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Locales

Acueducto: vecinos esperan mayores certezas sobre su puesta en funcionamiento

Diferentes barrios de la ciudad vienen transitando un verano complicado debido al aprovisionamiento de agua potable. En algunos se registra baja presión, mientras que en otros el abastecimiento es nulo.
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Crédito: D. Camusso.

A fines de la semana anterior, el Gobierno de la provincia dio a conocer que durante los próximos días estarían iniciando los trabajos de limpieza en la cañería troncal del acueducto Desvío Arijón-Rafaela, puntualmente en su tramo 5, la cual comprende desde la estación de bombeo de Angélica, hasta la planta potabilizadora que se encuentra en la ciudad de Rafaela.

Pese a esta comunicación, los rafaelinos no se mostraron conformes con la noticia y reclaman a las oficinas de ASSA y a sus responsables poder conocer concretamente cuál es el cronograma técnico, con "fechas ciertas" respecto a la puesta a punto del acueducto.

A través de un comunicado que hicieron llegar a Diario CASTELLANOS, reconocen que "habiendo transcurrido 20 días desde la convocatoria en las oficinas de ASSA de vecinos afectados por la falta de agua, la empresa sólo habla una vez más de las tareas de limpieza de las cañerías pero sigue sin dar un cronograma técnico con fechas ciertas de la puesta a punto del acueducto Desvío Arijón/Rafaela. Tampoco da a conocer el cronograma de obras para detección y reparación de pérdidas en la red".

A partir de esta realidad, se mostraron disconformes ya que a su entender "no existe capacidad técnica de precisar un cronograma con plazos para comunicar, o no están terminadas las obras y no tienen idea cuándo va a ocurrir".

Así mismo reconocen que en el medio, las autoridades de la Provincia "se vanaglorian anunciando nuevos acueductos para la provincia y para Córdoba. Evidentemente no tienen problema en seguir mintiendo a la población mientras que Rafaela sigue sin agua".

Reparaciones por delante

Ya en el año 2016, desde el Ente Regulador del Servicio Sanitario y desde al empresa Aguas Santafesinas, reconocían que en la ciudad de Rafaela "existe en el servicio un problema estructural de vieja data que impide dar satisfacción plena a la demanda actual de agua potable y a su eventual ampliación, proyectándose seriamente en la insuficiencia en el caudal de agua suministrada, así como en el nivel de presión inferiores a los reglamentarios, lo cual persiste a lo largo del tiempo -y se acentúa con el crecimiento urbano-, como se destacará al analizarse los sucesivos informes anuales presentados por la prestadora".

Allí la empresa y el ente regulador reconocían que hasta que se termine la construcción y habilitación del acueducto, el incremento de la producción de agua potable deberá sustentarse básicamente sobre la instalación de nuevas unidades de ósmosis inversas para tratar el agua local ya que el acueducto Esperanza-Rafaela se encontraba próximo al límite de su capacidad de conducción, cosa que ya lo han manifestado y confirmado los propios responsables de la empresa ante la consulta de CASTELLANOS.

Desde entonces, a través de un informe de la defensoría del pueblo, que contestaba el reclamo de una vecina de la ciudad, en ENRESS y ASSA señalaban que el sector más afectado en la ciudad tiene una extensión de unas 200 hectáreas y abarca la zona céntrica de la ciudad y los sectores más alejados de los puntos de distribución, en particular aquellas áreas donde las cañerías existentes presentan un alto grado de obsolescencia ya que en parte de las mismas fueron instaladas en el periodo de 1937-1957. Los materiales constitutivos de la red distribuidora son el hierro fundido de aproximadamente 70 años de antigüedad promedio, el asbesto cemento de 40 años, el policloruro de vinilo de 20 años y otros materiales.

En el sector céntrico predominan las cañerías de hierro fundido y se verifican fundamentalmente problemas de déficit de presiones asociados a la incrustación interior de las conducciones al aumentar por ello la pérdida de carga y además, la necesidad de efectuar la prestación con presiones limitadas que no afecten la resistencia mecánica de las cañerías para evitar la rotura de las mismas y de las conexiones domiciliarias.

Cabe preguntarse qué sucederá en el futuro inmediato cuando el acueducto llegue definitivamente a la ciudad, qué es lo que ocurrirá con las conexiones de larga data que podrían sufrir una mayor presión y si estas conexiones soportarán la misma sin que se registren pérdidas significativas en el suministro de agua potable.

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