Ernesto Viglizzo es un científico argentino, investigador, a la vez de ingeniero agrónomo. Lleva más de cuatro décadas analizando los sistemas productivos y su impacto ambiental, en particular la ganadería.
Si bien cuenta con un extenso currículum, Viglizzo fue doctorado en la Universidad Católica De Lovaina, Bélgica, y es autor de publicaciones científicas, libros e informes internacionales sobre cambio climático y medio ambiente.
Esto lo llevó a presentar a fines del año pasado en la COP28, un debatido informe sobre las emisiones de la ganadería, en defensa de los sistemas productivos de América Latina. La presentación fue controversial porque se encargó de contrastar muchos de los datos que habitualmente se vierten sobre la ganadería de esta región del país, a la que se culpa en demasía por las emisiones.
Bichos de Campo decidió visitarlo en su oficina de Santa Rosa, La Pampa. desde donde escribe publicaciones y libros, como “Las dos caras de Jano”, su última entrega. En ese encuentro en una mañana pampeana, Viglizzo se tomó el tiempo necesario para explicar muchos de los conceptos en los que viene trabajando hace tiempo, además de contrastar discursos dominantes.
En particular, a Ernesto lo desvela la forma en la que se observa a la ganadería sureña desde el hemisferio norte, y es ahí cuando lanza su primer gran precepto, y explica que en la actualidad nos compramos (todos) el discurso reinante en Europa, que es el que la ganadería emite metano y contribuye a aumentar los gases de efecto invernadero que luego producen el cambio climático. Se encarga de mostrar la primera gran contradicción, que es la de describir los distintos sistemas productivos, ponderando el sudamericano por sobre el norteño.
“Hemos comprado una visión quizás muy europea o muy del hemisferio norte sobre la producción ganadera. Son sistemas de otras características, son sistemas más intensivos, con mucho tiempo de los animales confinados, y eso les ha permitido a ellos tener una visión muy específica de lo que es la producción ganadera y sus impactos sobre el ambiente. El esfuerzo que estamos haciendo desde acá es mostrar que nuestros sistemas ganaderos son distintos, son sistemas más extensivos, de base pastoril, donde el animal está directamente cosechando su propio pasto, no se lo lleva a la boca, y eso tiene una cantidad de características y de impactos diferenciales respecto a los que los europeos miden en el hemisferio norte, donde tenemos una ganadería mucho más intensiva con impactos localizados muy fuertes”, comienza diciendo, explicando por qué no se debería comparar un sistema con otro.
Es por esto que Viglizzo afirma sin temor que el ojo está puesto en América Latina y su forma de producir alimentos, por la deforestación y el proceso que eso implica: “Se se ha asociado la producción bovina a un intenso proceso de deforestación, que tiene el foco principalmente puesto en Brasil, en Paraguay, y también en la Argentina, en una parte en el NOA. Ese es un argumento que se utiliza para decir que la actividad ganadera es una gran emisora de gases de efecto invernadero, que en realidad no lo es en forma directa”.
Al respecto, el investigador del Conicet e INTA argumenta: “Si se asocia la ganadería a la deforestación, la deforestación de bosques es una de las principales actividades que emite gases de efecto invernadero. En ese proceso, cada árbol que se extrae, se va con una gran cantidad de carbono que estaba acumulado en esa planta y en parte del suelo. Entonces se van asociando esos procesos y se dice que la ganadería está impactando indirectamente a través de la deforestación y eso nos coloca bajo sospechas”.
Empero, Viglizzo dispara: “Esto tiene una parte un poco de hipocresía, porque si nosotros analizamos de dónde provienen las principales emisiones que hay en el planeta, provienen de la quema de combustibles fósiles. ¿Y dónde están los principales focos de emisión de gases de efecto invernadero provenientes de origen fósil? Están en el hemisferio norte, en países industriales más desarrollados”.
“Tal es así que hoy diríamos que el del total de las emisiones del planeta, alrededor del 90% proviene de la quema de combustibles fósiles. Y un 10 o 15% provienen de otras actividades asociadas a la producción de alimentos. Y ahí dentro está la ganadería. La ganadería a nivel global, el ganado vacuno en sí, no emite más del 5% de las emisiones globales, como producto de sus procesos digestivos”, establece.
En su oficina de la calle Moreno, en pleno centro santarroseño, Viglizzo responde amablemente una pregunta de este cronista, que le consulta si las industrias bélicas –y su quema de fósiles- tan en auge en estos días, son comparables o no a la tan demonizada ganadería latinoamericana.
“Sin lugar a dudas toda esa industria bélica emite una cantidad de carbono, producto del uso de combustibles fósiles, que no está todavía debidamente medida”, responde el científico, quien además luego analiza impactos secundarios de las guerras, que no son específicamente las emisiones generadas.
“Fíjense inclusive que países de Europa le han cerrado la canilla a Putin en materia de gas, que es una forma de combustible fósil menos nociva para la atmósfera, y han tenido que volver a recurrir en muchos casos a lo que sería el carbono mineral, que es la vieja fuente, la más emisora, la más contaminante en materia de carbono emitido. Se han visto obligados a sustituir un combustible fósil por otro, porque hay grandes yacimientos en Europa, en la India, en la China, que los están usando. Grandes yacimientos de carbono mineral”, indica.
Viglizzo reafirma el concepto: “Eso es un coletazo indirecto de las guerras. Pero además está toda la fabricación de estos instrumentos para matar gente que tiene la industria bélica, que también yo no sé en qué medida incide eso en términos cuantitativos sobre las emisiones globales. Pero no hay ninguna duda que es una fuente muy importante de emisión”.
En este punto de una extensa y cálida charla, el experto argentino describe el panorama más abiertamente, puesto que para entender el debate que se está dando el mundo. Hay que entender también de qué hablamos cuando hablamos de emisiones.
“Las emisiones de carbono se producen por quema de combustibles fósiles, por actividades que se desarrollan en las ciudades, en los centros urbanos, por el transporte, por la propia producción agrícola ganadera. Todas esas actividades emiten carbono y el carbono está directamente asociado, de acuerdo a la teoría más aceptada, al calentamiento global. Cuando se va acumulando carbono en la atmósfera, se va produciendo lo que se llama un efecto invernadero y el planeta se va recalentando”.
“Lo que estamos viviendo en los últimos años es un rápido ascenso de las temperaturas, tanto en las tierras como en los mares. Que se notan en el día a día. Que se notan en eventos extremos como pueden ser las largas sequías, inundaciones, o tormentas y los tornados. Todas estas actividades asociadas al clima provocan perjuicios realmente importantes. Entonces el carbono se ha convertido en un foco importante de atención. Y ahí es donde se están apuntando las baterías. Fundamentalmente a analizar cuál es el impacto que tienen nuestras actividades sobre el calentamiento global”, enumera Viglizzo.
-Hablaste de medir y sin entrar en este argentinismo de blanco o negro, buenos o malos, vos te encargaste de medir, justamente para poner en números y derrumbar un poco ese mito de que la ganadería es tan perjudicial como se la cree, como se la entiende. Incluso lo llegaste a decir en la COP28…
-Todo esto es interesado, todo lo que se está planteando respecto a mirar a la ganadería como, digamos, como uno de los villanos de la historia, porque ¿qué pasa? Todas las industrias asociadas al uso de combustibles fósiles tienen que lavar su imagen, entonces han aplicado una estrategia de comunicación distractiva. En lugar de mirarse a ellos mismos, miran a otros sectores, que en ese momento están justamente bajo una mirada, bajo la lupa. Brasil es uno de los grandes focos, digamos, al cual están mirando, y de hecho han aparecido con este pacto verde europeo, que los europeos intentan liderar un movimiento de alcance global en materia ambiental. Están imponiendo, tratando de imponer una cantidad de reglas que no nos benefician a los países latinoamericanos. Una de las imposiciones que tiene este pacto verde es no comprar más alimentos que provengan de zonas deforestadas a partir del año 2021, o sea que si se puede demostrar que un producto, una tonelada de carne, salió de un campo deforestado después del 2021, ese no entra en Europa. Entonces se va creando todo un sistema de barreras que en última instancia se convierten en barreras comerciales y en barreras proteccionistas.
-¿Puede ser que también se pueda llegar a entender la construcción de un relato de lo ambiental como una forma de atenuar algo que viene pasando en Europa, que son las protestas de los productores, por cuestiones económicas? ¿Qué los alimentos o de las materias primas que exportamos desde América Latina sea para ellos una real amenaza?
-Claro, que somos nocivos para no decir que somos más eficientes. Fíjense ustedes lo paradójico también de este movimiento agrícola de productores agropecuarios en Europa, que se están oponiendo férreamente a todos los dictámenes de este Pacto Verde Europeo, porque no pueden cumplir con las regulaciones ambientales que les impone. Ni siquiera ellos la pueden cumplir. Por otro lado, cuando se refieren a su competencia sudamericana, dice que ahí están contaminando el ambiente. ‘Ah, no, ahí están utilizando plaguicidas o fitosanitarios prohibidos, que no pueden entrar a Europa, no nos pueden envenenar con sus productos’. O sea, se da esa situación tan paradójica de que, por un lado, protestan contra las regulaciones internas de la Unión Europea y, por otro lado, quieren imponerle sanciones a los productos que vienen de estas latitudes.
-¿Hay algún estudio que diga lo que, particularmente en Argentina o en América Latina, emite el sistema de producción ganadera?
-La ganadería argentina emite menos del 0,10% de las emisiones globales de la ganadería. O sea, que no es tan nocivo como se plantea muchas veces. No es para nada nocivo. O sea, ¿Cómo puede jugar? Ni siquiera llega al 1% de las emisiones globales. ¿Qué puede afectarle el clima global eso? Absolutamente nada. Pero, como se juegan otros intereses, se miran esos números, inclusive esos números se venden de una manera un poco cínica. Por ejemplo, dividirlos por el número de habitantes de la Argentina. Argentina es un país de pocos habitantes. Tenemos 47 millones. China tiene 1.300 millones. Cuando dividimos, aparecemos la cifra total de emisiones de Argentina versus la cifra total de emisiones de China. Dividido por el número de habitantes, nosotros aparecemos con emisiones mayores que China por habitante. Pero en términos absolutos, China nos multiplica por 200 las emisiones que genera la Argentina. Otra forma de hipocresía, ¿no es cierto? Manipulo los números de manera tal de que me crean un sentimiento de culpabilidad. Y lo peor es que a veces, aún en los medios académicos argentinos y sudamericanos, compramos esa visión muy europea de presentar los números de esa manera. Y eso es lo que nosotros estamos haciendo, tratando de hacer un esfuerzo para cambiar la visión de todo eso. Mostrar que esos números pueden ser distintos si los miramos de otra manera.
-Ahora, con todo este escenario, ¿qué es lo que le queda al productor ganadero argentino? Estamos aquí en La Pampa, una región históricamente ganadera. ¿Qué pueden hacer ellos? ¿Qué puede hacer un Estado para fomentar la producción ganadera? ¿Qué hacemos con todo esto?
-Bueno, yo creo que hay cosas que se pueden hacer. Yo creo que hay que apoyarse más en las investigaciones locales, las que se hacen en el país. Mostrar los números que nosotros generamos, no los números que nos generan desde afuera, e ir a negociar con esos números situaciones distintas. Decir en los foros internacionales: ustedes tienen estos números, nosotros tenemos estos otros. Y esos números están validados por investigaciones científicas publicadas en revistas internacionales prestigiosas. Cuando eso se logra, ya es más difícil contradecir y negarse a la existencia de esos números. Y yo creo que es la estrategia que tiene que seguir el país.
-¿Y el productor?
-El productor tiene que seguir produciendo como lo viene haciendo hasta ahora. Y el Estado y las organizaciones de la sociedad civil asociadas al agro, tienen que salir a protegerlo, darle un paraguas de protección con estos números que yo te estoy comentando. Me parece que esa esa es la salida, pero ya es una estrategia país esa. Inclusive salir con marcas país, por ejemplo. Nosotros tenemos sistemas que son muy conservadores del ambiente. Por ejemplo, acá tenés uno, todo lo que es carne producida en lo que se llamaría el Caldenal, es una carne desde un punto de vista ambiental de bajísimo impacto. Como todos los sistemas mixtos que son los del oeste de la provincia de Buenos Aires, noroeste de la Pampa, sur de Córdoba. Ese es otro sistema de producción tradicional que tiene más de 100 años y que se ha demostrado que persiste y es sustentable justamente porque tiene bajo impacto en el ambiente.
-Recién decías unirse, reclamar, por qué no, mostrar el descontento. ¿Crees que puede ir por ahí, como hicieron en Europa?
-Lo lograron con gran agresividad. O sea, el productor europeo es mucho más agresivo que el productor argentino porque van al parlamento en Bruselas y tiran toneladas de bosta de vaca y de otros animales en protesta y cortan las rutas con tractores. Eso el productor argentino no lo hace en general. Es mucho más manso en ese sentido. Quizás no está preparado mentalmente ni organizado para hacer esas cosas. Pero acá tampoco tenemos a quién protestarle por las barreras que se nos levantan en otros países. Ahora, el debate a futuro parece ser éste, más allá del presente. Este parece ser el debate del presente que nos tiene a nosotros.
-Recién hablaste de un poco cómo defenderse un poco de esto, unirse. ¿El debate a futuro va a seguir por ese lado? ¿La producción de América Latina tendrá mucho más miramientos de los que hay ahora? ¿O en algún momento se puede llegar a caer este prejuicio que hay en Europa sobre la forma en que producimos alimentos?
-Yo creo que está cayendo. Yo creo que ya está menguando toda esa saña con que nos juzgaban. ¿Dónde se ve eso? Y lo veo en las cosas que leo, que escucho, en los vídeos que van llegando. Ya no se habla tanto de sanciones severas a la forma en que producimos. Lo que sí aparece son nuevas variantes de evaluación. No es sólo el carbono o la huella de carbono, es la huella hídrica también, que ya se empieza a mirar. ¿Cómo se está usando la tierra? Los usos de la tierra, las contaminaciones, la deforestación. O sea, entra en la conservación de la biodiversidad, entra en otra cantidad de variables o de indicadores que vamos a tener que ir incorporando a nuestro sistema de evaluación de impactos ambientales. (Bichosdecampo.com)
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