Un alto porcentaje, se producen a causa de la exposición solar, pero algunas personas tienen tendencias a presentar lunares por cuestiones genéticas pudiendo aumentar la cantidad y el tamaño durante la exposición solar, la pubertad o el embarazo. Para evitar futuros problemas, es esencial prevenir las lesiones cutáneas a través de la detección precoz realizando controles anuales, debiendo ser más frecuentes en personas que tienen mayor riesgo de padecer cáncer de piel, haciendo referencia a quienes cuenten con antecedentes o enfermedades genéticas y predispongan la aparición de esta afección.
Existen características comunes donde se pueden visibilizar ciertas particularidades que facilitan el autocontrol, pudiendo llevar adelante la regla del ABCDE.
A: asimetría; apariencia asimétrica (una mitad no es igual que la otra).
B: bordes; bordes irregulares (se visualizan bordes borrosos o dentados, no están bien definidos ni son lisos).
C: color; cambios de color en el interior, colores inusuales o más oscuro que otros lunares del cuerpo.
D: diámetro; si supera más de 6 mm de ancho.
E: evolución; haciendo alusión al tamaño (si su forma ha cambiado).
El Dr. Alberto Davidovich, Director médico de Grupo Emerger señala que “si bien la mayoría de los lunares son benignos en determinadas situaciones pueden aparecer melanomas que comprometen la vida del paciente, por tal motivo, es recomendable prestar atención y no subestimar las manchas que aparecen en la piel”.
Además, agregó que “si se percibe señales de alerta resulta fundamental acudir a un dermatólogo de inmediato para analizar y determinar si es necesario realizar una biopsia, ya que es la única forma de confirmar si es canceroso”.
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