La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) elaboró un trabajo, en donde midieron la sustentabilidad del agro a nivel nacional.
En esta especie de semáforo sustentable, la luz verde fue la adopción de prácticas vinculadas a la siembra directa y su paquete tecnológico.
En el otro extremo, el colo rojo fue para el elevado uso de productos banda amarilla y la falta de control de calidad en las tareas tercerizadas a contratistas, entre otros aspectos.
Estos datos se articularon a partir de la Red de Estudio de Sistemas (RedES) un espacio que apunta a diagnosticar el nivel de sustentabilidad del agro y a partir de la información generada, impulsar prácticas que ayuden a mejorarla.
En esta primera etapa del diagnóstico, la red lanzó una encuesta a productores para conocer el nivel de adopción de prácticas sustentables, que a partir de 57 preguntas abarcaron un amplio abanico de manejo.
Algunas de ellas fueron:
Uso de fitosanitarios según toxicidad
Monitoreo de plagas, nivel de rotaciones
Profesionalización de los procesos productivos
Control de calidad de las labores de contratistas
Organización y gestión interna de la empresa e interacción con la comunidad
Salud de los suelos
Con las 170 respuestas obtenidas en todo el país, se elaboró un sistema de puntaje para evaluar la sustentabilidad por eje y global; es decir, integrando todos los ejes: social, económico y ambiental.
Resultados
En líneas generales, se pudo determinar que la mayoría de los establecimientos “hace las cosas bastante bien”, sobre todo en lo relativo a ciertas prácticas agronómicas que tienden a lo sustentable.
Así, en las respuestas salieron a la luz prácticas como siembra directa con rotación de cultivos que son fertilizados e inoculados, monitoreo de adversidades con abandono de fitosanitarios de banda roja y rotación de modos de acción de herbicidas. “Todo esto bajo una dirección técnica profesionalizada y flexible”, remarcaron.
Pero también quedan cosas para corregir. El informe advirtió sobre prácticas asociadas a la sustentabilidad que aún se adoptan muy poco. Algunas de ellas fueron la inclusión de pasturas en la rotación, uso de productos biológicos o de tecnologías de aplicación selectiva de fitosanitarios.
En paralelo, se detectó un grupo minoritario de empresas “de punta” con alta adopción de prácticas sustentables, ubicadas en buenas zonas productivas de Buenos Aires., Córdoba y Chaco. “Un punto en común a destacar en todas ellas: son establecimientos agrícolas que no tuvieron ninguna campaña en alquiler en los últimos diez años”, remarcaron.
Es eslabón más débil del trabajo resultó ser el social. El relevamiento reveló la falta de interacción de las empresas con el entorno y escasa participación en la toma de decisiones en el territorio. “También se encontró dificultad en la organización interna de las empresas y de prácticas que promuevan el bienestar laboral, como actividades recreativas con los empleados”, concluyeron.
Los próximos pasos del proyecto
Si bien el proyecto RedEs cumplió su ciclo, la entidad planea subir la apuesta a este trabajo, debido a que el estudio y medición de la sustentabilidad sigue siendo el principal foco de la Institución. En este rumbo, buscarán desarrollar una herramienta de medición de la sustentabilidad para empresas agropecuarias.
Otra de las apuestas será generar un mapa de sustentabilidad, que permita visualizar el universo de realidades existentes y que muestre el contraste entre manejos y ambientes. También se analizarán las brechas de sustentabilidad, – la distancia entre el estado actual y el deseable en las esferas ambientales, productivas y sociales – y las relaciones causa-efecto que determinan estas brechas.
Fuente: Infocampo
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