Con una asistencia muy importante de público en el que estuvieron representados productores, profesionales, asesores y trabajadores vinculados a la cadena láctea se desarrolló un encuentro que estuvo positivamente marcado por el díalogo, el intercambio y la generación de ideas para que el sector encuentre indicios para lo que será su mediano plazo, colmado de desafíos.
Destacando el lugar geográfico y social que tiene la lechería en este lugar del continente, Norma Bessone, presidente de la SRR, indicó que “con gran humildad y enorme orgullo, Rafaela es el corazón de la cuenca lechera”.
Esta edición del Seminario los objetivos son claros y ayudarán a “seguir construyendo la posibilidad de desarrollo desde el interior productivo”.
Sabiendo que se “requiere de todos los actores de la cadena láctea, de sus experiencias y de sus particulares miradas, para que desde una amplia visión autorizada y profesional podamos aportar claridad sobre el horionte de la lechería argentina”. La titular de la SRR afirmó que “es imprescindible conseguir cambios en la comercialización y dar mayor previsibilidad a la actividad lechera”, para así “avanzar en la dirección correcta hacia la evolución”.
Luego de las palabras del intendente de la ciudad, Luis Castellano; y del ministro de la Producción de Santa Fe, Daniel Costamagna, con el acompañamiento de Confederaciones Rurales Argentinas y la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe, fortaleciendo a la institucionalidad de la producción primaria, el comienzo se dio con el primer bloque sobre el “Análisis de datos de la cadena láctea”.
Jorge Giraudo, director del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina ofreció un diagnóstico del sector a nivel nacional, con el que confirmó que “no es cierto que la lechería argentina esté estancada”, sino que aunque con poca expansión y dando pelea a las condiciones económicas, “los logros se ven a través del manejo” en cada unidad productiva.
Más de 400 tambos producen un cuarto de la materia prima en el país, “en un proceso que lejos de desacelerarse, sigue avanzando”.
“El tambo promedio argentino en los últimos años viene creciendo a una tasa del cinco por ciento anual”, rondando los tres mil litros. Mientras tanto “con una industria muy atomizada”, con las cinco empresas más grandes procesando algo más del 30 por ciento de la leche, con una atomización cada vez mayor.
La analista de la consultora Quarterra, Mónica Ganley, brindó un panorama mundial. Los desafíos climáticos, los altos gastos operativos, los problemas en la cadena de abastecimiento, la falta de mano de obra y la incertidumbre en los mercados son las principales variables para los países clave en la producción de leche, para marcar una contracción internacional.
“En Estados Unidos son los márgenes los que están conteniendo el potencial que tiene el país para crecer dramáticamente”, siendo de 13 centavos de dólar por litro el margen sobre los gastos de alimentación. En Europa baja el precio de la leche, pero suben las limitaciones ambientales para la producción.
En Nueva Zelandia el clima es el que rige, con precios en baja, mientras China viene cambiando desde la pandemia su comportamiento en cuanto a la demanda.
“En los próximos años la leche no va a faltar”, dijo aunque la oferta y la demanda tirarán cada una por su lado en cuanto a los precios.
“Argentina es un lugar excelente para hacer leche. No hay otro país realmente que pueda crecer tanto como este, para crecer en cinco millones de toneladas que necesita el mundo”, aseguró.
“Cómo hacen lechería las nuevas generaciones”
El segundo bloque ofreció valiosos testimonios sobre diferentes sistemas, manejos y modelos productivos conducidos por jóvenes.
El comienzo estuvo a cargo del médico veterinario Germán Albrecht, del Tambo Asociativo Protambo y Tambo Familiar “Mi Sueño”, en San Jerónimo Norte (SF). Además de mostrar las características de los dos establecimientos, las alternativas de negocio y los planes de crecimiento de la empresa familiar y del emprendimiento que comparten seis socios. A pesar de los vaivenes de la actividad se animó a sugerir ante un auditorio completo, “disfruten el camino que es lo más importante y sobre todo sean respetuosos de la empresa para que no haya problemas en la familia por la actividad”.
Del tambo familiar “El Chiflón”, Julián Alberto de San Vicente (SF) fue mostrando la evolución del establecimiento, la progresiva incorporación de tecnología y la proyección de una mayor dotación de novedades en las instalaciones. Hablando sobre la importancia de confiar y formar al personal coincidió en que “hay que disfrutar del proceso que implica el desafío de cada día. No me imagino a la lechería sin la aplicación de tecnología, en mayor o menor medida. Es muy importante el factor del personal, pero contando con la ayuda de no depender tanto de los trabajos manuales, de la manera tradicional, sino con mayor soporte en la tecnología de proceso”.
Por el Tambo Comercial “La Otilia”, Joaquín Alquati, que tiene una unidad productiva con gran inversión en campo alquilado en Susana (SF) y con innovaciones tales como dos biodigestores para la generación de energía eléctrica y fue el primer tambo del país certificado por Aprocal en bienestar animal, habló de la importancia del trabajo coordinado dentro del establecimiento y de la relevancia que tiene la sustentabilidad ambiental en la tarea cotidiana.
La coordinación de tareas y decisiones en una familia de cuatro integrantes es fundamental para poder seguir adelante y proyectar ya la instalación del mismo sistema productivo en un campo en la localidad de Lehmann, con el que se retomaría la actividad tambera abandonada en el lugar hace años. Claramente el encanto de la lechería hace que estas apuestas, a pesar de los desafíos se sigan dando de manera concreta, revalorizando la importancia de este sector del país para la producción.
Julián Imhoff, que abrió con sus hermanos el tambo familiar “El día”, en Gessler (SF), reconoció que “crecer en hectáreas en la agricultura es muy dificil y cómo nosotros queríamos mantener el capital heredado de mi madre, arrancamos con pocas vacas, pudimos ir comprando más animales, pudimos invertir en agrandar el tambo, hacer una sala de espera con sombra y ventilación, pudimos darle una mejor comodidad a la gente que vive en el campo, la tranquilidad de tener un mejor acceso y a futuro nos vemos creciendo, bien, estamos contentos con este desafío profesional y personal”. Lo que este influencer del sector lechero destacó es que si el campo fuera agrícola tendría movimiento muy pocos días al año, sin embargo ahora no dejan de circular profesionales, servicios, personas que le dan vida al tambo, con lo cual se demuestra el impacto socio-económico de la actividad.
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