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Con un fuerte aumento en los alimentos, la inflación de enero fue de 3,9 por ciento


La variación interanual fue de 50,7% y la medición núcleo del mes fue de 3,3%, según el Indec; el rubro Alimentos y Bebidas tuvo un alza de 4,9%, y el de Comunicación, 7,5%.





En línea con la tendencia que arrastra desde fin del año pasado y en sintonía con lo que ya habían estimado analistas privados y el propio Gobierno, la inflación de enero sigue recalentada: con fuerte incidencia del alza en alimentos, registró en el primer mes del año un aumento de 3,9%, con lo que la variación interanual alcanzó el 50,7%, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).





De esta manera, el índice de precios al consumidor (IPC) se ubicó en el primer mes del año apenas por debajo del 4% de enero de 2021 y levemente por encima del 3,8% de diciembre. “La suba de Alimentos y bebidas no alcohólicas (4,9%) fue la de mayor incidencia en todas las regiones. Lo más relevante en la división fue el incremento de verduras, tubérculos y legumbres, donde se destacaron el tomate, la lechuga, la papa y la cebolla, entre otras”, detalló el Indec.





En tanto, la inflación núcleo, una marca de los precios libres más allá de regulaciones y estacionalidad, fue de 3,3%, con lo que se atenuó respecto de la última medición en la que había sido de 4,4%. Asimismo, la categoría Estacionales fue la que más se incrementó (9,0%), empujada por suba en Verduras, tubérculos y legumbres, frutas, y los servicios asociados al turismo.





Camilo Tiscornia, director de la consultora C&T Asesores Económicos, destacó que lo que más incidió en enero fueron alimentos y bebidas no alcohólicas, que subieron 4,9% en el mes, la mayor tasa desde noviembre de 2019. “Ahora, cuando se desagrega un poco, se ve que hubo un 30% de aumento en las verduras, un rubro estacional que influyó muchísimo en esta medición. Al revés, la inflación núcleo fue menor a la de diciembre de 2021, pero similar a lo que fue desde mayo hasta noviembre de ese año”, explicó.





Además, Tiscornia comentó que también hubo un aumento fuerte en salud, porque hubo alza en prepagas; también en telecomunicaciones, porque el Gobierno autorizó incrementos a empresas de internet, cable y telefonía, y hubo alzas también en restaurantes y hoteles, algo muy ligado a turismo, que siempre tiene un pico en enero.





Aldo Abram, director de la Fundación Libertad & Progreso, remarcó que hay otros rubros que tienen que ver con la postergación de algunos ajustes durante el período de las elecciones, como es el caso de telecomunicaciones; y hay otros que tienen que ver con el descongelamiento de precios. “Durante un tiempo las empresas no pudieron subirlos, pero a ellas les aumentaban los costos, con lo que empezaron a producir menos y, al sacarse el congelamiento, los precios se incrementaron más de lo que lo habrían hecho sin esa medida”, opinó el economista.





El Gobierno ya había admitido a principios de este mes que la inflación estaba lejos de desacelerarse y que se mantenía en un piso cercano al 4% durante enero, pese a los renovados programas de congelamientos y acuerdos de precios. Asimismo, había adelantado que se estaba trabajando en “instrumentos regulatorios” con el Mercado Central para combatirla.





El encargado de adelantar la visión oficial sobre la suba de los precios durante el primer mes del año había recaído sobre el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti. “La inflación de enero va a ser similar a la de diciembre, pero en alimentos es más alta porque tenés la estacionalidad de las frutas y verduras”, había indicado.





También los analistas privados, en sus proyecciones, habían advertido que la variación de los precios se mantendría en niveles elevados. Varios de ellos indicaron además que la suba de precios de los combustibles del 9% anunciada por YPF –y replicada por otras petroleras– sumados a otros incrementos (tarifa de electricidad de grandes consumidores y precios “pisados” durante las elecciones) pondrán mayor presión al dato de inflación de este mes, caracterizado por ser de baja estacionalidad.





Con este nivel mensual del índice de precios al comienzo del año se torna difícil la idea de cumplir con lo previsto por el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el Presupuesto 2022, donde proyectó una inflación anual de 33% (casi 18 puntos por debajo del 50,9% con el que terminó 2021).





Una de las cuestiones que más preocupan a la hora de hacer una proyección sobre cómo evolucionará la inflación durante el año es el nivel del IPC núcleo. Si bien el dato de enero mostró una cifra menor a la de diciembre, Agustina Myronec, economista de la consultora Ecolatina, subrayó que ya lleva 16 meses ubicándose por encima del 3%. “Más allá del nivel general, lo grave es lo que muestra el IPC núcleo, donde no se prevé en el corto plazo un cambio de tendencia que implique una desaceleración”, agregó la analista.





Con vistas a lo que se viene y teniendo en cuenta que uno de los rubros que más empujó el índice de enero fue alimentos, Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), concluyó: “Puede apreciarse que, en 3 de los 5 años, los alimentos terminaron subiendo más que la inflación que anualizaba el primer mes del año. Este análisis es meramente descriptivo, no siendo posible una inferencia específica para este año 2022. Pero, la evidencia permite confirmar que la baja de la inflación es uno de los grandes desafíos sociales y económicos de este año”.





Con la aceleración esperada del tipo de cambio nominal oficial, la agudización de los faltantes por mayores presiones sobre importadores y el ajuste en las tarifas de gas y electricidad, el panorama para lo que resta del año no es bueno. “Con la inflación núcleo corriendo arriba del 3% hace varios meses, el número de cada mes depende de los estacionales, con los regulados tirando para abajo. El tema ahí, es que acelerar la tasa de ajuste del tipo de cambio nominal oficial sin ancla fiscal y tasa positiva, difícilmente no se traduzca en una aceleración de la núcleo. Con regulados que van a tirar menos para abajo”, concluyó Gabriel Camaño, economista de Consultora Ledesma. (La Nación).


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