Bloomberg señala que Brasil ha superado a EE.UU. como el principal proveedor de maíz a China, con embarques que alcanzaron a 8.79 millones de toneladas en los primeros 9 meses de 2023, lo que implica más de 40% de las importaciones de la República Popular, en tanto que las cargas de EE.UU. ascendieron a 6.5 millones de toneladas (30% del total), que representan una caída de más de 50% respecto a 2022.
Algo semejante ha ocurrido con las importaciones de soja, que totalizaron 89.63 millones de toneladas en los primeros 11 meses de 2023, lo que equivale a un auge de 13,3% comparado con igual periodo del año anterior.
Lo importante es advertir que las exportaciones brasileñas de soja a la República Popular treparon a un record de 64.97 millones de toneladas (+25% respecto a 2022) en tanto las ventas estadounidenses alcanzaron a 20.36 millones de toneladas, que implica una caída de 8% comparada con el año previo.
Estas cifras representan claramente no sólo la creciente competitividad/productividad de la agricultura brasileña, sino también que el año pasado Brasil obtuvo la mayor cosecha de granos de su historia con 328 millones de toneladas, récord histórico absoluto.
Hay un tercer factor en esta ecuación deslumbrante del agro brasileño: es que también ha jugado la decisión estratégica del gobierno chino de volcarse a Brasil con el objetivo de reducir la dependencia de EE.UU. sobre todo en lo que se refiere a la soja y al maíz, provocado por la superpotencia norteamericana.
En este cuadro es que adquiere toda su enorme importancia para los intereses de la Argentina las declaraciones de la cancillería china realizadas el 21 de noviembre del año pasado.
Allí advirtió que sería "un enorme error de la política exterior del presidente electo Javier Milei de romper relaciones con países mayores como China o Brasil".
Agregó la vocera Mao Ning desde Beijing: "Ningún país puede desarrollarse económicamente e intensificar su cooperación comercial sin relaciones políticas/diplomáticas".
El lenguaje diplomático de China se ejerce con una claridad sin ambigüedades, y siempre con un tono altamente respetuoso de la soberanía del país interlocutor, lo que aplica un principio surgido de sus 5.000 años de historia fundado en la creencia de que el elemento fundamental entre la relación de dos países es la confianza mutua, no en un sentido psicológico sino estratégico.
Por último, Mao Ning recordó que "China valora sus relaciones con la Argentina desde un punto de vista estratégico y de largo plazo, y se encuentra ampliamente dispuesta a profundizar la amistad entre los dos países, así como contribuir al desarrollo del otro y a la prosperidad común".
Lo más práctico para la Argentina es imitar a la República Popular y asumir, respecto a la segunda economía del mundo una visión estratégica de largo plazo fundada en el interés nacional.
La política internacional es un mundo de realidades, no de ideologías y la realidad siempre se impone, lo que significa que también siempre tiene razón.
China no sólo es la segunda economía global después de EE.UU. sino que, además, es la principal socia comercial de 144 países en el mundo de los 192 representados en Naciones Unidas, y por eso contribuyó al crecimiento de la economía internacional 38.6% anual en la última década.
La relevancia estratégica que tiene la Argentina en una visión de largo plazo para la República Popular la demuestra el hecho que el "Swap" que mantiene el Banco Central de Beijing con BCRA es el único entre los más de 40 que tiene firmado que le permite utilizar los USD 19.000 millones del crédito Swap no solo para financiar el comercio bilateral, sino también para pagar lo adeudado al Fondo Monetario Internacional (FMI).
De esta manera, China se ha convertido en el último pagador de la deuda internacional argentina, y sin ella el "default" sería inevitable.
Esto indica la relevancia estratégica en una visión de largo plazo que la Argentina tiene con la República Popular, que siempre actúa sobre la premisa de la importancia decisiva que tiene para ella su interés nacional.
La Argentina debe imitar también en este aspecto a China y guiarse exclusivamente por su interés nacional, sobre todo en materia agroalimentaria.
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