovigilancia.
Lo que ocurrió anoche en avenida Avellaneda, exige esclarecimiento. Nadie puede discutir la gravedad del asunto. Pero nadie puede desconocer que, sobre Bracamonte no sólo existían amenazas e intentos de homicidios reiterados, sino que las hipótesis son muchas. Tantas como relaciones criminales sostenía.
La muerte de Bracamonte es la muerte, entre otras cosas, de un personaje ligado probadamente al crimen a lo largo de las últimas dos décadas, tiempo en el que acumuló múltiples causas judiciales por delitos como lavado de dinero, extorsión y violencia de género. Además, era dueño de una fortuna imposible de explicar desde la actividad lícita, y sus negocios se habían extendido a varias actividades legales. Algunas de ellas, con gremios y sanatorios.Tan sólo un día antes de su asesinato, la fiscal Luciana Vallarella había solicitado dos años de prisión efectiva para el líder de la barra por amenazas simples contra su expareja, a quien, según la denuncia, persiguió con un bate de béisbol en 2018.
Desde 2020 se lo vinculaba a "Los Monos". De hecho, algunos atribuyen la incipiente interna en la misma barra de Central, al intento de "copamiento" por parte de miembros de la banda narco, a la recaudación de todos los "fijos" que seguía administrando Bracamonte -Trapitos, narcomenudeo y puestos en las afueras del Estadio- a pesar de estar impedido de ingresar al Estadio desde 2018.
El crimen no es uno más, en una ciudad que lentamente se va desacostumbrando a la violencia. Antes mataban a uno por día. Hoy un crimen, sobre todo con protagonistas tan relevantes, causa conmoción. Y las posibles "causas" del asesinato, son tantas que es imposible descartar a ninguna.
Nadie desconoce la subsistencia de engranajes de las organizaciones narcos. Nadie discute que en Rosario, como en el conurbano bonaerense, hay asuntos que se siguen liquidando a balazos. Y lamentablemente, como en el fútbol, se seguirán liquidando de esa manera.
Lo que es inadmisible, especialmente de boca de dirigentes políticos, es que se insista con la idea de la existencia de "un pacto con el crimen" o que directamente utilicen este o cualquier crimen, para anticipar o alentar la idea de que "ahora vendrá una sangría", sin acompañar un sólo dato que permita anticipar semejante anuncio.
¿Qué estaba cortada la luz en la avenida? Claro, desde hacía 4 días.
¿Qué las ambulancias no quisieron atender a Bracamonte? Ninguna prueba para semejante acusación.
¿Qué la policía liberó la zona? Dos personas irrumpen desde una esquina y balean a una camioneta y huyen en medio de un amontonamiento de gente. ¿Donde está la liberación de la zona? Eso ocurre en Rosario y en cualquier lugar del mundo, si no hay información de inteligencia previa.
Hay decenas de razones para que hayan querido matar a Bracamonte. Y detrás de esas causas, está el delito organizado, claro. También es posible que exista alguna complicidad policial. Pero son sólo algunos de los posibles motivos.
¿De verdad lo primero que se lea cae de la boca es acusar a quienes han conseguido devolverle a la ciudad una calma que no tenía desde hace más de una década?
La miseria política, a veces, termina siendo aún más peligrosa que la propia violencia citada.
¿Quién se hará cargo de las posibles acciones de los compañeros de Bracamonte, valiéndose de excusas y argumentos falsos?
A Bracamonte lo asesinaron y tiene que averiguarse quiénes y por qué.
Todo lo demás, al menos hasta hoy, es la prueba viva de que algunos "humanistas" extrañan al crimen y a los gestores de los pactos que les permitían actuar con libertad desde las cárceles. Estaban cómodos con ellos en el Gobierno.
Todo lo que represente una avance en la pacificación de la sociedad, les repele. Que Rosario cuente de a cientos muertos menos que el año pasado, o es la consecuencia de una "acción oscura" o directamente una mala noticia.
Los muchachos extrañan la muerte. Y se les empieza a notar mucho.

Autor: "Coni" Cherep|
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