«La Fábrika» se encuentra en la calle Paso 2067, en el barrio Industrial, una de las zonas más populares de la ciudad. Allí desarrollan sus actividades «Casa Pueblo», espacio de acompañamiento comunitario para el abordaje integral de consumos problemáticos; «Flor de Ceibo», cooperativa de construcción; «Encubiertos», un emprendimiento gastronómico; «Imaginar», cooperativa de comunicación; «Jamandreu», cooperativa de producción textil; «Sublitep», emprendimiento cooperativo de sublimación; y «Fierro», cooperativa de marroquinería.
Además, el espacio cuenta con un club deportivo, comedor popular y merendero que atiende las necesidades de la zona. «La Fábrika» es parte del Movimiento Evita, dentro de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Pablo Basso, referente de la entidad, explica en diálogo con Ansol que todo comenzó a ponerse en marcha durante el gobierno de Mauricio Macri, en 2017. «Empezamos a enfrentar una realidad muy complicada, porque nuestro espacio empezó a ser también un lugar muy recurrido para la asistencia, para la ayuda, para ver si el que se quedaba sin laburo o el que no tenía laburo podía dentro de nuestro espacio generarse de un rebusque». El contexto empujó a que los integrantes de las cooperativas comenzaran a buscar maneras de capacitar más personas en talleres de oficios.
La situación, menciona Basso, se reorientó a partir de la aprobación de la Ley de Emergencia Social, que conformó la figura del salario social complementario con el cual la mayoría de los trabajadores nucleados en «La Fábrika» pudo recomponer ingresos y despegar su capacidad productiva.
Por otra parte, señala que la pandemia de Covid-19 fue, hasta el momento, el período más difícil que enfrentaron. «A nosotros la pandemia nos hizo pelota, como a todo el mundo. Además, como nosotros también cumplimos un rol social dentro del barrio con el comedor, la copa de leche, el espacio escolar educativo, y demás eso nos llevó a una crisis fulera en la cual dejamos de lado un poco el proyecto productivo. Básicamente nos pusimos a laburar todo en el comedor y a repartir la mercadería que se podía ayudar a conseguir Desarrollo Social. Nos pusimos en función de la ayuda social que se podía hacerse ahora en los barrios y así fortalecimos ese rol social y comunitario que también tiene la economía popular», cuenta el referente.
A pesar de todo, reconoce como factores claves para la recuperación pospandémica «el sentido de pertenencia, el cooperativismo y esta manera de organizar el trabajo, cosas que hacen que uno por ahí le ponga más el cuerpo».
Frente a la coyuntura económica y política que podría derivar de un triunfo electoral del libertario Javier Milei, Basso señala que «el primer objetivo es tratar de evitar que gane la elección, pero eso por un sentido más patriótico que cooperativo». Es que el cooperativismo parece enfrentarse a dificultades futuras ante las promesas de campaña del referente de ultraderecha. Ante esto, Basso opina que «el argumento de por qué el cooperativismo tiene una razón de ser en Argentina sobra, ya que hay un gran sector de la economía, del capital, que se maneja de manera cooperativa, desde la exportadora de cereales, la productora de pasta, y la mutual de seguros. El cooperativismo es un modo de organizar el capital y el trabajo que está instalado y que funciona».