¿Y si Milei en la medianoche del 9 de julio abandonó su traje de casta para subirse a la “carroza” de la política?. Si esto no es así, ¿por qué sentó a representantes de lo que él vino denominando casta y les habló de frente, ya no de espaldas?. La escenografía fue impropia, pero el cambio es notable. Del tratamiento al ex presidente Macri, a quien invitó, ninguneó y destrató, ya nos ocuparemos.
El Pacto de Mayo no compromete en realidad a nadie, no es vinculante; pero logró la firma de dieciocho gobernadores sin tener uno solo (cada uno estuvo allí por las mismas razones por las que le aprobaron la ley Bases y el paquete fiscal). La mirada política pone a Milei frente a un éxito relativo: se integra a la política. El Presidente se dio cuenta –vía el ministro Francos especialmente- que no puede gobernar solo. Puede acudir a todos los comics de la historia, excusándose en ellos, hecho que hasta resulta simpático y risueño, pero la realidad está donde la señaló el arzobispo García Cuerva. Si bien el núcleo duro de Milei lo sostiene, están pasando dos cosas, mínimas aún, pero que acontecen: a) las encuestas comienzan a mostrar que lo negativo empieza a subir y lo positivo a bajar. b) Los aliados lo siguen sosteniendo pero juntan bronca, y esto no es bueno.
Mención aparte lo del ex presidente Mauricio Macri, quien ante un pedido personal de Milei regresó del exterior y voló a Tucumán. Macri, como he dicho, fue absolutamente destratado. Sin embargo, bajo ningún concepto se arrepiente de haber concurrido. Macri soporta estos desplantes aún contra sí mismo, porque pesa más su convencimiento sobre que Argentina no tiene otra oportunidad más que la actual. El trato absolutamente poco gratificante, diría irrespetuoso otorgado, no le hace correrse del lugar que eligió. (No debe dejar de analizase que Macri también está ante una encerrona, no le resultaría fácil salirse de ese lugar) . Lamenta que parte de este gobierno crea que se está repitiendo aquel “Kirchner/Duhalde”. En cuanto a si esto modifica la actitud del partido que preside para el 2025, lo descarta, entendiendo que hay que crear mayorías y desde ahí ordenar el resto. Sostiene que el gobierno se apoyará sobre las estructuras regionales y en cada caso analizarán la posibilidad de ir juntos. Sobre el episodio Patricia Bullrich, sólo sostiene que la hoy ministra de Seguridad no sabe regular, que es su estilo. Esta cronista se pregunta qué ha hecho con los seis millones de votos que obtuvo. Indudablemente hoy no los maneja, están en Milei, tal vez su pragmatismo la lleve a guarecerse ahí. También es cierto que Sergio Massa tampoco conduce a los votos que obtuvo. Podríamos concluir que la vida política de Milei depende de la inflación, es ésta la que hace que los sectores más bajos depositen su esperanza en él.
Mucho se habla que Milei no tiene nada enfrente, y es parte de la verdad. Tal vez a un outsider negativo (por sus formas y sus acciones), debiera oponérsele un outsider positivo, ¿será Facundo Manes?. Manes parece ser alguien con ideas nuevas, no contaminadas. No denigra a la política, ni reniega del peronismo. No obstante nada pasará hasta después del 2024. Nadie salvo el gobierno, querrá nacionalizar la elección.
Habrá que ver si el presidente Milei es un líder, graduándose en ello; o termina siendo el síntoma que lo puso a los pies de esa oportunidad.
Creo importante como cierre de este artículo compartir parte de la entrevista que le he realizado el Ing. Sergio Bitar, (quien fuese en Chile ministro de Salvador Allende, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet), hoy trabaja en forma entusiasta en la Prospectiva, es decir pensar el futuro de su país, anticipar la gobernanza, es decir cómo enfrentar escenarios posibles. Sabemos que la IA, el mundo laboral, el cambio climático, la energía, el agua, acarrean nuevos escenarios para el desarrollo social.
Juan Manuel Salazar, director ejecutivo de la Cepal, radiografía América Latina: “Seguimos con una baja capacidad para crecer, con muy poco crecimiento de la productividad, con demasiada incapacidad para llevar a cabo proyectos de largo plazo, con excesiva desigualdad y con falta de pragmatismo. Por ejemplo, en la última década del 2014 al 2023 el crecimiento promedio de AL fue de sólo 0,8%. Esto es menos del 2% al que la región creció en la famosa década perdida de los años 1980s.*
Ante este panorama el Ing. Bitar sostiene que: *Hay intentos de poder discernir escenarios de cambios tecnológicos para ver a qué nos dedicamos. Por ej: Argentina ¿dónde será vanguardia?, ¿en qué área va a concentrar más su capacidad nacional? Esto empieza a surgir, pero muy poco. La idea es pensar un más allá. Los dirigentes políticos también deben tener una visión de largo plazo con inclusión social y desarrollo tecnológico más allá de resolver los problemas del día a día. Se está armando una Red de Grupos de Futuro de los Congresos de América Latina. Chile y Uruguay son los países que más protagonismo tienen en esta primera etapa. Cuando pensamos el largo plazo, hay dos cosas que se superponen; ¿Qué cambios mundiales están ocurriendo que nosotros no controlamos? y ¿Qué potencialidades nacionales tuvimos, tenemos y podemos llegar a tener para desarrollarnos mejor? En un hecho inédito Naciones Unidas en setiembre de este año, convocará a la Cumbre del Futuro, con la esperanza de concluir en un Pacto del Futuro que defina los grandes riesgos”
Finalmente el Ing. Bitar subraya lo más importante: “el corto plazo frustra a la gente, a la democracia, porque crecen las desigualdades y los conflictos. Debemos trabajar sobre cómo se sostiene la democracia liberal en situaciones de complejidad y desigualdad. Esto genera ideas nuevas. Esto está ocurriendo en el mundo. Y puede ocurrir lo mismo en América Latina”