A la hora de comprarlos, es bueno reparar en que cumplan ciertas condiciones fundamentales para la salud.
Usar lentes no tiene como único objetivo hacernos lucir mejor. Ya sea para mejorar o proteger nuestra visión o por cuestiones de estilo, hay distintos factores a tener en cuenta. Elementos como el marco, el color o la ubicación del puente, entre otros, también inciden en la composición y buen uso del propio lente.
Uno de las principales preocupaciones pasa por el factor de protección solar. Los anteojos de sol deben tener lentes de calidad con protección UV400, para que estemos protegidos del sol y no se dañe nuestra vista.
Pablo Micolucci, de Ranieri Argentina, nos explica: "Por un lado se apunta al antirreflejo, un procedimiento en el que se depositan siete capas en la parte interna para suavizar los colores, para luego terminar con el polarizado del lente. De esta manera se evita que el resplandor, que suele ser intenso y molesto, penetre directamente en los ojos, siendo la causa de distintos problemas. Con este tratamiento se obtiene la comodidad deseada y la posibilidad de ver detalles con claridad".
Otra cuestión fundamental, apunta Micolucci, es dónde adquirir las gafas: "Si las compramos en la calle o en la playa, es posible que no encontremos la mejor calidad de productos. Lo más recomendable es comprar en las ópticas, que son atendidas por un profesional, quien nos aconsejará a conciencia sobre las mejores opciones".
Ahora bien, otra duda frecuente es sobre el uso prolongado de los anteojos y sus efectos. ¿Se pueden usar durante muchas horas, sin que la capacidad visual se vea afectada? La recomendación del especialista es llevarlos siempre que estemos expuestos a los rayos del sol, prestando especial atención a la vista de los menores.
Ya sea en los casos en que pasar por la óptica sea inevitable, por necesidades de salud particulares, o cuando se compren lentes por placer, el modelo que elijamos debe necesariamente cumplir con los criterios de salud.