Los argentinos hemos sido protagonistas de una enorme cantidad de momentos de la política que son para esconderlos en un cajón y no sacarlos nunca más. Con frases absurdas que, tanto en el presente como en el pasado, no sabés si te dan ganas de reír, llorar o encarar directamente para Ezeiza y tomar el primer el vuelo que aparezca.
Pero no fue todo malo, claro, algunos discursos y frases favorables -aunque son las menos- hubo y son las que también quedan en el recuerdo por lo que implicaron en su contexto.
Estas situaciones se dieron a lo largo de la abundante historia de nuestro golpeado país, pero abordarlas por completo llevarían muchas páginas. Ante esto y teniendo en cuenta que este domingo se llevarán a cabo las Elecciones Presidenciales, es un momento oportuno para reflexionar sobre grandes absurdos y aciertos que tuvieron lugar con el retorno de la Democracia. Cuando pareciera que las verdades y burradas se incrementaron, o al menos quedaron en mayor evidencia.
1983. Había llegado el final de un tramo lamentable de la Argentina luego de la dictadura, la población volvió a votar. Ese recordado 30 de octubre, Raúl Alfonsín fue elegido para gobernar durante los próximos años. Semanas después, el 10 de diciembre, en su asunción, el ya presidente brindaría un conmovedor discurso celebrando el final de los gobiernos de facto, el cual cerró diciendo: "Con la Democracia no sólo se vota, sino que también se come, se educa y se cura". En ese contexto pareció ser la frase más acertada que podía decir alguien, pero ¿realmente lo es?
Hoy, 40 años después, seguimos celebrando la importancia de vivir bajo este sistema político, pero hasta ahora no ha resuelto nada de lo que pregonaba el Dr. Alfonsín, sino más bien lo contrario, los sistemas de Educación y Salud atraviesan una de las peores crisis en la historia nacional -si no es la peor- y el hambre es un problema de todos los días, de hecho el índice de pobreza crece cada vez más, mes a mes (4 de cada 10 argentinos son pobres). Esto no es culpa de la Democracia, claro, sino de los muchachitos y la muchachita que estuvieron al mando de la misma.
Esos primeros años de Gobierno Democrático no fueron tranquilos, quedaban destellos del "proceso", con dictadores todavía al mando de las Fuerzas Armadas y con la bronca por Malvinas. Ese panorama dio pie a la sublevación de los "carapintada", en abril de 1987, cuando militares se enfrentaron a sus jefes en un conflicto que paralizó a toda la Argentina en la víspera de Pascuas. El Presidente se ocupó de que el suceso no empeore y él mismo fue a negociar con los sublevados. El domingo de Ramos, durante la tarde, solucionó el conflicto y ante una multitud conglomerada en "Plaza de Mayo" lo selló dejando una frase que se recordará por siempre: "Felices Pascuas. La casa está en orden".
Después de esto llegó el innombrable, perdón, el imborrable Carlos Menem, quien dejó un tendal de frases que podrían llevar una nota aparte. Entre las más recordadas está su espectacular sistema de vuelos espaciales con cohetes que iban a salir de la atmósfera, para remontarse a la estratósfera y en una hora y media poder estar "desde Argentina en Japón, Corea o cualquier parte del mundo".
Lo más coherente que se puede decir al respecto es que fue un sueño del "Turco" y quiso contarlo al público o que se confirme el mito de la apuesta con un cercano.
Previamente, en su primera campaña electoral, repetía constantemente: "Síganme, no los voy a defraudar". Ay, Carlitos, Carlitos, ojalá te hubieses esforzado en no hacerlo. Para él obviamente no fue así, su gestión le pareció tan estupenda que después salió a contárselo a todos los argentinos en los spots de la campaña del '99, narrando sus "logros" acompañados de un "Menem lo hizo". Para ese entonces ya no era candidato, pero buscaba que acompañen al peronismo.
Los años posteriores fueron más oscuros aún. Llegó De la Rúa. Lo único que podemos recordar de él es su icónico "Dicen que soy aburrido", comparándose con Menem, frase con la que ganó las Elecciones de ese año. Después dejó alguna que otra perlita, pero su deplorable gestión y su cobarde huída en helicóptero en medio de su mandato no permiten recordar bien lo demás.
Crisis de 2001, corralito, cacerolazos, caos, cinco presidentes en once días. Asume Duhalde. "El que depositó dólares, recibirá dólares", dijo, en referencia al plan de convertibilidad que existía en la Argentina de ese entonces. El discurso fue para llevar tranquilidad a la población, prometiendo que se iban a respetar los depósitos. Para los que no vivían en esa época, adivinen qué pasó.
Ese mismo día, el dirigente peronista afirmó: "Argentina está condenada al éxito". Frase que luego repitió varias veces en los últimos años, sosteniendo que es así debido a las características y el potencial del país, pero que hacen falta dirigentes que así lo comprendan. ¿Lo dirá también por él?
Después, la decadencia fue aumentando cada vez más. Apareció entre nosotros un nuevo movimiento: el kirchnerismo. Primero Néstor, que en el comienzo de su Gobierno parecía medio perdido, incluso rogando por alguien que lo guíe, "ayúdenme a salir del infierno, solo no puedo", decía.
Después, le encontró la vuelta por demás e hizo de las suyas en cuanto pudo. En medio de eso estuvo su lucha inagotable contra el Grupo Clarín, por la cual dejó su recordado: "¿Qué te pasa Clarín, estás nervioso?", por las críticas del medio contra el justicialismo. Críticas que no eran porque sí, sino que el "Pingüino" y sus secuaces daban de qué hablar.
Después llegó la reina madre, que dijo tantas cosas que uno no sabe con cuál quedarse. Uno de sus primeros enunciados desafortunados fue: "Son los piquetes de la abundancia", en 2008, en referencia a los reclamos de los productores agropecuarios por las retenciones.
Respecto a ese tema, ese mismo año se dio un hecho que dejó una de las frases más memorables del último tiempo, que no es de un Presidente pero que merece ser recordada. "Mi voto es no positivo", dijo Julio Cobos, vicepresidente de la Nación, el 17 de julio de 2008 a las 4:25 de la madrugada, que definió la votación e hizo dejar sin efecto la polémica Resolución 125, que incrementaba las retenciones a la soja y otros productos. Se trataba de un conflicto que el Gobierno sostuvo durante más de 120 días contra el campo y cuando parecía que ganaba, alguien de su propio círculo lo definió, en contra.
Uno podría decir que el acontecimiento nombrado anteriormente es el que volvió a Cristina más invencible. Lo que no te mata, te fortalece, dice el dicho y así funcionó parece. Después de eso, la Argentina se dividió definitivamente en dos, la grieta se marcó para siempre y Cristina se ocupó de que así sea.
Otra frase perpetuada de la Presidente fue: "Sólo hay que tenerle temor a Dios y a mí, un poquito", en un acto en 2012, advirtiendo lo qué estaba haciendo y lo que todavía le faltaba por hacer.
Las cosas que pasaron en esos años de kirchernismo generaron tal enojo y desgaste en la población que en 2015 fueron por otra opción: Mauricio Macri. El ingeniero era otra cosa, alguien con experiencia política, que parecía saber de qué se trataba lo que debía afrontar. Sin embargo, no fue tan así, o al menos no lo demostró.
Su proyecto no aplicaba a cuatro años y parece que no lo calculó. Hizo tantas promesas de campaña que después no pudo cumplir, que le terminó costando caro. Una de ellas, quizá la más marcada, fue la de "Pobreza cero", a la cual ni se acercó porque al finalizar su gestión, el índice de pobreza que dejó fue superior el 35%.
Quién te habrá mandado a prometer tanto Mauricio, si era casi una utopía conseguirlo. De hecho, esto lo dejó en claro en una entrevista que le brindó a Jorge Lanata, en la que dijo una oración que se convertiría en meme en cuestión de minutos: "Veníamos bien, pero pasaron cosas".
En su otra campaña, de 2019, lanzó otro disparate que también se viralizó, cuando en su último discurso gritó eufórico: "No se inunda más, carajo", en referencia al entubamiento del arroyo Maldonado en la Capital. Ese año, el kirchnerismo volvió al sillón de Rivadavia.
Llegamos al actual Presidente, al último hasta este domingo cuando se elija uno nuevo. Sí, gracias a Dios, el Universo o en lo que uno crea, ya falta poco para que se termine el mandato de Alberto Fernández, quien lleva menos de cuatro años pero pareciese que pasaron 20 con todos los desastres que tuvo su gestión y todas las incoherencias que dijo, como: "Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva, pero nosotros, los argentinos, salimos de los barcos", o "¿Quién va a querer ser Presidente si se va a tener que hacer responsable de todo lo que pasa debajo de su Gobierno?".
Sin embargo, eso no fue lo peor. La frase que más se debe destacar del "Títere" fue en marzo del 2022, cuando tras cerrar un acuerdo con el FMI prometió: "Comienza la guerra contra la inflación". ¿Qué se puede decir?. El mes pasado, el IPC fue del 12,7%, el número más alto desde febrero de 1991 (27%) y acumula 103,2% en lo que va del año. No sé a qué guerra podríamos remontarnos para saber de una derrota tan fuerte.
Mañana serán las Elecciones Generales y se podría definir al próximo Presidente. Los candidatos no son una cosa de admirar, incluso ya se podría hacer un apartado con las burradas y delirios que dijeron todos durante la campaña, pero hay que votar a uno.
Por eso, querido argentino, santafesino, rafaelino, vaya este domingo a las urnas y elija lo que le parezca más apropiado o conveniente, pero no lo haga porque sí, antes de elegir una boleta piense qué quiere para los próximos años, piense en las cosas que dijo cada candidato en la campaña y con una mano en el corazón, piense si su elegido tiene un proyecto firme para que este país se pueda enderezar un poco, o al menos sobrevivir, como lo viene haciendo los últimos 40 años.