Durante el rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco reflexionó sobre el milagro de los panes y los peces, al que definió como "un signo", en cuyos protagonistas se realizan tres gestos que Jesús repetirá en la Última Cena: "Ofrecer, dar gracias y compartir".
"Son acciones que también realizamos en la celebración de la Eucaristía", recordó el pontífice desde el balcón del Palacio Pontificio y ante los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro.
"El Evangelio habla de un muchacho que tiene cinco panes y dos peces. Es el gesto con el que reconocemos que tenemos algo bueno que dar, y decimos nuestro 'sí' incluso si lo que tenemos es demasiado poco con respecto a lo que se necesita", explicó.
El Papa destacó que "en la misa, esto se subraya cuando el sacerdote ofrece sobre el altar el pan y el vino, y cada uno se ofrece a sí mismo, su propia vida".
"Es un gesto que puede parecer poca cosa si pensamos en las inmensas necesidades de la humanidad, al igual que los cinco panes y los dos peces ante una multitud de miles de personas; pero Dios hace de él la materia para el milagro más grande que existe: aquel en el que Él mismo se hace presente entre nosotros, para la salvación del mundo", profundizó.
Dar gracias y compartir
"Esto es, decir al Señor con humildad, pero también con alegría: 'Todo lo que tengo es don tuyo, y para agradecértelo solamente puedo devolverte lo que Tú me has dado primero, junto con tu Hijo Jesús, añadiendo lo que puedo: mi pobre amor'. Es el momento de la bendición, en el que alabamos a Dios por su bondad mientras Él santifica, consagra y multiplica 'las dos moneditas' de nuestros frágiles esfuerzos", señaló.
"En la misa es la comunión, cuando juntos nos acercamos al altar para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo: fruto del don de todos transformado por el Señor en alimento para todos. Es un momento muy hermoso que nos enseña a vivir cada gesto de amor como un don de la gracia, tanto para quien da como para quien recibe: una ocasión para crecer juntos como hermanos, cada vez más unidos en la caridad", puntualizó.
Tras reflexionar sobre los tres gestos, el Papa planteó: "¿Creo verdaderamente, por gracia de Dios, que tengo algo único que donar a los hermanos, o me siento anónimo, 'uno entre muchos'? ¿Agradezco al Señor los dones con los que continuamente me manifiesta su amor? ¿Vivo el compartir con los demás como un momento de encuentro y enriquecimiento recíproco?".
Al finalizar la oración mariana, Francisco deseó que "la Virgen María nos ayude a vivir con fe cada celebración eucarística, y a reconocer y gustar todos los días los 'milagros' de la gracia de Dios".
Comentarios