Locales

Acerca del "lenguaje inclusivo" y su prohibición


Por el profesor Guillermo E. Sáenz - Hace pocos días el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires anunció la prohibición del lenguaje inclusivo en todas las aulas de la jurisdicción a su cargo, argumentando centralmente que es necesario "respetar el idioma español" ante los bajos resultados obtenidos por los estudiantes en el área Lengua.
Y agregó que el motivo es "simplificar la forma en que los chicos aprenden" y revertir así la importante caída de la comprensión lectora detectada durante la pandemia. "En la escuela hay que respetar el idioma español porque los índices muestran que es urgente; no podemos perder un día más", dijo en rueda de prensa Rodríguez Larreta al referirse a los resultados de la última evaluación sobre Lengua realizada a finales del año pasado. Según lo expresado por el Jefe de Gobierno porteño, quien comunicó la medida acompañado por la Ministra de Educación de CABA, dos de cada diez alumnos de la escuela secundaria no pudo resolver actividades sobre textos breves con lenguaje sencillo; un 64% más que en 2019, antes de que la pandemia de Coronavirus obligase a mantener las escuelas cerradas durante más de un año.  Y Soledad Acuña remarcó en referencia al llamado lenguaje inclusivo que "la utilización de estas nuevas incorporaciones rompen las convenciones del lenguaje y generan un obstáculo".
En contraposición con la perspectiva señalada, y desde el Ministerio de Educación de Santa Fe, la postura es claramente diferente.
La Ministra de Educación santafesina precisó que no cree "que el lenguaje inclusivo obture el aprendizaje de la lectura y la escritura". Según consideró la profesora Adriana Cantero, "la lengua es dinámica, hay que aprenderla a usar en sus formatos más formales, pero en todo caso es ‘viva’ y va recibiendo las influencias de la cultura de su tiempo. Se crean nuevas formas, nuevas expresiones para comprender la realidad. El lenguaje acompaña los procesos de subjetivación de cada época". Y seguidamente subrayó que en Santa Fe el Ministerio a su cargo no establecerá ninguna prohibición.
Hasta aquí, dos perspectivas en torno a un tema central para la educación de las personas: el del uso del lenguaje como código de comunicación social.
Ahora bien. La enseñanza y el aprendizaje de la lectoescritura son procesos fundamentales, porque su construcción otorga sustento y solidez a todo el desarrollo del pensamiento humano. Escuchar, hablar, escribir y leer constituyen las denominadas habilidades lingüísticas, también conocidas como destrezas o capacidades del lenguaje, y permiten a un individuo comprender y producir el lenguaje hablado para una comunicación interpersonal adecuada y efectiva. 
No soy un especialista en el campo de la lengua; pero soy educador desde hace muchos años. Y quienes profesionalmente pertenecemos al campo educativo sabemos de la complejidad de los procesos de enseñanza. Y de la necesidad permanente que tenemos de revisar esos procesos -con criterios académicos y científicos sólidos- para que se actualicen conforme a la producción del conocimiento y a las demandas de cada tiempo y de cada comunidad particular. 
Y es aquí donde deseamos poner el acento, saliendo de la encrucijada impuesta (con evidente tufillo electoral) de "lenguaje inclusivo sí o lenguaje inclusivo no. Si los estudiantes al finalizar la escuela secundaria tienen dificultades para la comprensión lectora (entre otras cosas), la estrategia para superar esas dificultades no es precisamente la prohibición de estas nuevas formas del lenguaje. Para expresarlo de manera más abarcativa: no es esa la dirección para mejorar la calidad de la enseñanza. Fundamentalmente porque afirmar eso es simplificar un problema mucho más grave y complejo en sus causas y que requiere de una nueva manera de enseñar y de aprender en la institución educativa. Esa creemos es la verdadera dirección que debemos adoptar en la Argentina. Mirar, comprender y gobernar en el campo educativo con la certeza de que estamos invirtiendo nuestros esfuerzos personales, institucionales, sociales y materiales en un ámbito estratégico para el desarrollo nacional; en el que se juega el destino personal y social y la posibilidad de construir una comunidad más solidaria y más equitativa. 
Resulta claramente más ajustado a un criterio de "realismo" la perspectiva del Gobierno santafesino. "Tenemos que ser más razonables y dejar que el diseño curricular de la escuela obligatoria funcione con esas otras flexibilidades de las ‘no prohibiciones’, mientras estas cuestiones no hagan daño u obturen la posibilidad de aprender", expresó la Ministra santafesina. Y creo que esa es la vía. Puede ser más lenta pero es seguramente más efectiva.
Con motivo de la reciente aparición de su libro "El gran simulacro: el naufragio de la educación argentina",  Guillermina Tiramonti -una reconocida experta en la temática educativa- expresó: "El foco de las preocupaciones de los funcionarios, de los actores y los agentes del sistema y de aquellos que trabajamos investigando sobre el sistema, los especialistas sobre educación, no está en el aprendizaje de los chicos. Eso no parece ser lo más importante". 
A partir de esta advertencia que nos hace tan prestigiosa docente e investigadora, modestamente nos atrevemos a proponer que es allí, en el aprendizaje de los estudiantes de todos los niveles; y en la calidad de esos aprendizajes donde debe estar el horizonte al que orientar todos nuestros esfuerzos, especialmente los que se despliegan desde el Estado, responsable fundamental en la promoción del bien común. 
A veces, quienes tienen la responsabilidad de gobernar, urgidos por apremios electorales o por la obtención de resultados y con una visión cortoplacista, acometen la acción de conducir la educación pública como si ignoraran su complejidad y la importancia esencial de la misma.


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