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Deportes

Octavio Suárez

Por Jorge Ternengo - Piloto del Turismo de Carretera que murió en una prueba de esa especialidad: la I Vuelta de Benito Juárez, celebrada sobre el circuito de Tandil de 32,5 Km el domingo 23 de septiembre de 1984.

Osvaldo Morresi Chevrolet, a quien Suárez acababa de dejar atrás con su Dodge GTX, describió expresivamente el siniestro, ocasionado por el reventón del neumático delantero derecho:
"Lo vi levantarse sobre su eje, empezar una loca carrera por la banquina y, después, dar tumbos sin parar. El fuego tardó, pero brotó con fuerza; el auto era una sola llama". Por su parte, Óscar Aventín, que marchaba delante, declaró: "El auto andaba muy rápido y yo lo venía controlando por el espejo. Estaba como a 50 metros y lo vigilaba para ver dónde se tiraba a pasarme. De repente, desapareció del retrovisor; me di la vuelta para buscarlo y vi que el auto se había ido sobre la derecha y estaba dando vueltas. Cuando volví a pasar lo vi envuelto en llamas. Se me fue toda la motivación y decidí parar. No tenía sentido seguir la carrera…"

Con un brazo roto, Suárez permaneció consciente dentro del auto y hasta avisó a los espectadores que acudían para que tuvieran cuidado con la gasolina derramada. Pero el fuego fue más rápido. Aunque el copiloto Norberto Torres sobrevivió al accidente, la pesadumbre se generalizó, puesto que Octavio era un piloto muy apreciado; su amigo Pedro Doumic también piloto de Dodge sufrió una crisis nerviosa. La carrera la ganó Morresi.

Octavio-Justo Suárez, nacido en Lomas de Zamora (Buenos Aires) el 6 de septiembre de 1932, quiso seguir los pasos de su ídolo Marcos Ciani desde 1951. Ese año se había iniciado Octavio como acompañante de Conde Baviera en las Mil Millas Argentinas del Avellaneda Automóvil Club.

Ya trabajaba como mecánico en un taller de Banfield y, a partir de entonces, siguió con su afición, hasta que pudo disponer de un auto propio en 1966 un coupé Ford F-100.

Llevando a su hermano Pedro como acompañante, corrió desde entonces con el Ford, que cambió por un Dodge a partir de 1970. Con éste ganó una manga en el circuito Veinticinco de Mayo en 1972 y le llegaron las primeras grandes victorias en 1973: las Vueltas de Salto, Arrecifes y Pergamino.

Siguieron varias victorias parciales de series, mangas y etapas en el Gran Premio 1976, en las Vueltas de Veinticinco de Mayo y de Olavarría del mismo año, en Pehuajó 1979, en La Plata, Olavarría, Veinticinco de Mayo y Tandil 1980, Tandil 1981, San Lorenzo y Vuelta de Santiago 1982. Su última gran victoria la había conseguido sólo tres semanas antes de su muerte, el 2 de septiembre; ese domingo ganó en el circuito La Banda/La Capilla de Santiago del Estero a 216 Km/h de media.

Octavio Suárez fue presidente de la ACTC Asociación de Corredores de Turismo de Carretera desde 1974 hasta su muerte, y también era piloto aviador. Con la ACTC supo contrarrestar las diferencias existentes entre el ACA Automóvil Club Argentino y la CADAD Comisión Argentina del Automovilismo Deportivo, siendo partidario de defender el espíritu original de los TC como pruebas en carretera, aunque era evidente que el futuro de la especialidad iba a trasladarse a los circuitos cerrados.

Octavio Justo había enviudado en 1983 y desde entonces pidió a su hermano Pedro que dejara de acompañarle, para que la familia no quedara desguarnecida si les pasaba algo. En el mismo año de su muerte, 1984, se celebrarían dos Gran Premio Octavio Suárez de Turismo de Carretera: en Olavarría el 2 de diciembre, ganado por Óscar Castellano con Dodge GTX, y en el Circuito Benedicto Campos de Necochea en diciembre que ganó Jorge Martínez Boero, El Gaucho, con su Ford Falcon.

Un homenaje que tuvo lugar en el Autódromo de Buenos Aires el 26 de septiembre de 2004, con una caravana de 40 autos del Club Dodge de la República Argentina desfilando por la pista previamente a que se diera la salida a la final de TC. Pedro Suárez conducía uno de ellos, y lo detuvo ante los fans de Dodge para saludarlos y agradecer el apoyo que habían recibido los Hermanos Suárez. A partir del 70, los Hnos. Suárez se asociaron a Dodge, a la marca del pentágono, donde alcanzaron muchas alegrías, y consiguieron logros importantes.

Personalidad y final

Más cerca, en 1973, llegaba la primera jornada triunfal. Día irrepetible y especial ese 13 de mayo en la Vuelta de Salto "viajando" a 214 Kms de promedio. Había llegado la gloria, esa que la buscan muchos, y solo unos pocos la firman. Después vinieron otros triunfos, en Pergamino, Arrecifes y otra vez en Salto, pero en 1974.

Pasaron luego diez años sin éxitos hasta su victoria en La Banda. "Quería que mi hijo, me viera ganar una carrera, la ultima vez que lo hice, el tenía solamente un año. Ahora tiene 12, me puedo retirar contento", esbozaba luego en la ACTC.

El entusiasmo siempre estuvo inalterable para Octavio, amó como pocos al T.C. Dirigente con una personalidad muy fuerte, un hombre con mayúsculas, fue la piedra fundamental para el resurgimiento de los carreteros, la categoría más popular de los argentinos. Recorrió el país buscando lugares, escenarios, y nuevos trazados. Su gestión alcanzó proyecciones gigantescas. Sus pares lo designaron presidente de la entidad cuando el litigio ACA – CADAC, con los consabidos problemas.

Muchos Octavios en un solo, no despertaba polémicas, ni generaba ruidos, sobresalía su honradez, temple y convicción. Nunca cambió su silenciosa personalidad, ni en las jornadas de abandonos, o en los domingos de podio y laureles.

Octavio tuvo que irse en una recta, con el acelerador a fondo, en su trazado preferido. No conoció el significado de la palabra especular. Se rindió peleando, como los héroes, como los grandes.

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