Ayer domingo se cumplió un nuevo aniversario del natalicio del astro brasileño.

Una figura especial, con un aura único. La figura de Ayrton Senna atraviesa las paredes del automovilismo mundial. El ídolo de la Fórmula 1 marcó un antes y un después con su llegada a la máxima categoría. A base de victorias, carreras épicas bajo la lluvia y un trágico final, el brasileño quedó en los corazones de todos en el Mundo. Ayer domingo hubiese cumplido 61 años.
Una familia muy aficionada al automovilismo hizo que el pequeño Ayrton se subiera a un kart a los seis años, para nunca bajarse. Alguna vez, el ídolo aseguró que cuando corría en las juveniles de esta especialidad se sentía mucho mejor que en sus momentos de Fórmula 1. Ya que allí se podía ver la escencia de las carreras, en donde las políticas no se metían en la competencia.
"No estoy diseñado para ser segundo o tercero, estoy diseñado para ganar", dice una de sus frases más célebres. Así era Ayrton. Un piloto distinto, que nada más debutar en el pobre equipo Toleman, se hizo notar. Solo hace falta recordar la famosa carrera del Gran Premio de Mónaco, donde una infame bandera roja le robó la victoria, otorgándosela a su eterno rival, Alain Prost.
Muchos fanáticos prendían la TV y veían las carreras para ver a sus ídolos. Sin embargo, al ver que alguna carrera se producía bajo lluvia, decidían apagar la transmisión. Sabían que en esas condiciones, Senna no tenía rivales. Sobre todo cuando llegó al equipo McLaren. Junto con Honda lograron una de las asociaciones más importantes de la historia de la Fórmula 1.
Tres títulos marcan la historia de Ayrton Senna en la Fórmula 1. Su trágica muerte en el Gran Premio de Imola de 1994 dejó la sensación de que el brasileño podría haber cosechado muchísimos títulos más. Sin embargo, el final de la historia no fue ese. Senna sigue vivo en los corazones de los amantes del mundo del motor, que mantienen viva la llama del astro que revolucionó el deporte.