Por Jorge Ternengo
Fue un sanjuanino, que además de ser un dandy fue un exitoso piloto de Turismo Carretera en una época de grandes figuras, como Fangio y los hermanos Gálvez, fue un eximio cazador, dicen que también fue un seductor nato.
Julio Devoto fue un hombre polifacético, pero su rol más popular fue el de piloto de Turismo Carretera. Es más, su nombre va de la mano de su seudónimo, Ampacama, es una palabra huarpe y significa "tierra sin dueño". Quienes lo conocieron lo describen como un tipo rubio, ojos celestes, de buena posición económica, al que en invierno era común verlo con sobretodo de piel de camello, sombrero y corbata en la previa de las carreras, cuando muchos de sus colegas estaban de mameluco.
Ampacama guarda una historia tan poco conocida como insólita en el TC, allá por noviembre del '63. Es que el sanjuanino se ufanaba diciendo que su coupé Ford TC, alivianada al máximo, podía ganarle a los autos Sport del momento. La propia Asociación Argentina de Autos Sport recogió el guante y organizó un desafío. Fueron dos carreras, en un circuito largo y otro corto. Y el sanjuanino ganó las dos, por sobre las Ferrari, las Maserati y las Lancia de la época.
¿Por qué se puso Ampacama?
Algo normal en aquellos años. Se puso Ampacama para que su familia no supiera que se había inscripto para correr.
No obstante, otra versión indica que lo hizo por el nombre del taller de Juan Carlos Navone, el mecánico bonaerense que le dio una máquina netamente ganadora.
Los viejos amantes del automovilismo dicen que Devoto era un piloto veloz y arriesgado; y se cansó de ganar competencias, especialmente en los años '50. Devoto era justamente un hombre de personalidad fuerte y altanera. Su otra gran pasión era la cacería. Es más, él fue el inventor de lo que se conoce como guanaquera. Con su camioneta Ford A, sin nada que le diera peso, salía a cazar y la versatilidad que tenía un vehículo de sus características le permitía desenvolverse sin problemas a campo traviesa.
Muchos lo comparaban con otro deportista de su época, Carlos Enrique Saenz Valiente, un deportista argentino dedicado al tiro y al automovilismo que fue campeón del mundo con récord mundial y ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres.
Como automovilista corría con Ferrari en la categoría SP (sport), siendo campeón argentino sport y triunfando en 1955 en los 1.000 kilómetros de Buenos Aires en pareja con José María Ibáñez.
Devoto tenía una obsesión por el alivianamiento de los autos y fue un adelantado para la época, pues eliminaba todo lo que podía para que el auto fuera menos pesado, además de correr con ruedas más anchas y varios detalles de motor que lo convertían en imbatible.
Además, Ampacama guarda una historia tan poco conocida como insólita en el TC, allá por noviembre del '63. Es que el sanjuanino se ufanaba diciendo que su coupé Ford TC, alivianada al máximo, podía ganarle a los autos Sport del momento. La propia Asociación Argentina de Autos Sport recogió el guante y organizó un desafío. Fueron dos carreras, en un circuito largo y otro corto. Y el sanjuanino ganó las dos, por sobre las Ferrari, las Maserati y las Lancia de la época.
Algunas anécdotas
Son numerosas las anécdotas que formaron parte de la vida del popular deportista Julio Devoto, quien con el seudónimo de Ampacama supo ser, entre las décadas del '50 y '60, uno de los principales animadores de las carreras de TC ,Turismo de Carretera que se disputaban por los caminos de nuestro país. Devoto dejó bien sentado el prestigio sanjuanino, no solo en la Argentina, sino también en el exterior donde también compitió con buenos resultados.
En una ocasión en que corría una carrera de TC, en el tramo que unía La Rioja con San Juan a través de las rutas 28 y 27, sufrió un desperfecto mecánico que lo hizo entrar al poblado de San Ramón de calles angostas, sin asfalto y muy poca circulación de vehículos automotores. Los lugareños se movilizaban montados a caballo o mulas que no estaban acostumbrados a escuchar ruidos de motores. Así fue que un señor que cabalgaba en una yegua no del todo confiable, la que por el ruido del escape, la polvareda y la velocidad del auto, se asustó y quiso saltar la cuneta. El jinete cayó al suelo y Devoto frenó en el acto y retrocedió. Ayudó a levantar al caído y lo subió al auto para trasladarlo al hospital más cercano, donde lo dejó en observación. Pasó luego por la Policía, donde se identificó continuando su viaje.
En otra oportunidad, recuerdan narradores costumbristas, una anciana caminaba por la calle, vestida con una pobre ropa muy gastada. Al pasar Ampacama en su auto, por la misma velocidad le arrancó parte de la vestimenta. Se decía que en esa ocasión pasó como a "ochenta" 80 km/h, en esa época era una velocidad de locos.
Como aficionado a la caza, a esta actividad la desarrollaba en campo llano, como el ubicado en la localidad de Guayaguaz, al sureste de la Laguna Seca, cerca del límite con San Luis. Era un lugar propicio para conducir un vehículo como lo hacía Devoto, llevando el volante con las piernas y las rodillas, dejando sus manos libres para empuñar la carabina o escopeta.
Fueron numerosas las anédoctas de este personaje tan singular, pero creo que la más llamativa fue el apoyo que le dio a otro gran San Juanino el campeón EDUARDO COPELLO, cuando logró que le realizaran una prueba nada menos que en la fábrica MASERATI en Italia, donde EDUARDO , asombró a los directivos con los tiempos realizados en un autódromo de pruebas, con récord del circuito, no pudiendo integrar el equipo por falta de presupuesto.
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