Este 1º de mayo fue celebrado el 63 aniversario de la diócesis de Rafaela por la festividad de san José Obrero con actividades durante la tarde en cada una de las 36 parroquias en los 5 decanatos de los departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio, y de manera virtual.
Se trabajó de un modo híbrido, cada comunidad se juntó en su parroquia y hubo momentos comunes, con mensajes iluminadores, testimonios, oración, adoración, concluyendo con las misas en las parroquias. El Consejo Pastoral preparó un material que fue enviado a las comunidades sobre el tema de “la escucha amando”, en sintonía con el objetivo diocesano de “ir al encuentro de los hermanos, escuchar sin juzgar, acompañar sin cuestionar, amar sin preguntar y transmitir la alegría de la fe”. La animación general estuvo a cargo de Nilo Dunky y Gabriela Monutti desde la Catedral. San Rafael.
El obispo Pedro Torres dio la bienvenida: “feliz día del trabajador, hoy se celebra a san José Obrero y con la Virgen de Guadalupe son los patronos de la diócesis. Dar gracias nos hace bien, reconocer los dones de Dios por los 63 años, que partió previamente de Paraná y Santa Fe, de bisabuelos, abuelos y misioneros. Escuchar con el corazón, actitud de empatía, pasión, escuchar lo que el Espíritu dice a la Iglesia y a mi corazón. La Iglesia regaló a Mama Antula con los ejercicios espirituales como el cura Brochero para que los argentinos tuvieran un encuentro con Dios. Salvar la proposición del prójimo, de quedarse con lo bueno, sacar provecho, como decía san Ignacio de Loyola. Comprender bien con la conciencia que somos familia y pueblo de Dios. Hay que rezar por las vocaciones. Zazpe decía que la casa del Padre es un encuentro con Jesús. Escuchar el don de los 63 años de la Diócesis es un llamado a escuchar con el corazón sin juzgar”.
En otro momento, desde la parroquia de la Merced en Tostado, decanato 1, expusieron Verónica y Mario, quienes invocaron al Espíritu Santo que fluye para que pueda permitir formando como comunidad de la diócesis para festejar este día. Leyeron la carta de Santiago: “debemos estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar y para enojarnos” (1, 19) porque al poner en práctica la palabra seremos felices. Escuchar amando, que no es nada sencillo, como invita el papa Francisco, redescubrir la escucha. A veces tenemos muchos ruidos y no escuchamos bien. ¿Para qué nos comunicamos? Para buscar la verdad. También habla de la escucha del consuelo, al escuchar estamos consolando. Hay que hacer un silencio horizontal con el hermano y vertical con Dios; cuando encontramos la verdad sabemos discernir. Escucha valiente y sin prejuicio se conoce libre y sin prejuicios. La escucha es educativa, aprendemos algo del otro, volvemos a la humildad para que el otro hable. Escuchar es comprometerse con el otro; tener valor, predisposición y disponibilidad de escuchar, el apostolado de la escucha.
Y continuaron con los obispos que proponen la sinodalidad de caminar juntos, llamado a una Iglesia que escucha y acompaña, discerniendo el estilo de vida. Tomar la palabra para ser escuchados. Poner a Cristo en el centro y estar dispuestos. La voz de las víctimas en un camino a sanación, arrepentimiento, reconciliación. El obispo Torres, en la carta pastoral, habla de renovar la escucha del resucitado como los discípulos de Emaús. La Diócesis dispuesta a escuchar al resucitado con la certeza que siempre somos escuchados. Escuchar a la Iglesia diocesana en los movimientos y las áreas pastorales, ir al encuentro de los hermanos. Nos sumamos a toda la Iglesia que ejercita la escucha al estilo de Jesús que se nos hace presentes, sin juzgar ni preguntar. Escuchar al llamado de la santidad a vivir y responder. Muchos santos hicieron silencio y escucharon a Dios. Abrir los oídos del corazón, encontrarnos como hermanos, escuchándonos y amándonos. San José es el hombre del silencio, escucha animando, con palabras justas y necesarias; abrazó a un niño Dios frágil y vulnerable, y abrazó a la madre.
Después se emitieron tres videos con testimonios locales de la pastoral de la salud, de los “chiquilines” de la Asociación Vistiéndonos de Sol y del movimiento misionero. Luego de la adoración del Santísimo Sacramento, se trabajó grupalmente en cada una de las parroquias con 2 preguntas: cuál es la misión de la Iglesia y cuáles son las actitudes, decisiones y acciones para vivir en la comunidad. Hubo una puesta en común con un representante de cada uno de los cinco decanatos, leyendo las conclusiones.
Finalmente, el obispo diocesano cerró la actividad: “dar gracias rezando fue un ejercicio de escucha espiritual y adoración, terminar con la eucaristía de acción de gracias. Tenemos que saber que Dios amó al mundo porque entregó al hijo, nos regaló el Espíritu, somos hijos de Dios y familia; es una alegría de Dios, somos hermanos, el otro es un don de Dios. La humildad desde Jesús, ensanchar el corazón como Felipe acompañando al extranjero eunuco. Tener sentimientos de Cristo que se anonadó y se hizo uno de nosotros. Dios no se escandaliza por nuestra vulnerabilidad de pecado, pero que superemos con el llamado de santidad. Cada Iglesia particular está llamada a anunciar el evangelio. ¿Comprendimos el amor de Jesús que se entregó por nosotros? En Emaús el problema estaba adentro para ablandar el corazón, a los apóstoles el miedo, al etíope la ignorancia. Necesitamos crecer en la fe con la vida nueva que nos regala y en la humildad, que es madre de todas las virtudes, fundamento del edificio. Hacerse uno más y sufrir con el otro”.