Es curioso cómo, a pesar de vivir hace más de dos décadas con una inflación creciente, aún nos siguen impactando la mayoría de las subas de precios. Seguramente el rubro de los alimentos sea en donde más se siente, pero hay otras áreas de nuestra vida en las que esta situación golpea de una forma particular.
Un claro ejemplo de esto es el aumento de precios de los pasajes de ómnibus de media y larga distancia. Aquellos que viajan una vez por mes saben que cada vez que vayan a la boletería se encontrarán con un nuevo incremento. De eso no hay dudas. Lo único que queda por preguntar es cuánto aumentó esta vez.
Lo sufren, sobre todo, quienes usan el servicio de empresas pequeñas, que ni siquiera tienen a veces sus precios publicados en la web. Por lo tanto, a estas personas no les queda otra que enterarse cada vez que se acercan a comprar el pasaje.
Recorrimos la Terminal de Rafaela para consultar a los pasajeros sobre la suba de precios. Algunos se mostraban molestos y otros manifestaban una clara resignación.
"Vamos para Ceres. Vinimos solamente para una consulta con el médico. Me sorprendió el aumento porque yo venía convencida a pagar un costo y me salió otro. No pensé que iba a cambiar tan rápido porque hace poquito ya lo habían subido. Venía pagando $ 1.930 y ahora está a $ 2.320", dijo Verónica mientras ayudaba a cargar sus bolsos y los de su hermana en la baulera del ómnibus que las llevaría de regreso.
Un poco más allá, Natalia y Guillermina esperaban la llegada de la unidad que las devolvería a Esperanza. Al ser consultada por el efecto de la inflación, la hija dijo: "Viajamos con frecuencia porque mi mamá está haciendo un tratamiento en un sanatorio de acá. Ella es jubilada y yo soy enfermera así que es realmente es un gran esfuerzo económico enfrentar todo esto, pero no nos vamos a desanimar". Además, Guillermina agregó que vive en el campo, por lo que a los costos del pasaje tiene que sumarle un coche que la lleve hasta la ciudad. En eso se le van otros $ 4.000 entre ida y vuelta.
Ramiro, un tambero de la zona de San Guillermo, también dio su punto de vista apenas había terminado de comprar su pasaje: "Me estoy volviendo. Vine al hospital por unos estudios. No me esperaba tanto aumento. Yo trabajo en el campo y las subas se ven en todo, la nafta, la comida... Pero no queda otra, hay que seguir luchándola".
Junto al kiosco de la Terminal encontramos a Carina y Julián junto a sus dos hijas de 5 y 8 años. Oriundos de Santa Fe, habían llegado hace pocos minutos a Rafaela con motivo de estar presentes en el cumpleaños de 70 de la abuela. "¡Es un costo enorme!", respondió Julián cuando fue preguntado por el gasto total que implica ir y venir los cuatro juntos. Y luego explicó: "Además de que los pasajes que siguen subiendo, tenés siempre alguna que otra golosina o gaseosa en los kioscos para las nenas. Quieras o no, termina sumándose todo. Aunque cueste, por nada del mundo nos perdemos el cumple de mi vieja, que ama a sus nietas".
En una situación parecida, Fernanda de 25 años se estaba por volver a su pueblo y contó que ya no puede ir todas las semanas como hacía antes. Para ahorrar, decidió volver a su casa cada dos semanas. Por supuesto que esto la ha obligado a resignar festejos de cumpleaños, bautismos y hasta el casamiento de un primo. "Es la única forma que tengo para sostener mis estudios universitarios y el alquiler en Rafaela", explicó.
Allí también estaba Mabel, que expresó: "Viajo a Roca una vez por semana y recién hoy me enteré del aumento del pasaje. Antes pagaba $ 160 y ahora es $ 360. Esto impacta bastante porque no es sólo esto que aumenta, sino todo. ¡Va a convenir venir en bicicleta!", dijo entre risas agridulces. Aunque con su jubilación no le alcanza para todo el mes, dijo que sus tres hijos colaboran para que no le falte nada. "En Roca es todo el doble de caro. Por eso trato de venir acá para hacer un poco de economía en las compras más grandes".
Estas son sólo algunas de las miles y miles de historias que transitan a diario por nuestra Terminal, y sin dudas lo hacen por todos los paradores del país en donde haya alguien subiendo o bajando de un ómnibus. En estos lugares es donde se puede percibir la inflación en la cara y los gestos de las personas, que aún con un gran esfuerzo del bolsillo siguen priorizando la salud, los afectos y los sueños de ser futuros profesionales.
El antes y el después
Estas son algunas de las variaciones de precios que se han dado recientemente en las tarifas:
Humboldt: antes $ 600, ahora $ 700.
Esperanza: antes $ 780, ahora $ 940.
Recreo: antes $ 1.140, ahora $ 1.360.
Sunchales: antes $ 600, ahora $ 700.
Rosario: antes $ 2.670, ahora $ 3.200.
Ceres: antes $ 1.930, ahora $ 2.320.