Había una vez un pájaro carpintero que vivía con su compañera en un jardín lleno de grandes árboles y flores de muchos colores con agradables perfumes. Árboles frutales como duraznos, ciruelos, naranjos, cerezos, nogales y muchos más. El lugar está situado pegadito al campo y también hay una hermosa y amplia vivienda, en donde su dueña es artista plástica.
Ella es muy cariñosa con los animales, les da de comer a todos los pájaros, conejos, ardillas, perros, dicen que ese lugar está encantado y es mágico. Mi compañera y mi amigo el hornero me contaron que los niños que concurren al taller de arte, hacen magia con los colores y el barro. El hornero Raúl a veces espía en la ventana a los alumnos que modelan con el barro. Como ves, hay animales como el pájaro carpintero y el hornero que son muy curiosos en la naturaleza y nos enseñan lecciones muy importantes.
En este caso el pájaro carpintero nos muestra las ventajas de ser trabajador, previsor y de cuidar de los suyos. Su amigo el hornero, comenzó a construir el nido a finales del verano después de una tarde de lluvia en donde el arcoíris se posó en las grises nubes que el fuerte viento hechó. Precisamente en febrero.
Fue lenta la construcción porque el barro se iba secando, pero al ver la dueña de casa que en su balcón el hornero trabajaba, le ofreció un recipiente lleno de barro, era la arcilla que los chicos modelaban en el taller. Ya en la semana se estaba terminando.
El pájaro carpintero se llamaba Dionisio, era orgulloso, curioso, lucía un hermoso penacho de plumas. Era tan coqueto que todo el día se posaba en la baranda del balcón y se miraba en el vidrio espejado de la puerta. Y tan loco que remontaba vuelo y se chocaba en él. Y así seguía sin parar, no se canzaba nunca.
El hornero trabajando en su nido, lo miraba, le dio muchas ganas de reírse pero no podía con su pico, pero con sus alas y su piar siiii….Esa tarde le dijo..
-¡Qué pájaro loco eres!
-¿Cómo? Respondió el carpintero.
-Ja, no vez que te vas a matar.
-¿Por? El carpintero.
-Te estás golpeando contra ese vidrio.
-¡No!, dijo su amigo. Es un portal Mágico que quiero curiosear.
-¡Ha!, ¡Sí!, ¿Puedo ir contigo?.
-Te propongo que nos juntemos mañana a la tarde y volemos juntos.
Dionisio le respondió que antes había que creer y creyendo se podría abrir el portal mágico, sino no.
Del pincel los rescató y esa aventura del portal fue maravillosa. Luego Dionisio bebió agua y comió semillas que el hada les dio. Agradecidos se fueron.
Dionisio construyó un nuevo nido para sus polluelos y Raúl terminó el suyo y trajo a su hornerita a vivir. Los dos amigos se dieron cuenta que unidos pudieron triunfar sobre el miedo y además, se fortalecieron en su fe.
Y…Colorín colorado el carpintero y el hornero comprendieron que la amistad rompe portales hacia la libertad y el amor. Con mucho cariño y chispitas de chocolate. María Inés Adorni.