Pelearon en las Islas Malvinas. Uno fue herido en combate; el otro registró bajas del 68% entre sus hombres. Ambos fueron condecorados y son héroes de guerra. Y ambos sienten que resulta generalizadora –y, por tanto, injusta– la acusación sobre abusos y vejámenes antisemitas que el periodista Hernán Dobry reveló en su libro Los soldados judíos de Malvinas, apoyado en los registros y testimonios de 43 conscriptos.
Pelearon en las Islas Malvinas. Uno fue herido en combate; el otro registró bajas del 68% entre sus hombres. Ambos fueron condecorados y son héroes de guerra. Y ambos sienten que resulta generalizadora –y, por tanto, injusta– la acusación sobre abusos y vejámenes antisemitas que el periodista Hernán Dobry reveló en su libro Los soldados judíos de Malvinas, apoyado en los registros y testimonios de 43 conscriptos.
Para los oficiales retirados Jorge Pérez Grandi y Marcelo Llambías Pravaz, los planteos de esos soldados conscriptos, veteranos como ellos del conflicto armado en el Atlántico Sur, golpean a todo el Ejército argentino, que lejos estuvo, dicen, de promover una política general y discriminatoria contra los judíos, más allá de la conducta reprochable en la que, reconocen, puedan haber recaído algunos oficiales o suboficiales.
“El Ejército no tuvo, ni tiene, una política antisemita”, afirmó Pérez Grandi, quien combatió en el Monte Dos Hermanas como subteniente del Regimiento 4 de Infantería, y cerca estuvo de perder sus piernas y morir, luego, de una gangrena. “El Ejército me enseñó a ser un oficial y como tal me interesé por igual por todos mis soldados, sin importarme si eran católicos o judíos, y afrontar ahora esas acusaciones generalizadoras duele”, dijo.
Llambías Pravaz, que tras la guerra continuó en el Ejército, integró Cascos Azules y fue desplegado en Kuwait, Irak y Croacia hasta su destitución en 2015 como mayor, asiente a su lado: “Dejamos nuestra juventud en las islas y no somos extraterrestres ni desayunábamos bebés todas las mañanas. Fuimos a pelear por nuestro territorio y esto es una difamación”.
En Los soldados judíos de Malvinas, Dobry reveló que el 33% de los conscriptos judíos declaró con nombre y apellido haber sufrido algún tipo de agresión física o verbal de algún suboficial u oficial del Ejército por ser judío, en tanto que el 10% fue incluso estaqueado en las islas, mientras que uno de ellos, Marcelo Eddi, llegó a calificar a un teniente como “Hitler” por sus modos, trato y apariencia.
“Cuando alguien afirma algo así, tiene que ser lo más concreto posible; si no, sus palabras caen sobre todos los oficiales que combatimos en Malvinas y eso está mal”, remarcó Pérez Grandi, que lamentó que Eddi haya fallecido, varios años después de la guerra, porque se quedó sin la oportunidad de requerirle más precisiones sobre su testimonio.
Eddi integró un puñado de soldados del Regimiento I de Patricios que voló hacia las islas durante los primeros días de junio de 1982, a bordo de un Fokker. El teniente 1° Carlos Ferrari del Sel se quedó en Puerto Argentino a la espera del resto de sus hombres, mientras dividió en dos grupos a los efectivos que ya estaban en las islas: a unos los envió a Monte Longdon y a otros, al Monte Dos Hermanas; entre ellos, al sargento Ramón Antinori, a los conscriptos Eddi, Víctor Figueroa, Luis Quinteros, Daniel Pérez y al radio operador Carlos Varela. Allí combatieron.
Pérez Grandi aclara, sin embargo, que ese puñado de soldados jamás llegó a la cumbre del Monte Dos Hermanas, donde él combatió y fue herido. Luego lo trasladaron al continente, pasó por los hospitales Militar y Muñiz, donde sobrellevó una gangrena, varias operaciones y más de un año de recuperación. Revistó después en el Regimiento de Patricios, donde pidió su retiro y se graduó como abogado.
–Eddi no estuvo ni combatió en Monte Dos Hermanas. Es una mentira flagrante –aseveró Pérez Grandi–. Con el transcurso del tiempo me doy cuenta de que Dos Hermanas se ha convertido en una suerte de “kiosco” por donde todos dicen que pasaron o que hicieron lo que no hicieron, como Poltronieri [Oscar, el soldado más condecorado de Malvinas], que es toda una mentira lo que dice, una actuación.
–Hay testimonios de veteranos y documentos oficiales que atestiguan que Eddi sí estuvo allí.
–Pero es mentira.
–¿Acusa a otros veteranos de guerra, entre ellos al entonces sargento Antinori, hoy suboficial mayor retirado, de mentir?
–Lo que digo es que yo estaba al frente de todo, en Dos Hermanas, y allí no estuvo Eddi. Quizá puedan decir que estuvo en “la zona” de Dos Hermanas, en la base o en los alrededores, en un perímetro de 500 metros o de 1000 metros, pero en ese caso, tienen la obligación de aclararlo.
–¿Tanto usted como Llambías Pravaz quieren dejar asentado que Eddi no estuvo bajo sus órdenes, ni combatió a su lado, ni que, por tanto, ustedes jamás interactuaron con él, ni mucho menos fueron quienes lo agraviaron por ser judío?
–¡Es que él no estuvo allí! No hubo una sección de morteros pesados del Regimiento de Patricios en Dos Hermanas, donde sí estuvo el cabo Juan Antonio Barroso, del Regimiento de Infantería Mecanizado 6, bajo el mando del mayor Oscar Jaimet. Durante los combates, Barroso sí se quedó con un mortero, a pesar de que le habían ordenado replegarse. No había otros morteros, a pesar de lo que le digan a usted o a Dobry algunas “fuentes”.
–No son “fuentes”. Son veteranos de guerra que así lo declaran, con nombre y apellido, como el superior inmediato de Eddi, el entonces sargento Antinori.
Junto a Pérez Grandi, su abogado y compañero de promoción, Llambías Pravaz, trazó una posibilidad. “Yo no dudo de las palabras de Antinori, que es un hombre noble”, dijo. “Puede ser que ellos hayan sido apostados en la elevación previa a Dos Hermanas y que desde allí hayan participado en las operaciones”, indicó, aunque aclaró que en ese terreno Eddi jamás pudo haber sido estaqueado, porque es turba. “La turba es como una esponja que impide clavar una estaca; de hecho, las carpas las fijábamos con piedras apoyadas sobre la tela para que no se volaran con el viento”, rememoró.
–Eddi no declaró que lo habían estaqueado en las islas; es más: jamás dijo que fue destratado durante su despliegue en Dos Hermanas; fueron otros soldados judíos que están vivos los que declararon que fueron destratados, pero tampoco en Dos Hermanas.
–Eso debe quedar claro. Y lo que también tiene que quedar claro es que no me crié, ni jamás viví en un contexto antisemita –insistió Pérez Grandi–. Yo nací en Río Cuarto, en el campo, y en la adolescencia me fui a Córdoba capital. De hecho, recién comencé a vivenciar esa discriminación a los judíos cuando llegué a la ciudad de Buenos Aires. Pero yo me críe de otra forma, en el campo, y allá conviven tres razas sin problemas: los católicos, los musulmanes y los judíos.
–No son razas; son religiones.
–Está bien, pero tiene que entender que en el Ejército no hubo un problema con los judíos, ni hubo antisemitismo durante la guerra. A mí me extraña todo lo que dicen esos soldados judíos que pasó, porque no estaba, ni está, en nuestro ser como oficiales del Ejército, ni como católicos que somos, destratar a una persona así. ¡Jamás!
–Comprendo su punto y que no se debe generalizar sobre todos los oficiales que combatieron en las islas, ¿pero qué hacemos con los testimonios de esos soldados judíos que sufrieron humillaciones o maltratos por ser judíos? ¿Los ocultamos?
–¿Y usted les cree siempre a los soldados?
–Por lo menos los escucho y espero que investigue la Justicia.
–Ahí está el punto. La Justicia está llamando ahora a todos los oficiales que integramos el Regimiento 4. También a los del Regimiento 3. Y todo por un invento absoluto. Quieren indagar y detener a todos los oficiales. Están yendo más lejos de lo que fue el Tribunal de Nüremberg [por el tribunal que juzgó a los jerarcas nazis tras la Segunda Guerra Mundial]porque acá hay odio y en el fondo hay un interés monetario: quieren plata. Y eso, a pesar de que si pasó algo, que lo niego, debería encuadrarse como crímenes de guerra y no como delitos de lesa humanidad, y por tanto todo estaría prescripto.
A su lado, Llambías Pravaz, que ha sido acusado de supuestas torturas en las islas y afronta una citación judicial, compartió ese parecer. “Detrás de estos reclamos sobre supuestas torturas durante la guerra de Malvinas hay futuros reclamos indemnizatorios por un montón de plata”, sostuvo. “Hay gente que vive de esto [por Malvinas]desde hace un montón de años, como los del Cecim [por el Centro de ex Combatientes Islas Malvinas]de La Plata, que viven dando conferencias y viajando a Alemania y a otros lados, y el Estado les paga. Pero a mí, como oficial y veterano, este tipo de acusaciones me duele, ¿entiende? Duele porque agravian sin fundamento”.
Pérez Grandi avanzó otro paso. “Quiero ser categórico: a mí me dolió que se generalice porque yo tengo familia, él [por Llambías Pravaz]tiene familia, todos los oficiales que peleamos en Malvinas tenemos familias, y nos duele este tipo de acusaciones que siguen alimentando un odio contra el Ejército, publicando acusaciones que no llevan a ningún puerto. Hay que investigar más antes de lanzar una acusación, hay que llamar a todos, consultar a todos y tener un poquito más de cuidado, de delicadeza, de precisión, al escribir y publicar”. Fuente: La Nación