El obispo, durante la última misa antes de su traslado, les aseguró a los sacerdotes cordobeses: «Los llevó en el corazón». A su vez, el arzobispo Ángel Rossi le recordó: «Esta es tu casa».
Monseñor Pedro Javier Torres se despidió de la comunidad arquidiocesana cordobesa en el marco de una misa de acción de gracias por su ministerio como obispo auxiliar, en la catedral Nuestra Señora de la Asunción, a pocos días de asumir –lo hará el martes 20 de diciembre- el gobierno pastoral de la diócesis de Rafaela.
La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Córdoba, monseñor Ángel Sixto Rossi SJ; el obispo auxiliar, monseñor Ricardo Orlando Seirutti; y el arzobispo emérito de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez; y concelebrada además por sacerdotes del clero arquidiocesano.
En la homilía, monseñor Torres valoró mucho que la ocasión se tratara de «una despedida familiar».
Tras considerar necesario que se vaya hacia «una Iglesia bautismal», consideró que «hay que redescubrir el bautismo», subrayando que «la sinodalidad no es metodología, sino la experiencia de caminar juntos».
Por último, monseñor Torres pidió a la comunidad: «Que el Señor nos enseñe a levantar el corazón, a adorar de verdad y a amarnos con un corazón universal. Córdoba, con su historia, nos enseña este misterio de comunión en la diversidad de diálogo. Asimismo, se despidió de los sacerdotes cordobeses diciéndoles: «Los llevo en el corazón».
«Recen para que sea fecundo allí donde Dios hoy me envía», concluyó.
Monseñor Rossi, por su parte, se despidió del nuevo obispo de Rafaela, agradeciéndole su tarea pastoral y recordándole: «Ésta es tu casa».