El atroz crimen de Aralí Vivas, la niña de 8 años, conmociona a Brinkmann y a todo Córdoba. En un lapso de 16 horas, entre una última comida, su asesinato y el posterior incendio de la vivienda, la pequeña fue brutalmente agredida, mientras sus hermanitos permanecían en la casa. El fiscal subrogante de Morteros, Oscar Gieco, calificó el hecho como "una tragedia espantosa" y detalló los movimientos de los acusados, basados en las cámaras de seguridad que captaron lo ocurrido antes y después del crimen.
El hecho ocurrió entre la noche del viernes 1 de noviembre y la tarde del sábado 2. Según explicó el fiscal Gieco, Aralí fue asesinada entre las 23.30 y las 00.30 del viernes, cuando habría recibido un golpe contundente en la cabeza que provocó su muerte por un traumatismo de cráneo. La investigación también reveló que la niña tenía lesiones compatibles con abuso sexual, aunque los estudios forenses aún están en proceso para confirmar el alcance de esa agresión.
Mientras tanto, el informe preliminar forense indicó que el estado de los pulmones y de la tráquea permitieron llegar a la conclusión que la muerte no fue por inhalación de monóxido de carbono, sino que un traumatismo de cráneo habría causado una hemorragia que generó un paro respiratorio que a su vez derivó en una paro cardíaco. Resta determinar si fue producto de un golpe en la cabeza o el "estallido" que produce cuando el cuerpo se quema.
"Los dejaron a la buena de Dios"
El crimen se enmarca en un contexto de extrema violencia familiar. Durante la investigación, se estableció que los hermanitos de Aralí, quienes se encontraban en la vivienda, estuvieron solos con el cuerpo de su hermana entre las 00.24 y las 03.27, mientras los acusados se desplazaban por la ciudad. "Quedaron a la buena de Dios, sin madre ni padre", señaló el fiscal en conferencia de prensa.
Una de las hermanitas más pequeñas, al intentar despertar a Aralí, pensó que su hermana simplemente estaba dormida. "La niña no entendía que su hermana había muerto. Ella intentó despertarla, pero la dejó ahí porque pensaba que estaba dormida", detalló Gieco.
El incendio para despistar
El asesinato fue seguido por un incendio que, según el fiscal, fue provocado para ocultar el crimen. "El incendio habría sido de forma dolosa. Los bomberos descartaron un fenómeno eléctrico y confirmaron que un agente externo lo provocó", afirmó Gieco. El fuego se desató alrededor de las 13.46 del sábado 2 de noviembre, y aunque un vecino alertó a los bomberos, Aralí ya estaba muerta cuando se produjo el incendio. "Los forenses confirmaron que la niña no había inhalado humo, lo que indica que ya había fallecido cuando comenzó el fuego", explicó el fiscal.
Tres imputados pero podría haber más
El padrastro de la niña, Ezequiel Simeone (33), y su amigo Cristian Hernán Varela (40), fueron detenidos e imputados como los principales responsables del crimen. Están acusados de homicidio simple, aunque el fiscal no descarta cambiar la carátula a homicidio criminis causae.
Las cámaras de seguridad registraron sus movimientos, lo que permitió a la justicia reconstruir la cronología de los hechos. A las 21.16 del viernes, Varela llegó en bicicleta a la casa de Simeone (Caseros al 800). A partir de ahí, ambos hombres se desplazaron por la ciudad y estuvieron en el lugar del crimen en el horario en que Aralí fue asesinada.
Simeone dejó la casa con los menores alrededor de las 13.36 del sábado, antes de regresar solo para iniciar el incendio. "Lo que vimos en las cámaras y los testimonios recabados confirman que tanto Simeone como Varela estuvieron en el lugar del crimen en el momento del deceso de Aralí", señaló Gieco.
La madre de Aralí, Rocío Milagros Rauch (28), fue imputada por homicidio calificado por el vínculo en calidad de partícipe necesario. Se la señala como una mujer perdida por la adicción al alcohol y las drogas. Según Gieco, Rauch había dejado a los niños al cuidado de su pareja y su amigo. “Ese mismo viernes concurrió a una audiencia judicial en Morteros y luego se encontró con otro hombre. "La madre no estaba presente cuando ocurrió el crimen, y al haber dejado a los niños sin protección, contribuyó a que su pareja y su amigo cometieran el homicidio", explicó el fiscal.
El fiscal no descarta más imputaciones, como la del padre biológico de Aralí, quien declaró que su hija le había contado que su madre la golpeaba debido a que se orinaba encima, lo que añade un contexto de maltrato previo a la tragedia.
Gieco también mencionó que, días antes, se había realizado un allanamiento en la vivienda de la familia, donde se encontraron armas de fuego y se detuvo a un prófugo de la justicia.
Los imputados por el momento se encuentran representados por defensores oficiales y alojados en el penal de Bouwer en Córdoba. Aún no se ha determinado la fecha de las indagatorias, pero Gieco sostuvo que la evidencia recabada hasta el momento, incluyendo las cámaras de seguridad y los testimonios, justifica las imputaciones realizadas. "Con toda esta prueba reunida creemos que es coherente imputar a las personas que hemos imputado", manifestó el fiscal.
El padrastro, con frondosos antecedentes
Simeone estaba con prisión condicional luego de que el 7 de septiembre de 2023 la Cámara en lo Criminal y Correccional de San Francisco lo condenara, en un juicio abreviado, a dos años y tres meses de prisión por distintos delitos: amenazas, tenencia ilegal de arma de fuego, desobediencia a una orden judicial, encubrimiento, violación de domicilio, lesiones leves calificadas, daño, y desobediencia a una orden judicial.
La situación de los hermanitos
En cuanto a los hermanos de Aralí, todos menores de edad, fueron puestos al cuidado de familiares. "Los niños están al cuidado de familiares mientras avanza la investigación", indicó Gieco, quien también mencionó que Aralí y su hermano mayor no eran hijos biológicos de Simeone, pero sí los tres menores, de 7, 4 y el bebé de dos meses.
Se conoció también que la madre había viajado ese viernes a Morteros donde residen sus hermanas y el padre biológico de Aralí, aparentemente para reclamarle el pago de la cuota alimentaria.
Gieco precisó que, hasta el momento, no se ha esclarecido completamente el rol del padre biológico de la niña en su vida, aunque la figura paterna no parece haber tenido un contacto cercano con Aralí en el último tiempo.
Los registros oficiales indican que, tras la separación de los padres de Aralí, la niña vivió por un tiempo con su padre y uno de sus hermanos. Sin embargo, luego regresaron a vivir con su madre en Brinkmann, en la misma casa donde ocurrió el crimen. En esa vivienda, Aralí compartía el hogar con su madre, su padrastro Simeone y tres hermanos más pequeños.
En el contexto familiar, también surgieron denuncias cruzadas entre Rocío Rauch y el padre biológico de Aralí. A pesar de esto, la niña había regresado a vivir con su madre, quien no estaba presente en el momento de la tragedia.
La Justicia sigue investigando los detalles del entorno familiar para determinar el alcance completo de la responsabilidad de cada uno de los implicados en este brutal crimen, mientras el fiscal Gieco trabaja para reconstruir el "rompecabezas familiar" y establecer si hubo negligencia en la intervención de las autoridades en casos previos de maltrato. Fuente: La Voz de San Justo