La crisis del sector metalúrgico en Rafaela se ha profundizado de manera alarmante durante el 2024, reflejándose en la cifra de 220 despidos que sacuden a la comunidad local. Este escenario sombrío no solo pone en jaque a las familias de los trabajadores afectados, sino que también evidencia la fragilidad del sector industrial en una ciudad históricamente ligada a la producción metalúrgica.
Roberto Oesquer, secretario general de la UOM Rafaela, ha sido uno de los portavoces más enfáticos de esta problemática. "Estamos en una situación límite. La producción en muchas fábricas ha caído a menos del 50% de su capacidad, y no se ve una salida clara a esta crisis. Las empresas están sobreviviendo, pero a costa de reducir personal y disminuir su actividad", explicó Oesquer con evidente preocupación.
Las causas de esta debacle son múltiples, pero Oesquer no duda en señalar la combinación de factores económicos adversos que han asfixiado al sector. "El aumento de los costos operativos, la inflación descontrolada, y la falta de apoyo estatal han sido devastadores. Además, la caída en la demanda tanto interna como externa ha hecho que muchas empresas se vean obligadas a tomar decisiones drásticas, como despidos masivos", detalló.
Además, el dirigente sindical alertó sobre el impacto social de esta crisis, destacando que "el desempleo no solo golpea a los trabajadores, sino que también debilita el tejido social de Rafaela". Oesquer insistió en que "el poder adquisitivo se ha desplomado, y la gente apenas llega a fin de mes. La incertidumbre económica hace que la recuperación sea un horizonte cada vez más lejano".
El futuro, según Oesquer, es incierto y preocupante. "No hay señales claras de recuperación. El riesgo país está en niveles alarmantes, y la posibilidad de una devaluación sigue latente, lo que solo aumentaría la presión sobre las empresas", advirtió. Para él, es fundamental que se implementen políticas que protejan el empleo y la producción local. "Necesitamos medidas concretas que impulsen la reactivación del sector, como líneas de crédito accesibles y una reducción de la carga impositiva. De lo contrario, temo que esta crisis se prolongará y afectará a más trabajadores", concluyó.
Mientras tanto, las fábricas de Rafaela intentan adaptarse como pueden a esta nueva realidad, pero la esperanza de una pronta recuperación parece cada vez más lejana. Los despidos masivos, la caída en la producción y la falta de apoyo gubernamental son ingredientes de una tormenta perfecta que amenaza con cambiar para siempre el panorama industrial de la ciudad.