Por Guillermo Briggiler- Argentina se encuentra saliendo de una de las peores crisis económicas de su historia reciente. Controlando una inflación que parecía desbocada, con deuda externa y una moneda presionada para seguir devaluándose, pero lo más grave es la pobreza estructural creciente. Sin embargo, en los momentos de mayor dificultad, es crucial recordar los valores que hicieron grande a nuestro país. No basta con diagnósticos fríos y técnicos, es necesaria una visión inspiradora, como la de José de San Martín y sus Granaderos a Caballo, quienes, con coraje y determinación, cambiaron el destino de nuestra nación. Hoy, ante esta nueva batalla, e inspirados por la visita realizada a nuestra ciudad del Regimiento de Granaderos a Caballo, debemos rescatar ese mismo espíritu para enfrentar los desafíos económicos.
El sable corvo de San Martín, que acompañó al Libertador en sus más épicas campañas y cuya replica se está exhibiendo en nuestra Rafaela, simboliza algo más que un objeto histórico: es el emblema de la resistencia y la lucha por la libertad. Hoy, la crisis económica que vivimos demanda una espada diferente, hecha de acciones concretas y políticas sólidas, pero con la misma fibra moral que el sable corvo representa. Para salir de esta crisis, es esencial entender que, así como los Granaderos enfrentaron un camino largo y difícil para lograr la independencia, nosotros debemos estar preparados para un proceso arduo, pero esperanzador.
En este nuevo escenario, el primer desafío es controlar la inflación, un enemigo que devora salarios y destruye el poder adquisitivo. Sin un plan sólido que ataque este problema de raíz, toda política de crecimiento será estéril. Los Granaderos a Caballo no conquistaron la libertad de la noche a la mañana, tuvieron que planificar cada paso y avanzar de manera estratégica. De la misma manera, para vencer la inflación, Argentina necesita políticas fiscales responsables y un compromiso genuino con la disciplina monetaria. Hasta el momento los resultados fueron tan importantes como la Batalla de San Lorenzo, pero de la misma manera, esto es sólo el comienzo.
San Martín entendió que la independencia no solo se ganaba en el campo de batalla, sino también a través del fortalecimiento de la sociedad. Hoy, ese fortalecimiento se refleja en la necesidad de incentivar la producción y el empleo. Las pequeñas y medianas empresas, que son el motor económico del país, deben ser apoyadas con políticas claras y sostenibles. Incentivos fiscales, crédito accesible y estabilidad cambiaria serán las herramientas clave en esta lucha por la reactivación. Si queremos que nuestra economía crezca, debemos fomentar la creación de valor local y la inserción de nuestros productos en el mercado internacional. En especial la de nuestras empresas Rafaelinas que generan empleo y con ello cambia la vida de cada familia empleada. Cada uno debe encontrar con que comerciar, que producir, que servicio prestar y ponerse manos a la obra para generar beneficios con el cual ganarse el pan.
Así como los Granaderos sabían que la independencia no sería posible sin estrategia, nosotros debemos entender que la Argentina del futuro depende de la inversión en educación y tecnología. No podemos aspirar a una economía pujante sin una fuerza laboral capacitada y sin la capacidad de innovar. Para ello, es imperativo que se zanje la discusión de las universidades públicas y se evite la militancia partidaria o que al menos esta no afecte la calidad educativa.
El sable corvo de San Martín nos recuerda la importancia de los valores en la construcción de una nación. Así como el Libertador inculcó en sus hombres el sentido de la responsabilidad, la disciplina y la valentía, nuestra sociedad debe recuperar una cultura de esfuerzo y compromiso. Para salir de la crisis, no sólo es necesario implementar políticas económicas acertadas; también debemos trabajar en un cambio cultural. Si la Argentina quiere renacer, cada ciudadano debe entender que el bienestar colectivo depende de su propio esfuerzo y del respeto por las normas básicas de convivencia y trabajo.
No estamos condenados a vivir en crisis permanente. Argentina ha demostrado en otras ocasiones su capacidad para levantarse de los momentos más difíciles, y lo hará de nuevo. Así como San Martín y sus Granaderos lograron lo impensable, nuestra sociedad, con esfuerzo y unidad, puede revertir esta situación. El sable corvo, ese símbolo de lucha y esperanza, nos inspira a mirar hacia adelante con coraje. Hoy, nuestras batallas son diferentes, pero el espíritu que nos llevará a la victoria sigue siendo el mismo: el espíritu de un país que no se rinde ante la adversidad.
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